Páginas vistas desde Diciembre de 2005




Mostrando entradas con la etiqueta Cataluña. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cataluña. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de marzo de 2020

Desde Cataluña un mensaje de afecto a los madrileños


Mi mujer y yo teníamos con frecuencia la costumbre de bajar sobre las ocho de la noche a tomarnos un vino turbio con las almendras como tapa que nos daban. En el bar gallego pasábamos tres cuartos de hora charlando. Nos contábamos cómo nos había ido el día. Era un rito que nos encantaba y el camarero cuando nos veía entrar, rápidamente sacaba la botella de vino turbio y lo echaba en nuestras copas con alegría.

¡Qué lejos queda esto! –pienso-. Lo que era normal y hasta repetitivo en nuestra vida social ha dejado de existir. ¡Cuándo volveremos a salir con los amigos a cenar, a tomar unos pinchos, unas copas…? Esas rutinas que ahora nos parecen inimaginables cuando vemos todos los bares cerrados, todos los comercios cerrados, salvo las tiendas de alimentación en horario restringido y a las que entramos de uno en uno, o a lo máximo de dos en dos.

Mis sueños también se contagian de inquietud y esta madrugada me he despertado muy agitado con lúgubres pensamientos. Para alejarlos he leído unas páginas de la novela La habitación de los susurros de Dean Koontz, algo ligero para sobrellevar días de fuerte carga emocional.

En casa, el encierro continúa. Nos juntamos en las comidas que procuramos que sean apetitosas y variadas para paliar la inquietud. Luego mis hijas colorean láminas que descargan de internet o hacen puzles o ven series actuales o antiguas o hacen gimnasia con algún vídeo de Youtube. 

Alguna vez me conecto por Skype con algún amigo o amiga, leo, reviso las publicaciones de los blogs o periódicos internacionales americanos, ingleses o italianos. El mundo entero gira en torno a una palabra maldita. Es el título de mi diario estacional, el de primavera al que he llamado Diario del Coronavirus. Sueño con que pase el tiempo y de pronto estemos ya en junio y yo comience el diario de verano, espero que en otras circunstancias.

Una buena noticia es que en Italia por primera vez ha descendido el número de fallecidos. Quizás hayan llegado ya al pico del que estamos lejos todavía en España.

Desde Cataluña, un inmenso calor y afecto a los madrileños que están en el epicentro de la pandemia. Pensaré en vosotros cuando aplauda esta noche. 

viernes, 22 de abril de 2016

Félix de Azúa y el sistema educativo catalán.


Hace unas semanas Félix de Azúa en una entrevista manifestó algo parecido a que en Cataluña en la escuela se enseñaba a odiar a España. Pongo aquí el enlace a su entrevista en La Vanguardia. Esto fue en vísperas de su ingreso en la Real Academia Española. Félix de Azúa se ha trasladado a vivir a Madrid desde que nació su hija.

No he leído a Félix de Azúa, lo reconozco. No soy consciente de su obra literaria, pero esto no me va a servir para denigrarle ni para insultarle ni para condenarle al infierno de los réprobos catalanes, víctimas de autoodio como muchos han querido hacer con Azúa.

Llevo treinta y siete años en el sistema educativo catalán. Evidentemente mi visión es parcial, solo conozco aquello que he vivido en los centros en que he estado. Vi que sus afirmaciones levantaban olas de reprobación contra él desde muchos ángulos de la comunidad educativa o desde sectores muy variados que vieron en sus declaraciones algo abominable y vergonzoso. Miserable leí en algún sitio.

¿Es cierto que en Cataluña se enseña a odiar a España en las escuelas? Es algo muy arriesgado sostener esto sin un adecuado y sutil análisis. Tal vez es escribir con trazos gruesos un sentimiento que tiene algo de real pero que expresado así es poco adecuado. Yo no diría que en los centros de enseñanza se enseñe explícitamente a odiar a España, al menos de forma generalizada, pero sí que se actúa de forma coordinada para vivir sin la presencia de España o lo español. En efecto, nada hay en el sistema educativo que evoque a España, en todo caso, se menciona de pasada algo sobre un “estado español” que está en alguna parte pero lejano y en todo caso nunca de forma afectuosa o cálida. Cae sobre esa expresión una frialdad absoluta. Esto no quiere decir que algunos profesores sí que prediquen, los hay, desdén y rencor contra esa realidad. Desde los medios de comunicación desde luego todo lo relacionado con lo español en cualquiera de sus formas es considerado rancio, casposo, facha, españolista....

