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viernes, 8 de diciembre de 2006

Mi primera clase



Todo profesor recuerda con especial emoción su primera clase. Es un momento especial, de igual forma que lo será la última clase el día que llegue. También serán un lugar y tiempo inolvidables por la intensidad dramática que conllevarán esos instantes de despedida de tus alumnos.

Mi primera clase fue un mes de diciembre de hace ya bastantes años, al menos veinte. Yo acababa de terminar el servicio militar en Zaragoza y llegaba, fresco e inocente, a Barcelona a impartir clases. Después de unos escarceos en el mundo de la hostelería del que salí huyendo, me llamaron de un colegio de monjas situado en un barrio de clase media catalana. La superiora de la congregación y directora del colegio me vio recién estrenadito, con el pelo corto de la mili y mi aire de seriedad ingenua e inmediatamente me admitió como profesor de segundo y tercero de BUP del colegio de Santa Teresita del niño Jesús, una orden carmelita francesa, que tenía en la doctora de la iglesia, también llamada de Lisieux, su fundadora e ideóloga.

Yo, sin embargo, había llegado allí imbuido de ideas libertarias y contraculturales que me iban a llevar a enfrentarme con mi pasado en un sórdido y tétrico colegio de curas en el que pasé nueve interminables años durante el franquismo. Mi paso por la universidad me llevó a militar en movimiento de oposición a la dictadura y lucha revolucionaria por una sociedad diferente.

Recuerdo perfectamente aquella primera clase con alumnas –el colegio era exclusivamente femenino- de segundo de BUP. Recuerdo el croissant y el cortado que me tomé diez minutos antes de entrar en clase con un montón de ideas bulléndome en el caletre. No sabía muy bien cómo dirigirme a ellas. Por un lado quería ser un profesor diferente a los que había tenido en el colegio, pero por otro lado anhelaba convertirme en un profesor motivador como algunos que había tenido en la universidad cuyas clases me habían fascinado.

Mi experiencia en la enseñanza era igual a cero. Había visto películas que tenían a profesores como centro del relato: Jonas en el año dos mil tendrá veinticinco años de Alain Tanner, una película esencialmente utópica centrada en unos personajes que vienen del mayo francés; una serie de televisión titulada Lucas Tanner, profesor de literatura. Éste llevaba a sus alumnos al bosque a leer los poemas de Walt Whittmann con los pies metidos en el agua del río. Creía, pues, en ese profesor mágico, que después se llevaría al cine en El Club de los poetas muertos, ese profesor que era capaz de transformar a sus alumnos haciéndoles ser ellos mismos, una especie de profesor misionero del que luego he aprendido a desconfiar y rechazar.

Acababan de estrenar Pepi, Lucy y Bom y otras chicas del montón de Almodóvar. España vivía su peculiar transición del franquismo a la democracia con una extraordinaria alegría y espíritu subversivo. Todo era burbujeante y la sociedad anhelaba libertad y cambios. Recuerdo como fantásticos los carnavales de aquellos años, igual que las verbenas o las hogueras de San Juan. Reinaba la alegría y una euforia creadora como no se ha vuelta a producir en la historia posterior de España. Estábamos borrachos de felicidad y queríamos que todo fuera diferente. Estábamos, los que lo vivimos, en el año cero.

Al menos, así lo vivía yo cuando entré, acompañado de la directora de Santa Teresita, en mi clase de segundo de BUP. Allí me esperaban veinticinco muchachas de quince y dieciséis años expectantes ante el nuevo profesor. El anterior había durado una semana por su tono agrio y autoritario, según me enteré después. Yo les daba Literatura Española. La directora me presentó y luego me dejó solo. El silencio era total. No sabía qué iba a decirles, pero entonces me empezaron a venir las palabras a la boca y me dediqué a lanzarles un montón de insensateces, tal como las veo ahora. Hablé toda la hora sin dar respiro. Les propuse una asignatura en libertad, en la que estaban de antemano aprobadas, porque lo importante no eran las notas sino aprender por su propia motivación. No habría exámenes, al menos como los tradicionales, aunque no aclaré cómo les evaluaría. Me imaginaba que todas se entusiasmarían con el sistema o la falta del mismo. La literatura era hermosa por principio, leerían por placer y luego comentaríamos en clase sus ideas. Hablé de literatura maldita, de los Beatles, de los cantantes roqueros del momento, de sus letras, de sus canciones… de la contracultura, de la revolución. Habían de ser sujetos activos y creadoras de nuevos conceptos. Yo sería un coordinador, sin los flecos autoritarios que recordaba de mis profesores en el detestado colegio de curas.

