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martes, 22 de septiembre de 2009

La comunicación

La comunicación es un tema clásico dentro de los libros de lengua de la ESO y Bachillerato, pero es un tema que de tanto repetirse termina por ser cargante, lo que no obsta para que sea una de las cuestiones más extraordinarias que se pueden considerar. La vida social es comunicación en todos los sentidos, comunicación unidireccional o bidireccional en la que emisor y receptor intercambian sus papeles continuamente. Nuestro mundo tecnológico se caracteriza por ansiar la llamada interactividad, el relevo de papeles. Todo es comunicación, me he dicho pero no basta con decírselo a uno mismo. Hay que saberlo comunicar a estos adolescentes que intuyen un tema soporífero y que eso de emisor, receptor, mensaje, canal, contexto y código les suena a chino. Más aún en una clase caldeada por las altas temperaturas de los últimos días a última hora de la mañana cuando tienen hambre, están cansados y no tienen –aunque esto es frecuente- ningunas ganas de trabajar ni pensar. He llegado serio, aunque cordial, y me he propuesto hacer una clase académica, explicando la teoría con ejemplos, para luego realizar algunos ejercicios sobre lo que hubieran entendido. Es un curso de tercero de ESO con alumnos heterogéneos. Y he de reconocer que me ha salido mal. No había circunstancias para impartir una clase académica –con tendencia a ser aburrida-. La hora que era desaconsejaba pensar como idea directriz un aprovechamiento académico del tiempo. Y ha salido mal, muy mal. He salido descontento de la clase. Estaban alborotados y no he conseguido que el tema les importara un pimiento. Es una experiencia triste cuando una clase te sale mal. Pensar que puedes y debes aprovechar el tiempo no es demasiado buena idea en algunas ocasiones. Pero hay tantas ocasiones en que hay que tener en cuenta el momento en que están nuestros alumnos… A primera hora están dormidos y bostezan repetidamente, todavía con la mente puesta en la cama calentita y el desagrado del madrugón (empezamos a las ocho de la mañana). A segunda y tercera horas se está mejor, pero antes del patio ya están algo inquietos y tienen hambre. Después del patio, con la glucosa que han tomado, llegan acelerados y sudorosos sin ninguna gana de aprovechar el tiempo. Hay que calmarlos y llevarlos poco a poco. Las últimas horas y las horas de la tarde son procelosas, especialmente la últimas. Por la tarde no tienen ganas de nada, sólo de sestear y no realizar ningún trabajo serio.

Por la tarde volvía a tener clase con otro tercero de ESO a las cuatro, tras una primera hora. Los he encontrado agotados, mirando el reloj. El calor era agobiante. Tenía que explicar nuevamente el tema de la comunicación. Pero sabía qué error no debía cometer, así que me he convertido en un showman, rompiendo el esquema académico de la explicación, he dejado el libro de lado y he empezado a plantearles problemas y reflexiones sobre el universo comunicativo. ¿Nuestro aspecto personal es un acto de comunicación? , han gritado cuando les he puesto un ejemplo enormemente exagerado de un punky con cresta roja y piercings por todos los lados, pantalones de cuadros y botas con metal, que va a pedir trabajo para emplearse como relaciones públicas en una empresa de hostelería. ¿Le cogerán? Se ha abierto el debate y ha habido diferentes opiniones levantando la mano. Luego les he planteado si un beso es un acto de comunicación y que identificaran en tal caso los elementos que lo componen. He utilizado mi biografía personal y he empleado todos mis recursos histriónicos produciendo un feedback continuo. Se ha creado un buen ambiente en el aula. No tenían que tomar apuntes y todo era dialogado. Hemos abordado la comunicación no verbal como tema. Les he imitado la forma de andar en diferentes partes del mundo y les he relatado como son las relaciones afectivas en las distintas culturas, entendiendo todo como actos de comunicación cuyos elementos podemos analizar. Ha sido una clase abierta, agradable, me lo he pasado bien y ellos creo que también, el tiempo ha pasado rápido, pero he tenido que acudir a toda mi gesticulación y espíritu clown exagerando enormemente. He convertido la clase en un espectáculo total. Y ellos parecían razonar en este ambiente festivo. Al final les he dictado –para el próximo día- durante quince minutos los ejercicios que esta mañana se han hecho mal y de mala gana de aquella clase de la que he salido desangelado y perdido.