En cualquier fiesta, en cualquier celebración, en cualquier objeto como una agenda escolar, se omite totalmente cualquier referencia a España, país en el que se supone que estamos dentro. Ni a sus fiestas. Es obvio que el día de la Constitución es tabú. O el doce de octubre. Yo no diría que se educa en el odio, pero sí en el desdén, en la distancia, en la omisión completa de esa referencia que para muchos de los que están detrás es odiosa, claro está. El término España no existe en la realidad educativa catalana. Es objeto de una omisión clamorosa. Es algo que es tan palpable que no nos damos cuenta siquiera. Para mí profesor de lengua sé que es totalmente inapropiado que yo escriba en ningún sitio administrativo que soy profesor de lengua española. Lo soy de lengua castellana, que es tolerada siempre que no se salga de los cauces discretos donde debe estar. Nadie nos persigue, lo digo por propia experiencia de tres décadas largas en el sistema educativo catalán, pero sabemos que hemos de ceñirnos a unas normas implícitas que ya se aplican de forma inconsciente.

Hoy por ejemplo, en la fiesta de Sant Jordi, ninguna referencia a Cervantes. Celebración festiva, animada, participativa, emocionada, todo lo que se quiera. Premios de escritura en lengua castellana y catalana, es bien cierto. Pero cuidado con salirse del tiesto celebrando algo que es ajeno a la tradición cultural propia. No digo que fuera reprimido, no, pero no se suele hacer, por lo que sea.

Me imagino la situación en Francia y se me hace inconcebible. En un centro de enseñanza que no se hiciera mención jamás de la palabra Francia, y que se evitara toda referencia a la literatura francesa, o que la bandera tricolor no pudiera ondear de ninguna manera. Pacto de silencio absoluto al respecto. Esto es lo que pasa en Cataluña.

Los profesores de lengua castellana no recibimos ninguna especial malevolencia abiertamente. Es todo más sutil. Ya tenemos asumido nuestro papel y no nos salimos de él. Es pura supervivencia. No sé si es temor o solo saber dónde estamos. Advierto que a veces mantenemos conversaciones inapropiadas pero cerramos la puerta para que no se nos oiga en el pasillo. No ha habido en mi centro ninguna propuesta para celebrar el cuatrocientos aniversario de la muerte de Cervantes. Me pregunto qué hubiera pasado si se hubiera querido hacer algo destacable al respecto, es decir, algo con resonancia entre la comunidad educativa. No sé qué hubiera pasado. Tal vez nada, pero nunca se sabe. Por lo que sé, es mejor no mear fuera de tiesto y permanecer adaptado al ambiente en que sabemos que eso no es conveniente. Ya me entienden.

Los anómalos como yo aprendemos a nadar entre dos aguas. A veces tenemos alguna salida del guion, pero oportunamente se nos obvia y se nos ignora. Esta es la fuerza más poderosa que opera sobre cualquier persona, la reducción a la insignificancia.

Doy clase en un centro educativo en una comarca mayoritariamente de habla castellana (ya ven que escribo acorde al guion). En las clases jamás manipulo a mis alumnos pero se sorprenden muchos cuando menciono el nombre de España. ¿Cuánto hace que has llegado a España? –pregunto a un alumno marroquí o peruano. Estoy seguro de que nadie le ha hecho esa pregunta jamás en el instituto. Mi única rebelión es atreverme a violar el tabú de mentar la realidad de España. Por lo demás jamás he hablado del asunto con mis alumnos. Los respeto y no quiero intervenir de ninguna manera.

Me pregunto cómo será la realidad en la Cataluña profunda, esa Cataluña interior donde hay esteladas en todas partes, incluidos ayuntamientos, paseos, glorietas, cimas montañeras, albergues de montaña... Esa Cataluña que respira nacionalismo por cada poro y que sabe que la desconexión hace mucho tiempo que ya es una realidad. Forma parte de un plan que lleva más de treinta años realizándose.

Pero ya digo que solo hablo de lo que conozco.



Selección de entradas en el blog