Nada de aquello funcionó aunque en tercero de BUP sí que hicimos clases antiautoritarias de enfoque anarquista que tuvieron a la literatura como centro y las alumnas que asistieron nunca olvidarán. Las clases se convirtieron en auténticos happenings de difícil catalogación. Eran, si se me permite la expresión, realmente estremecedoras.

Cometí todos los errores posibles concentrados en un día. Quería ser diferente y lo conseguí pagando un alto precio. He de decir que coincidiendo con mi incorporación al centro, llegaron otros dos profesores jóvenes en mi misma onda. Ya he dicho que era una especie de fiebre universal de cambio el que agitaba la sociedad española. Poco a poco tuve que ir arriando velas e intentar reconducir la clase por unos parámetros más convencionales. Los debates no funcionaban y mi renuncia a los exámenes no se pudo mantener; mi academia peripatética perfecta donde profesores y alumnos serían colegas y no enemigos naufragó para mi estupor. Me costaba mantener el orden en las clases y al final me vi desbordado. Pasé el resto del curso intentando comprender lo que había pasado y deshaciendo lo que había propugnado el primer día.

Sin embargo, a pesar del tiempo pasado y todo lo que posteriormente he aprendido que va en una dirección totalmente distinta de lo que he contado, veo dentro de mí, un pequeño personaje disolvente y antiautoritario, que he de reprimir, y que me recuerda aquel primer día y todo lo que dije en una especie de borrachera de euforia antipedagógica.

domingo, 3 de diciembre de 2006

La ortografía en los blogs


Los docentes que nos dedicamos a promover los blogs como herramienta educativa, instrumento de conocimiento y vehículo de expresión de ideas nos topamos con el grave inconveniente de la pésima ortografía que existe en ellos.

Hemos de distinguir entre los blogs personales y los blogs educativos o de la clase. En estos últimos, el profesor revisa y verifica con rigor el correcto estado de la ortografía y apunta a cuestiones de estilo y de coherencia del discurso. Los materiales que llegan están contrastados por dicha corrección estilística y no suelen plantear problemas.

La cuestión estriba en los llamados blogs personales que circulan, a veces enlazados al blog de la clase, en donde nuestros adolescentes dan rienda suelta a sus reflexiones, sentimientos e ideas… allí donde se apasionan con el contacto íntimo de la blogosfera. Allí precisamente las faltas de ortografía son dueñas y señoras de cada post, si no es que la jerga resultante no es la propia del mundo de los SMS con sus abreviaturas, iconos y tipografía características. He visto blogs escritos íntegramente con este tipo de tipografía por parte de alguna alumna que no suele cometer demasiadas faltas de ortografía en sus redacciones y escritos de clase.

Las confusiones en el uso de la b/v, g/j, h, s/x, signos de puntuación, mayúsculas, y no digamos de los acentos… son abrumadoras. Las recomendaciones del profesor en el sentido de que extremen el cuidado en el estilo y la ortografía son consideradas como limitaciones a la libre expresión y la espontaneidad de cada uno. Si se pararan a considerar sus posibles errores ortográficos ¿cómo iban a escribir? –parecen sostener-. El primer paso –les dice el profesor- sería redactar un borrador que debería cotejarse con el diccionario y con algún corrector de textos, aunque ya sabemos que estos no son infalibles sino más bien bastante falibles. Posteriormente, el texto debería ser revisado por el profesor antes de ser publicado.

Da la impresión de que igual que existe una moda híbrida donde todo cabe, en la que se mezclan los estilos y en la que las concepciones acerca de los gustos han quedado obsoletas, igual se comportan con la ortografía: con un descuido y una dejadez absolutas, tal como si la buena ortografía fuera una cuestión autoritaria del pasado, una rémora del franquismo podríamos decir. Su libre expresión pasa por hacerlo con entera libertad sin coerciones ni restricciones. Es una marca generacional que se percibe en sus blogs, en sus posts y en los comentarios que reciben que suelen ser todavía más disparatados. Es como si en ese neolenguaje antiautoritario dejaran la señal de la generación a la que pertenecen, no sé muy bien cuál es pero algún alumno ya la ha calificado de la generación bloguera.

Para el profesor es un gozo ver cómo sus alumnos aprovechan la herramienta que suponen los blogs. Son fragmentos de libertad y de creación personal. Pero asiste con horror a la perversión ortográfica que reina en ellos. No sé cuál es la solución, pero mucho me temo que nos desborda por la tendencia mayoritaria que supone.