Seguramente cuando se encuentren a la salida del instituto no entiendan si unos y otros están hablando del mismo profesor. No sé dónde queda el informe PISA en este sentido. Si uno quiere ser estricto y académico se puede encontrar con una barrera insalvable que hace el esfuerzo vano y desagradable. En el otro lado, uno no deja de pensar que todo se tiene que convertir en un espectáculo para que pueda ser aceptado y asimilado. O en definitiva que todo tiene que ser divertido. A mí no me cabe duda de que me lo he pasado mucho mejor en la clase de la tarde. Al menos por la tarde hemos conseguido establecer comunicación bidireccional. Pero ¿es éste el camino?

25 comentarios :

  1. ¿No serán que están muy acostumbrados al espectáculo y que lo académico requiere un esfuerzo? Viven en una cultura relajada, siempre muy cansados o muy acelerados, pero poco concienciados y responsabilizados. Lo más seguro, con independencia de tu buen saber y práctica pedagógica es que, a la salida de clase, a la mayoría les importe un pimiento la comunicación y el emisor, receptor, mensaje, canal, contexto y código, y algunos recuerden qué simpático ha sido el profesor. Es un largo debate pero la enseñanza divertida, según en qué contexto puede dar buen resultado o no. En su curriculum académico no constarán ni tus buenas intenciones ni lo bien que se lo han pasado. No hay nada más que mirar hacia la convergencia europea a la que vamos.

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  2. La verdad es que uno no sabe a qué atenerse, Joselu. Yo también he estado explicando ese tema estos días, a alumnos de 1º de ESO. Y he seguido el camino que me parece mejor: que se olviden un rato del libro (no se hizo la clase para el libro, sino al revés) y se acostumbren a oír y hablar, a dialogar en definitiva, a la manera socrática. Por ese camino, limando sus ocurrencias, llegamos a definiciones (comunicación: el acto de poner en común con otros nuestros pensamientos o sentimientos) que no coinciden con las del libro, pero me gustan más. El caso es que hoy, como se trata de un grupo de nivel muy discreto, ha entrado una profesora de apoyo, para ayudarles a masticar el tema. Y su enfoque ha sido 'abrid la página 11, subrayad esto y esto, que es lo que tenéis que memorizar. Ya veis lo poquito que es', etc. Práctico, sin duda. Pero me queda la duda de si el suyo y el mío son enfoques complementarios o, más bien, responden a visiones del mundo inconciliables. En fin: al menos han probado ambas. El viernes, examen. Ya veremos qué tal.

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  3. ¿Quizás en el término medio esté la respuesta? ¿Combinar ambos sistemas?
    Cuando me salto el guión y me sale una clase como la que citas, cuando vuelvo a ver a esos alumnos al siguiente día, todos suelen empezar hablándome entusiasmados de lo que se hizo el último día, de si se va a volver a repetir,etc.
    Da qué pensar. ¿Recuerdan los contenidos o sólo el show?
    Este método es difícil porque esas clases, al menos en mi caso, suelen surgir de la inspiración y la improvisación,y no siempre está uno inspirado, lúcido, o ingenioso para presentar así los contenidos.

    Pero sí creo que estas clases desenfadadas son importantes pues sirven para que los alumnos te miren de otra manera cuando al día siguiente vayas con el "rollo" o la parte fea de esfuerzo, ejercicios, teoría, etc

    saludos

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  4. Al hilo también de los comentarios, creo importante lo que dices: que los profes nos tenemos que divertir explicando. Porque ya están las cosas suficientemente mal en las aulas y fuera de ellas como para que, encima, nos amarguemos el rato que estamos con los alumnos.
    No estoy mucho por la "enseñanza siempre divertida", pero está claro que hay que hablarles en su propio lenguaje...
    De todas formas, me alegro de que el problema de la mañana lo hayas podido resolver por la tarde.
    Y, como siempre digo: los buenos alumnos (no sólo los de buenas notas, sino los que aprovechan el tiempo con sus capacidades, buenas, malas o regulares), saldrán adelante, con show o con un académico.
    Saludos.