Tengo la teoría de que la buena ortografía se aprende desde las primeras letras. Un alumno a los nueve años debe tener ya una correcta ortografía y una clara conciencia de la normatividad. Luego hay que añadir e ir puliendo. Si esto no es así, si el alumno no supera este estadio con una correcta ortografía, el proceso está viciado desde la base porque nunca tendrá idea nítida de qué es lo correcto y lo que no, y cuanto más escriba más profundizará en su confusión. Máxime en las comunidades bilingües como Cataluña donde se mezclan dos lenguas muy próximas y con sistemas ortográficos muchas veces contrapuestos. Si un alumno no tiene clara cuál es la norma sobre el uso de la acentuación, las mayúsculas, los signos de puntuación y de las distintas grafías a los nueve años, es difícil que logre alcanzarlo posteriormente. Pues bien, esto no se consigue en la escuela primaria, ignoro el motivo, y cuando llegan a secundaria los alumnos suelen asistir imperturbables a nuestros discursos, a nuestras cuidadosas correcciones de sus textos, a todas nuestra técnicas de mejora. Es un asunto que dan por perdido y al que no le dan demasiada o ninguna importancia. Terminan por asumirlo con orgullo y nada hay en la sociedad que les lleve a pensar lo contrario. Sólo cuando algún día busquen un trabajo donde sea necesaria una buena ortografía, se darán cuenta de lo imprescindible que era, pero esto no es lo mayoritario y así encontramos a cualificados profesionales que tienen una ortografía desastrosa.

Con esta entrada, me uno al manifiesto Eres lo que escribes y me hago eco de los múltiples artículos que se han ido publicando estos últimos días en el ámbito educativo.
Todo ha comenzado con la bitácora de Gabriel Trujillo Muñoz Eres lo que escribes. Eres como escribes que aboga por la corrección ortográfica en la blogosfera, y en su estela la bitácora del tigre de Eduardo Larequi, A pie de aula de Lourdes Doménech, y Como una reina de María José Reina.

jueves, 30 de noviembre de 2006

La paradoja del enseñante



Un día cualquiera en el que tienes pocas ganas de hablar y de explicar. Te cansa hacerlo a piñón fijo. Prefieres que sean los alumnos los que trabajen. La disertación es cansina. Ya no crees en ella. Es mejor que sean ellos mismos, tus alumnos, los que busquen los datos, los que saquen consecuencias, los que hagan aportaciones. El profesor que lo sabe todo creo que está pasando a la historia. El profesor se convierte en un coordinador, en un aleccionador, en un conductor de potencias en ciernes.

Les proyectas a primera hora Bodas de sangre. Ya se la has pasado a otros cursos. Tú la has visto docenas de veces desde aquella primera y emocionantísima vez que la viste enamorado en París. Mis alumnos la han visto con atención. Era primera hora de la mañana. El DVD ha trasteado un poco pero al final ha funcionado. Cada vez que la ves es como si fuera la primera. Asistes con detenimiento a cada detalle, a cada imagen, a cada encuadre. Eres como un niño que ve su película infinidad de veces. No has tenido que hablar. ¡Qué maravilla! La película se explica por sí sola tras haber leído la tragedia, la maravillosa tragedia de Federico García Lorca.

Eres tutor. Tienes una entrevista con una madre de una alumna. No es propiamente su madre pero es como si lo fuera. Hay emoción en el encuentro. Hay citas que se cargan de dramatismo e intensidad. Surgen historias terribles e injustas. Intentas que la alumna dé más de sí. No sabes si puede hacerlo. Presionas para conseguirlo. No sabes si has tocado las teclas adecuadas porque has puesto a la alumna en un compromiso delante de su “madre” y esto es un error según Frank McCourt en su libro El profesor. A veces no hay que decir totalmente la verdad a los padres si ésta pone en dificultades a los alumnos. Esto les lleva a perder la confianza que tienen en el profesor. Pensarás sobre ello el resto del día.

Para terminar la mañana un ejercicio de comprensión lectora. Los alumnos te piden ir a internet a “cuidar” sus blogs, pero hoy no toca, aunque la semana que viene hay un tremendo puente o acueducto de cinco días sin clase. Es un puente que desarma lo que queda de trimestre y rompe totalmente el ritmo de las clases. Todo sea en honor de nuestra Constitución –que nadie celebra- y la Inmaculada Concepción -en la que nadie cree-.

Les planteas un texto sugerente que parece gustarles. Es periodístico y cuenta la historia de un subdirector general de investigaciones agrarias que aprendió a leer a los diecinueve años. Haste entonces había sido pastor de cabras. Luego terminó haciendo la carrera de ingeniería y el doctorado. Ha escrito quince libros y ocupa un alto cargo en la dirección general de investigaciones agrarias. Están callados. Tú les vas ayudando individualmente según te plantean sus dudas. No tienes que explicar. El texto es suficientemente elocuente.

Por la noche, atiendes a tu correo electrónico. Entras en los blogs de tus alumnos. Lees lo que van escribiendo. Algunos son sumamente interesantes. Se destapan blogueros de raza que son conscientes de pertenecer a una nueva generación. Kiko anima a sus compañeros a crear sus blogs porque "todo el mundo tiene algo que decir". Es la base de los blogs. Todos tenemos algo que decir y encontramos en la blogosfera a alguien que quiere oírte, alguien a quien tus palabras no le dejan indiferente. Puede que sea uno o veinticinco. Es esa necesidad expresiva la que hace tan contagiosa la experiencia del blog.

Última sorpresa cuando te vas a dormir. Un alumno de cuarto se te ha colado en el blog de Profesor en la Secundaria. Querías evitarlo. Querías mantener tu blog alejado de tus alumnos. En este caso el alumno de forma anónima te anima con tus proyectos, incluido el de ir a ver la película de Al Gore, Una verdad incómoda que habías descartado por lo complejo de la película. El alumno ha leído tus últimos posts. Estás al descubierto. Era un peligro que acaba de concretarse. Esperemos que las consecuencias sean positivas. Al fin y al cabo lo que escribes no puede ofender a nadie. Procuras escribir con respeto sobre tus alumnos y el mundo educativo.

Diderot escribió un magnífico libro titulado La paradoja del comediante. En él planteaba la contradicción del actor que para representar dramáticamente una escena necesitaba estar frío en el aspecto emocional. Es la misma paradoja del enseñante. Cuanto más frío esté, cuanto más se sepa contener, cuanto más sepa reservarse, mejor podrá desempeñar su trabajo. El exceso de pasión no ayuda sino todo lo contrario. Cuanto más sereno voy a clase mejor profesor soy. El problema es que no siempre eso es fácil de conseguir, exactamente igual que a los actores. Hay que saber enfriar la cabeza y tener cálido el corazón.

martes, 28 de noviembre de 2006

Comunicación

Cuando comienzo un curso académico, el propósito principal que persigo es el de establecer una buena comunicación con mis alumnos. No siempre es fácil porque como sabe todo conocedor de la teoría de la comunicación, ésta supone un intercambio de flujos informativos. No basta que yo intente establecer puentes sino que los que actúan como receptores han de ser sensibles a dicho esfuerzo y corresponder a él. Y no todos los grupos humanos responden del mismo modo. Cada curso, cada clase, es un misterio. Nadie sabe cómo y por qué vas a conseguir articular una comunicación efectiva con sus miembros que actúan como colectivo. En efecto, el profesor dice. Voy a cuarto A, o voy a cuarto B, o voy a cuarto C. E, inmediatamente, se abren realidades distintas y complejas.

Con tal curso hay una relación de simpatía, de receptividad, de respuesta positiva a tus iniciativas y propuestas. Y, sin embargo, con la clase que está al lado, no consigues dicha relación teniendo en cuenta que son cursos de niveles muy homogéneos y que no abundan los elementos especialmente conflictivos. Para tu pasmo, oyes que otro profesor te comenta que le pasa exactamente lo contrario. Que es con el curso que tú te llevas regular con el que él consigue una buena comunicación.

Llevo años en la profesión y todavía me estoy sorprendiendo de lo variados que son los grupos humanos, tanto como las personas. El mismo profesor se descubre con dificultades enormes para impartir una clase cuando acaba de darla en el curso de al lado con toda comodidad.