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  5. Es cierto que el tema no ayudaba pero debe cansar esta necesidad de aparecer como un showman, los actores no tienen funciones tan largas y el público seguramente es mucho más receptivo. ¿Es que no se les puede pedir ningún esfuerzo? Parece ser que no, que cada vez menos. Ojalá pudieran vivir toda su vida igual de bien pero me temo que se les va a pinchar bien pronto la burbuja.

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  6. ¡Bravo, Joselu! Has descrito perfectamente una situación frecuente en nuestras aulas, sea cual sea la edad de los alumnos y el tema de la lección del día. Te preparas una clase, entras dispuesto a impartirla con casi total seguridad pero, ay, te topas con la cruda realidad: los alumnos están cansados, o tienen calor, o tienen hambre, o tienen sed, o están desmotivados, o es una hora poco propicia para el aprendizaje... múltiples variables que dan al traste con las buenas intenciones de cualquier docente. Qué me vas a contar, que tengo que dr Matemáticas a última hora de la tarde tras una clase de Educación Física... Pues así es este trabajo. Y sales descontento y desilusiondo porque no se han cumplido tus expectativas. ¿Qué hacer? La situación ya está pasada, sólo queda aprender de lo que ha ido mal para intentar mejorarlo. Cambiar de rumbo en el paso de un grupo a otro es el pan nuestro de cada día. Amoldarse a los alumnos que tenemos delante supone un esfuerzo continuo de adaptación. Echar mano de cuantos recursos tengamos es nuestra salvación, pero también un riesgo. Qué más da el cómo si al final los alumnos han aprendido lo que es y supone la comunicación con ejemplos inteligibles que no figuran en ningún manual. Al fin y al cabo, la vida está ahí y hay que aprovecharla, desentrañarla, utilizarla, amarla. Seguro que esos adolescentes han aprendido a mirar de otro modo los signos, gestos y aspectos que nos relacionan con los demás. Ya aprenderán lo que es el código, el emisor y todo eso que parece tan importante. Es cierto que han de realizar un esfuerzo para ello (asunto que da para muchos comentarios), pero el primer paso importantee está dado.
    Fíjate, hoy he tenido que explicar lo que significa dar la entrada para adquirir un artículo: mis alumnos no sabían lo que significaba y por eso no sabían hacer el problema propuesto, creía que signicaba lo que es literalmente, esto es, entrar en la tienda y, claro, no entendían la pregunta. Por eso y para eso somos maestros, para descubrir a nuestros alumnos lo gozoso que es el camino de conocimiento, para ayudarles a caminar por una senda cada vez más irregular y desconocida. Por eso tienen que existir maestros como tú.
    Un abrazo, colega. Y adelante siempre, sin desmayar.

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  7. Hola Joselu: todo es un problema de derechos y deberes mal entendido. El deber del profesor es preocuparse por sus clases y por sus alumnos, por cuál será la mejor manera de hacerles aprender. Y el deber de los alumnos, estudiar y esforzarse, les guste la clase, el método, o no. Divertir a los alumnos, hablarles en su lenguaje, es una tarea pedagógica que el profesor debe saber utilizar, así como la clase magistral, incluso pasarse una hora dictando apuntes (sí, como suena, que luego se te echan encima los orientadores pero a veces viene muy bien que una clase alboratada se tranquilice durante una hora copiando concentrados, es un ejercicio pedagógico como cualquier otro). Pero los alumnos deben saber que el estudio tiene dos caras: unas veces, divertida, otras aburrida y dura. Pero esa es la vida. Les estaríamos engañando si todas las clases fueran un show de payasos.

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  8. Creo que has hecho exactamente lo que tocaba: evaluar tu clase, ver qué fallaba y cambiarla del todo, teniendo en cuenta a los alumnos y la hora del día. Es cierto que a veces desazona ser un actor perpetuo y que el aburrimiento ocasional es formativo, pero en general apuesto por la segunda vía: mejor que razonen y les entre el tema.

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  9. No creo que haya nada malo en impartir una clase espectáculo. Es algo similar al cuento del flautista de Hamelín: las ratas iban siguiendo la música, pero terminaron donde él quería.

    Yo, cuando explico sintaxis, que nunca entienden por qué tienen que saber eso, "juego" a que la oración es como una comisaría en la que el verbo es el máximo testigo, y hay que sacarle información... Al final siempre me dicen, ¡qué guay, profesor!, y también saben encontrar los complementos.

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  10. Pues aunque habrá que coger con pinzas mi opinión, ya que no he asistido a las clases, disiento, por esta vez, de tu interpretación del éxito. A través de lo que me has hecho ver con tu entrada, pienso que ni las circunstancias, ni los alumnos, ni tú habéis tenido la culpa del primer fracaso, sino que hay que cargarlo en la cuenta del departamento que elabora los contenidos de tu curso. Tuyo, por tanto, y solamente tuyo el éxito posterior, y ello por las siguientes razones:
    En la clase de la mañana te ceñiste, según indicas por las palabras "emisor, receptor, mensaje, canal, contexto y código" a explicar una teoría de la comunicación tal vez trasnochada y que aburre hasta a quien la creó. Es la escuela que se ha seguido tradicionalmente en España, creo, la de la semiología europea que tiene sus raíces en Saussure y en Barthes. En mi desautorizada y atrevida opinión, la gramática de Saussure es complicadita y confieso que nunca pude terminar de leer "La estructura ausente". Ese definir de un modo rebuscado cosas que son evidentes para llegar a ninguna parte, salvo tesis doctorales cum laude plagadas de notas al pie, es imposible que interese a los escolares. Por la tarde, lo relevante no fue, para mí, tu papel de clown -perdona mi radicalismo- sino que cambiaste por completo los contenidos y te fuiste a las explicaciones de la escuela americana de la comunicación, de la semiótica de los discípulos de Bateson, que es infinitamente más interesante y que es la que debería estar programada por quien decide los contenidos. Por la tarde no se trataba ya de nombrar cosas evidentes con palabras extrañas, sino de darse cuenta de que hay otras cosas, aparentemente misteriosas, que pueden ilustrarnos acerca de las razones secretas de nuestra conducta. Eso le interesa a todo el mundo, cuánto más a los estudiantes. Recuerdo mi asombro juvenil ante una de las primeras paradojas de uno de sus libros: "Cuando digo "estoy mintiendo", ¿Estoy mintiendo o estoy diciendo la verdad? Porque si digo la verdad, estoy mintiendo; y si estoy mintiendo, entonces es que estoy diciendo la verdad." Claro, después de eso, me aprendí casi de memoria el libro.
    Veo que Al59 también tuvo que cambiar los contenidos, lo que me reafirma en la importancia de éstos. En cualquier caso, comprendo que es complicado y trabajosísimo tener que criticar el programa, pero me parece que no queda otro remedio que hacerlo.
    Un abrazo.

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  11. Yo también actúo como auténtico showman siempre que las circunstancias me son propicias. El resultado es siempre positivo. Pero, repito, las circunstancias mandan. Y todas estas variables que conforman el acto educativo, han de tenerse en cuenta. Hay momentos (tú lo has descrito perfectamente) en que uno no está para nada más que tirar de manual y poner cara seria, y al final, enfadarse con el alumnado... y salir de clase malhumorado y con la sensación de fracaso que nos persigue continuamente a todo los docentes.

    Un abrazo.

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  12. El tema de la comunicación es un clásico en nuestros temarios. Es una ocasión que no podemos desaprovechar para conectar con nuestros alumnos. Todo el día nos estamos comunicando ¡y ellos sobre todo! Comentar los cambios que han introducido las nuevas tecnologías de la comunicación puede sorprenderles. PEro sobre todo, es interesante hacerles conscientes de que están comunicando hasta cuando creen no hacerlo. Un libro como el que ilustra este post(La comunicación no verbal, de Flora Davis) puede darnos jugosos ejemplos para dejar caer en una clase sobre el lenguaje de la seducción, por ejemplo, que tan bien aprovecha la publicidad, o sobre el poder de la comunicación olfativa.
    Una reflexión muy interesante es insistir en los factores que hacen malograr una comunicación. Siempre aprovecho para valorar las comunicaciones de aula. ¿Por qué fracasa si aparentemente todo está preparado para que funcione? ¿Qué responsabilidad tiene ahí este receptor pasivo?
    Muchas veces he aprovechado las láminas de Quino (Gente en su sitio) e incluso alguna de Romeu o Forges para que ellos saquen sus conclusiones de los elementos de comunicación que fallan o las intenciones con las que enviamos los mensajes.
    En realidad, cualquier recurso que les desmonte un poco el tono academicista y les acerque la explicación a su realidad, resulta más eficaz. Y además también para nosotros es más gratificante. Si disfrutamos, también "comunicamos" mejor.
    Un abrazo,
    ESther