No sé si recuerdan mi propósito de iniciar mis clases con un espacio de escucha activa llamado Rincón poético. Mi objetivo era comenzar la unidad didáctica con la lectura de unos poemas motivadores que crearan un clima de atención y que los hiciera sensibles al lenguaje poético. La idea no era mala. Es importante educar a los adolescentes en su capacidad de recibir el lenguaje de la poesía. Sin embargo, observé rápidamente que en un curso la lectura de poemas era motivo de jolgorio y distracción. No me ayudaba a reconducir la clase sino todo lo contrario. Estuve varias semanas leyéndoles poemas de distintos autores pero al final tuve que desistir. Cualquier verso que les hiciera gracia era ocasión de pérdida de tiempo y de alboroto. En el curso de al lado, he continuado con esta propuesta, y si algún día se me olvida, son los alumnos los que reivindican su derecho a escuchar buena poesía. Sé que cuando llego a dicho curso he de llevar preparada la lectura de tres o cuatro poemas, que antes he tenido que escoger cuidadosamente, lo que me lleva un tiempo precioso pero que doy por bien empleado.

El profesor de literatura es uno pero la recepción de sus enseñanzas es compleja. A veces se consigue una buena comunicación y otras veces esta comunicación no existe en absoluto por mucho que intente entregarse y se prepare las clases.

El profesor es un conductor de personas, una especie de manager de grupo que está expuesto a la diversidad humana y a la sorpresa continua. Sin embargo, hay algo que repugna a la idea de ser un buen profesor: la de ser un domador de personas. Este fin de semana he asistido como espectador a una función de circo. En ella, unos payasos dirigían las cabriolas y evoluciones de distintos tipos de cuadrúpedos, desde ponies, a asnos o caballos grandes. Por otro lado había conejos y palomas. Todos actuaban como esperaba el domador o el prestidigitador. No creaban ningún problema. Todo respondía a un esquema preestablecido. Estaban hábilmente domesticados. Carecían de impulso propio.

Ni nuestra función ni nuestros alumnos son afortunadamente así. No podemos programarlos para conseguir una respuesta determinada de antemano. Cada curso académico es un descubrimiento –los hay afortunados y los hay complicados-; cada clase a la que entras es un problema diferente – las hay cómodas y las hay muy difíciles- ; cada alumno al que te enfrentas es un sujeto distinto que te expone a cuestiones diferentes. El objetivo es que tienes que enseñarles algo, que la experiencia y aprendizajes acumulados en tantos años de estancia en un centro educativo sean fructíferos.

A mitad de curso hay veces que cuando vas a clase lo haces con una alegría incontenible, con unas enormes ganas, y otras veces cuando suena el timbre, respiras hondo varias veces y te dices: allá voy, que no me pase nada.
Somos prestidigitadores de sombras o algo así. Pero en ocasiones nos sale mal el truco y quedamos fatal. Otras veces amas endiabladamente esta profesión tan disparatada, si se me permite el adjetivo.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Corazón kikuyu



He dudado si titular este post tal como le he hecho o de forma diferente: La literatura como desafío. He optado por el primero porque todo el que en google escriba Corazón kikuyu será redirigido a este blog y ello puede ser una experiencia interesante por lo que les contaré a continuación.

Corazón kikuyu de Stefanie Zweig es una espléndida novela autobiográfica ambientada en Kenia en los años anteriores y simultáneos a la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas son Vivian, niña alemana judía que llega a África huyendo con su padre de la persecución nazi, y un muchacho kikuyu de su edad llamado Jogona. Vivian ha crecido en la maravillosa libertad que sólo existe en África y se ha terminado identificando con el sentimiento de la vida de los africanos. Su padre, en cambio, recuerda continuamente Alemania y no logra compartir las emociones de los kikuyu como su hija que se ha formado con sus ritos y costumbres.

El núcleo de la historia es una relación de amistad entre los dos niños que tienen ocho y nueve años cuando comienza la narración. Paralelamente a su sentirse amigos (rafiki), Vivian se siente en todos los sentidos como una más de la tribu de los kikuyu. Su amistad evoluciona y se convierte en otra cosa más intensa, pero la realidad hará que ambos crezcan y se hagan hombre y mujer. Y ese será un momento terrible y lleno de tensión. Probablemente no es la historia más apasionante pero sí es de las más honradas y humanas que han sido escritas en las últimas décadas para todos los públicos y en especial el juvenil.

¿Qué han opinado mis alumos de la novela? Ustedes mismos pueden juzgarlo entrando en el blog de la clase Lengua en movimiento. Allí tienen plasmadas sus impresiones y juicios que constituyen toda una sociología del gusto adolescente en sus propias palabras y modo de expresarse que recomiendo vivamente.

En síntesis puedo rebobinar sus comentarios:

- Por un lado les ha parecido falta de acción, lenta, carente de intriga y monótona. Han juzgado que adolece de falta de emoción y tensión, que le falta "algún problema" que le dé consistencia.