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  13. Según he leído tu entrada y luego los diversos comentarios, me he dado cuenta, si me lo permites, que casi todos tenéis un cierto pudor, en considerar, que porque una clase se salga de los cánones rígidos de lo establecido, se convierte en una especie de circo, que parece que devalúa su contenido y el rigor de lo que intentéis enseñar.

    Yo no lo creo en absoluto.

    Y de hecho no hay más que leeros para observar que casi todos, coincidís en que con el segundo sistema vosotros y ellos os sentís mejor y el mensaje llega más fácil.

    En mi humilde opinión, desde luego estamos en el mundo de la comunicación y "la imagen" ¿ por qué tanto miedo a poner imágenes y sin son coloridas mejor que mejor ?

    En cocina, desde luego, lo fundamental es el sabor.

    Pero nadie tiene la más mínima duda, que la presentación es esencial, pues los ojos son los que primero reciben y transmiten el mensaje del plato.

    Obviamente, si el plato tiene una presentación espectacular y luego sabe a plástico, fracaso seguro al final.

    Pero es que, si la presentación es nefasta, aunque su sabor pudiera ser bueno, resulta que a lo mejor, ni se llega a probar el plato.

    La conclusión es clara, fifty/ fifty.

    Y también, esa misma proporción en el esfuerzo que profesores y alumnos pongan en ella. Como tú decías, todos interactuando.

    Un abrazo

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  14. Para mí, Joselu, es una magnífica lección de profesionalidad y a la vez de humildad, reconociendo un fallo y poniendo remedio sin más. Estoy segura de tu maestría y de que has hecho lo correcto. Lo cierto es que los cauces "acostumbrados" alguna vez dan resultado, pero no siempre, así que una forma motivadora, que puede ser la que tú has tomado u otra cualquiera, creativa y con ejemplos cercanos a nuestro mundo, a su mundo, siempre es efectiva.
    Por otra parte, tomo nota de ese libro, que me parece muy interesante, para mí y para mis alumnos de Artes Escénicas. Gracias

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  15. La primera reflexión que me surge después de leer tu post es que no tengo tan claro que sea una cuestión generacional o de costumbre a pesar de vivir en un mundo de "espectáculo" y dominado por la imagen. Creo que el teatro es fundamental en un aula, de hecho todos actuamos constantemente, así que lograr que a través del humor o quizá de ese "clown" que tu mencionas seamos capaces de captar a los alumnos, sinceramente no lo considero menos académico que una clase a la tradicional. Mi experiencia personal me lleva a mis clases de morfosintaxis (creo que pocas clases son tan duras). Cuando mis profesoras sorteaban de forma imaginaria bolsas de ganchitos y golosinas varias por adivinar y justificar de qué tipo de complemento, sintagma o categoría se trataba, aquello era una locura. Más que una clase de lengua era un concurso de la tele y había de todo menos orden, pero de allí salimos 5 filólogos. Evidentemente, que no todo era juerga también teníamos las clases tradicionales en las que se toman apuntes, pero esas clases tradicionales se complementaban perfectamente con esas clases sin guión aparente.
    Está claro que una misma clase va a funcionarte de manera distinta con cada grupo que la reciba, sea como sea, pero creo que no se debe confundir el pasárselo bien en clase, ambos, alumno y profesor, con el hecho de que eso no es lo suficientemente académico como para formar parte de un aprendizaje serio o productivo. Creo que al salir de clase nadie, ni los que se lo han pasado bien ni los de la clase tradicional, ha seguido hablando de la comunicación no verbal, de los emisores y los receptores, pero creo que eso nada tiene que ver con el método, ni con la generación, ni con el profesor. Quizá, simplemente sean cosas de la edad, pero esas con el tiempo se curan.
    Un saludo,

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  16. Yo, por mi carácter, tiendo al show, pero en muchas ocasiones mis clases son académicas. La verdad es que no sé que pensar. Supongo que hay conjugar clases más motivadoras con otras más serias. La mayor ventaja que le veo es que con aquellas en las que uno es divertido consigue ganarse a los alumnos para las otras.