Es aburrida afirman muchos. Sólo habla de los personajes -opinan- , "se enrolla demasiado". Hubieran esperado, sin duda, otro final más de acuerdo con el happy end. En definitiva, el juicio mayoritario es que le falta acción, una chispa de intriga.

- Por otro lado, me he dedicado a espigar en sus comentarios otras notas y colores. Por ejemplo, ha habido los que han estimado positivamente la relación entrañable de amistad entre Vivian y Jogona. Han glosado que la novela muestra cómo viven y piensan los africanos así como sus costumbres. Alguno ha dicho que era intenso y emotivo ver cómo se relacionan dos culturas tan diferentes y cómo Vivian quiere a África como si fuera su país (es que es "su" país diría yo).

"Se ha dado valor al mundo delicado de sus sentimientos" y alguno ha terminado fascinado con el continente africano, un mundo más allá de las convenciones conocidas donde existe la libertad y donde los valores materiales no valen nada.

Da otro punto de vista sobre África -comenta alguno-. Hay sorpresa al final. "Es un libro que hace pensar mucho". "Te hace sentir alegría, tristeza y rabia".

Es un libro en que predominan los sentimientos de los personajes sobre la acción y que presenta una visión del mundo diferente opina sabiamente algún alumno.

¿Qué quieren que les diga? Probablemente había otras lecturas más adecuadas al mundo adolescente, con más emoción e intriga, pero yo considero también que hay que arriesgarse y proponer otros manjares más delicados que les eduquen la sensibilidad y es que entre otras cosas somos eso, educadores de la sensibilidad. Y este libro es un instrumento maravilloso para hacerles sentir el mundo de modo diferente al habitual. Luego además pueden ejercer espléndidamente la crítica literaria como han demostrado en el blog. No se pierdan sus opiniones. Merecen la pena.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Navegando

Siguen apuntándose alumnos de cuarto de ESO al taller de blogs que hemos abierto en wordpress. Casi todos están creados en blogguer supongo que porque es el más conocido y sencillo de activar, aunque también wordpress es extremadamente flexible y cómodo.

Esta creación de blogs está abierta a las sorpresas por la temática de los blogs allí inscritos. Son importantes vehículos de expresión de sus inquietudes e intereses, algunos sorprendentes porque no responden a lo que sabes del alumno en el aula. Hay varios de humor absurdo entre los que destaca el blog de Jesús, un alumno que me ha dejado boquiabierto por su verbo desatado e incontenible. No tiene internet en casa y se dedica a escribir los posts con bastante frecuencia en los ciber del barrio. Su humor es disparatado. Se refleja su atracción por el mundo del manga y los relatos hilvanados al modo folletinesco.

En Lycanworld, con estética negra, la autora dejan constancia de su fascinación por el mundo de la licantropía, por los estados de ánimo melancólicos o la crónica de partidos de voleibol, de momento todos perdidos. Es una alumna que repite por segunda vez cuarto de la ESO, pero este año parece que está poniendo más de su parte. Su problema es la pereza y la falta de ganas. Esperemos que esta tercera vez que cursa cuarto, pueda sacárselo e iniciar un bachillerato artístico que es el que le atrae. Es un blog que promete porque refleja una visión personal del mundo.

Et dut ulertzen en un blog nuevo, recién enlazado, en la que la autora arremete contra el el poco o nulo uso que se hace del catalán en una población como la que vivimos. Se queja del desprestigio que tiene la lengua catalana entre sus compañeros y promueve un debate de ideas. El título del blog en euskera sugiere un trasfondo de ideas complejas e interesantes. Esperemos que su propuesta alcance múltiples respuestas porque el tema abierto bien merece una discusión ordenada en un barrio en que la lengua predominante casi al cien por cien es el castellano.

El rincón del Tito Bob plantea un conglomerado de temas desde deportivos a medioambientales o musicales (El mago de Oz, Bob Marley). Combina colores en lo que parece ser una estética rasta. Es un blog que le falta algo de dirección, aunque contiene ideas sugerentes y revela a un alumno preocupado por los temas sociales y ecológicos. En su primer post, que retiró, recogió unas instrucciones sobre el cultivo de la marihuana.

El blog de Sarai, Una parte de la danza, en estética rosa, recoge algunos posts referidos al mundo de la gimnasia rítmica haciendo una semblanza de una campeona de la disciplina citada, aunque sin mencionar su nombre. Todavía no ha recibido ningún comentario quizás por lo minoritario del deporte del que trata. Esperemos que este blog que tiene una dirección clara y definida alcance cierto éxito. Ya sabemos que la vida del bloguero es esforzada. Lograr que te lean es una tarea que implica mucho trabajo y constancia.

De todo un poco es un blog de aire frívolo que plantea minitests semanales sobre los gustos de vestuario de los jóvenes o sobre sus preferencias sobre el sexo opuesto. Es de los blogs menos comprometidos de los presentados y revela el mundo adolescente de la autora.

Un blog de humor ¿inteligente? también es un blog de humor pero que últimamente no ha sido renovado tras un inicio prometedor. El autor tiene destellos buenísimos de humor a partir de situaciones cotidianas.

Otro blog, que todavía no he enlazado, es el de una alumna de estética gótica que se centra en temas dramáticos y duros tales como la violencia machista en el ámbito doméstico, la tortura a los animales y los niños de la guerra en países africanos. Su último post es un vídeo musical de Youtube anarquista y constestatario sobre la prohibición social de la droga y la desigualdad social. Me han impresionado la dureza de los temas y el enfoque de los mismos.

No hay duda de que la realización de un blog necesita de un sentido y una dirección. Todos estos blogs la están buscando. Es por eso que es un ejercicio absorbente si los alumnos son constantes en su empeño. Implica un esfuerzo de definición temática y de elaboración gramatical. El profesor sigue atentamente esta dedicación y espera con gran interés que los alumnos perserveren en la edición y realización de textos o imágenes entendiendo que escribir un blog supone una búsqueda de uno mismo y la creación de un mundo personal que conocemos todos los que nos dedicamos a bloguear con pasión continuamente renovada.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Trabajando con wikis


En mi decidida apuesta por la incorporación de las nuevas tecnologías al aula como intento de aunar progreso tecnológico y aportación intelectual, he creado mi primer wiki para alumnos de primero de Bachillerato en la asignatura de Literatura Universal. El tema que tenían que desarrollar era la Literatura árabe.

Imagino que los que me leen conocen la estructura de un wiki, pero para aquellos que lo desconozcan les pondré como ejemplo de wiki la popular Wikipedia en la que todo aquel que quiera hacer una aportación creadora puede hacerlo. Son páginas libres, son espacios abiertos a la escritura cooperativa. Un wiki es sencillo. No es necesario conocer lenguaje html ni otras complejidades de diseño. Una página está abierta a la creación y aportaciones de distintos usuarios. No es un recinto sagrado. Todo aquel que considere que puede mejorarla, puede hacerlo. Se pueden insertar esquemas, imágenes, vídeos, texto… y éste puede ser modificado para hacerlo más complejo y rico.

Además cada modificación queda registrada. Se puede rastrear el proceso de elaboración de un tema a través de las sucesivas versiones realizadas. Se ve qué se ha añadido y qué se ha eliminado, a qué hora ha sido y quién lo ha hecho porque un wiki puede ser un espacio público, de modo que cualquiera puede modificarlo, o puede ser un espacio restringido para un conjunto de usuarios que son quienes pueden cambiarlo.

Imagínense un antiguo trabajo presentado por escrito pero ahora con la posibilidad de hacerlo online tal como he descrito. Facilita el trabajo cooperativo y el aprendizaje al margen de la autoridad del profesor que se convierte en un coordinador del aula y un proveedor de recursos técnicos e intelectuales.

Mi experiencia ha sido positiva. La propuesta interesó a mis alumnos. Enseguida vieron que aquello entrañaba otra forma de aprender. Distribuí los temas y ellos formaron los grupos que trabajarían en los mismos. Salieron tres parejas y un trío de alumnos. Tuve que explicarles cómo funcionaba el proceso, la base técnica del wiki, pero esto fue sencillo porque nuestros alumnos tienen una enorme facilidad para el lenguaje tecnológico. Les enseñé a insertar texto, hacer esquemas, poner imágenes, vídeos (se registraron en Youtube), y algo muy importante: a incorporar hipervínculos a otras páginas, de modo que el wiki, cada página, se convertía en una red de enlaces.

Mi impresión después de haber visto los trabajos y haber asistido al proceso de elaboración es que es un prodigioso método creativo de elaboración de ideas, pero que según en qué manos se ponga, se convierte en un método de corta y pega inmisericorde, sin entender demasiado lo que se está haciendo; se convierte, cogiendo el rábano por las hojas, en un juego sobre qué vídeo más chulo se enlaza o qué imágenes más llamativas se cuelgan; se convierte en un juego de hipervínculos a páginas lejanas que no se conocen.