    ¿Aprenden más pasándolo bien que aburriéndose?
    Por un lado creo que si pero por otro cuando a veces cuento un chiste, que guarda relación con lo explicado, me pregunto si aprenden algo o sólo se quedan en el chiste.

    Me parece interesante la pregunta que te haces… ¿es que todo se tiene que convertir en espectáculo?
    Pero además ¿puede todo ser divertido? ¿Podría uno dar siempre así las clases, innovar siempre y no cansar? Lo dudo. Ni todo puede hacerse ameno, ni uno tendría inspiración suficiente para entretener todo el tiempo.

    No digo que no haya que ser entretenido, ni que no haya que intentar que lo pasen bien, pero al mismo tiempo la instrucción tiene una parte necesariamente difícil, esforzada, laboriosa, rutinaria. Querer huir de ese aspecto de la vida es quimérico y solo puede llevar a la frustración.

    Por otro lado, intentar que se les haga lo más llevadero posible supongo que está bien.

    En fin, como ves, no termino de tenerlo claro.

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  17. Pues tampoco yo lo tengo claro, amigo mío. Quizá haya que ser todo al tiempo: profesor, payaso, actor, policía, psicólogo... y quizá unos días haya que hacer espectáculo, otros una clase más académica... Un poquito de teoría, otro poquito de práctica... Escribir, leer, hablar, debatir, comprender, memorizar, subrayar, recitar..., es decir, actividades variadas y de las tres conjugaciones, no sólo de una.

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  18. Parafraseando a Robert Houdin -padre del ilusionismo moderno- que decía que un mago es un actor que representa el papel de mago podemos decir que un profesor es un actor que representa el papel de profesor.
    Lo complicado es ir afinando nuestro personaje para que sea un útil instrumento. Sin ello no es posible ese milagro laico que es la comunicación en el aula.

    Un abrazo Joselu.

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  19. No conozco a mucha gente a la que
    en su adolescencia le gustara ir
    a clase.Aprender era un proceso
    tedioso en el que el miedo se
    convertía en el motivo para aprobar
    las materias.
    Yo abogo por un método participativo, entretenido.Algo así
    como lo que dijo B.Frankin:

    Dímelo y lo olvidaré
    Muéstramelo y lo recordaré
    Involúcrame y lo aprenderé

    Saludos

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  20. Animada por el debate que ha originado esta entrada, he recuperado algunas de las láminas de Quino con las que he trabajado el tema de la comunicación otros cursos (http://sapereaude3.blogspot.com/2009/09/quino-y-la-incomunicacion.html).
    Un saludo,
    Esther

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  21. Coincido con lo que mencionan algunos comentarios sobre la conveniencia de combinar clases académicas con otras en las que nos portamos como verdaderos showmen o showgirls. Determinadas lecciones, por lo "aburrido" de su contenido, siempre desde el punto de vista de los alumnos, se trabajan mejor en un ambiente diferente y estimulante, mientras que otros contenidos son más susceptibles de ser estudiados en un ambiente más formal. No creo que sea bueno para nosotros ni para ellos caer siempre en uno de los dos extremos. Los alumnos deben acostumbrarse a que no todas las clases tienen que ser entretenidas, igual que en la vida no todo es fiesta y diversión. Nuestra tarea consiste en hacer que aprendan y hacer que lo que estudiamos sea interesante, que no es lo mismo que divertido. Ahora bien, de vez en cuando tanto nosotros como ellos agradecemos un soplo de aire fresco y actividades más lúdicas para alcanzar una mayor motivación.

    Vuelve a ser un debate muy interesante el que planteas, como siempre.

    Un abrazo

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  22. Tener cualidades de showman – y son muchas las necesarias para serlo- es un recurso muy poderoso en un profesor, no tanto por lo que puedan aprender sus alumnos (quizá también) sino fundamentalmente para su propio bien, el aplauso y el calor que recibirá de su público le ayudará sin duda a no caer en el desaliento. Un verdadero seguro de vida, física, espiritual, anímica. Pero no deberíamos exigir estas cualidades a un enseñante [curioso que el corrector ortográfico me marca la palabra enseñante en rojo, como falta de ortografía, supongo que me sugerirá “educador”, efectivamente esta me la permite sin objeciones]. Ya Sócrates nos advertía que ante un tribunal de niños el éxito sería para el cocinero frente al médico, el sabor dulce es preferido al amargo de la medicina. Personalmente ante mi falta de recursos de actor –he sido incapaz de aprender a marcar el paso en los desfiles, no digamos a bailar- intento defenderme aprendiendo a reírme de mí mismo y algo de ironía. Por cierto que la ironía que era el recurso de Sócrates –el más poderoso recurso educativo- es actualmente denostado por los psicopedagogos y defensores de los prejuicios educativos más en boga en la actualidad. Creo que lo que debemos exigir a un profesor es el conocimiento de su disciplina, su deseo de enseñarla, algo de sensatez y poco más –el resto serán sus particularidades individuales.. hay infinitas- Si no bastan esas cualidades entonces podemos estar seguros de que ese sistema educativo es como poco deficiente... y casicon seguridad algo mucho peor.

    Envidio y aplaudo tus dotes y tu espontaneidad interpretativa, pero creo que tanto tú como yo sabemos que la enseñanza no es eso (ni la educación). O no debiera.

    Hace muchos años, cuando yo empezaba, el profesor del CAP nos arengaba “hay que seducir”, reconozco que lo creí, hace poco volví a escuchar la frase... Pero ahora sé que eran impostores.
    Se trata simplemente de ser sencillamente uno mismo.

    Buenas noches.. perdona la perorata -¡y a estas horas!

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  23. Hola Joselu,

    Estoy de acuerdo contigo. Pienso que ante todo hay que disfrutar y hacer disfrutar. Si se logra esa conexión dinámica y divertida, el aprendizaje nos entra no sólo a través del oído sino en un plis plás de sensaciones. Creo que sentir es vital para aprender y enseñar, se asume todo más rápido. He abierto mi blog, te invito a que te leas algún post, me encantaría leer alguna opinión tuya.

    Un saludo y gracias por este post tan vivo.

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  24. Joselu, no soy quien para juzgar tu "savoir faire", pero creo que has dado en el clavo en un aspecto. El tema que has intentado impartir es el mismo en las dos clases. En la primera te ha fallado la metodología; en la segunda, no.
    La respuesta es evidente. Me quedo con tu "actuación" por muchos motivos, pero principalmente porque has abordado el tema desde los conocimientos de los alumnos y a partir de ellos has tirado del hilo y has dado una visión más amplia del tema.
    El peligro de estas clases dinámicas es que los alumnos se lleven la idea equivocada de que no han hecho nada, solo hablar. Ahí tenemos otro cometido. Trasladar a los alumnos la importancia de hablar de temas que no son triviales. Si te sirve, yo tengo una recetilla. Al día siguiente, les propongo escribir unas líneas bajo el título: El otro día hablamos de... Ahí es donde te darás cuenta del calado de la conversación. El ejercicio de reconstrucción de lo dicho es muy rico.

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  25. Cada vez le doy más importancia a un detalle que en un principio parece poco importante: elhorario con los diferentes grupos. El año pasado me tocó dar a un 1º de Bach. de 14:10 a 15:00 dos días a la semana. La cosa empezó mal (aumnos cansados, hambrientos, ormidos...) hasta que me di cuenta de cuál era el camino que debía seguir, muy parecido a esa clase de la tarde que tan bien has descrito.Este año les doy clase en 2º y recuerdan con mucho cariño esas clases de las tres, como ellos las llaman. No creo en los métodos rígidos, se puede ser distinto cada hora, adaptarse a las circunstancias, dudar, como haces tú, Joselu, en tu entrada... y seguir buscando cada día el modo más adecuado de que nuestros alumnos aprendan. Un saludo.

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