En discusiones con mis alumnos posteriores al proceso de elaboración, he comprobado una comprensión elevada de los temas por parte de alumnos destacados, y menor por parte de alumnos más limitados. En este sentido, se puede decir que los resultados son semejantes a cualquier otro método de estudio y organización intelectual. No es la panacea. No vamos a obtener resultados espectaculares que cambien la percepción o calificación del grupo elaborador del proyecto. Supone una herramienta más, en algunos sentidos extraordinaria por las herramientas que se pueden utilizar. El elemento realmente nuevo es la idea del aprendizaje cooperativo, la posibilidad de modificación de la página por los distintos miembros del grupo.

Pueden visitar el espacio Literatura Universal y recorrer las páginas elaboradas por mis alumnos sobre algunos temas propuestos por el profesor. Asimismo en Discussion pueden dejar sus comentarios que serán leídos por los alumnos.

lunes, 13 de noviembre de 2006

La escuela abierta


Nuestros institutos de enseñanza han cambiado profundamente. Se puede decir que hoy día son los centros más cosmopolitas de la sociedad. No es sólo su dinámica interna la que se ha transformado para bien y para mal sino que su perfil humano se ha modificado por completo. La llegada en grandes oleadas de inmigrantes que se suman a la escuela, fundamentalmente pública, crea situaciones nuevas e inesperadas y añaden un colorido sorprendente respecto a unos años atrás.

Hoy, como profesor de guardia, he estado en un primer curso de bachillerato científico técnico al que acaban de incorporarse quince alumnos recién llegados de la República Popular China. Vienen a realizar el bachillerato español en un máximo de tres años. El paisaje del curso ha variado sustancialmente. De quince alumnos que ocupaban media aula, se ha pasado a treinta y la mitad chinos. Para mi sorpresa, la relación entre el colectivo recién llegado y los antiguos alumnos, varios de ellos inmigrantes magrebíes – alguno de los cuales se ha apuntado a la moda de los pantalones caídos- es bastante fluida. Es más, he constatado un interés generalizado por aprender palabras y expresiones chinas. Había un intercambio intenso, lleno de curiosidad mutua, con diccionarios chino-español de por medio, para intentar comunicarse entre los dos grupos de alumnos. Los estudiantes chinos son disciplinados y tranquilos y no han suscitado ningún problema de adaptación al centro. No entienden todavía el contenido de las clases. Imagínense la explicación del mito de la caverna platónico en catalán. Al final de las clases se intenta hacer un resumen sintético del contenido de la misma… Pero demos tiempo al tiempo y veremos a estos alumnos dentro de un año siguiendo perfectamente las clases.

A mi tutoría, que cuenta con catorce alumnos, cinco de ellos bereberes, una muchacha árabe, un boliviano y una ecuatoriana, acaba de llegar una nueva alumna de origen chileno. Se llama Mónica y ha suscitado verdadera expectación entre todos, pues ha arribado procedente de Italia donde ha estado año y medio y tras pasar antes siete años en California, concretamente en la ciudad de San Francisco. La muchacha es extrovertida y simpática e inmediatamente ha sido integrada y solicitada por todos que se han ofrecido a ayudarla. Hoy en hora de tutoría ha salido a explicar su periplo viajero. Veía en mis alumnos caras de curiosidad e interés por sus explicaciones sobre su estancia en Hollywood y su descripción de cómo son los institutos de secundaria en Estados Unidos. Le han preguntado si hay detectores de metales a la entrada como cuentan las películas; si no le cuesta dejar amigos en todas partes y tenerse que cambiar de país continuamente; si no le gustaría volver a Chile donde tiene a buena parte de su familia… Escuchándola, tan fascinado como mis jóvenes pupilos, me he dado cuenta de que la inmigración es tanto un reto como una inmensa oportunidad que te abre a mundos distintos. Había un contraste muy grande entre los alumnos que apenas han salido de su pequeña ciudad y otros que han cambiado de mundo en varias ocasiones. He reflexionado sobre esa cualidad que es la de abrirte a modos distintos de concebir el mundo y la realidad, en este caso, el de Mónica, con alegría y una permanente sonrisa que no le hace asustarse ante la realidad de tener que aprender catalán y seguir las clases en dicha lengua. A su juicio es muy semejante al italiano, lengua en que se expresa con corrección además de ser el inglés su lengua predominante. Su habla ofrece una mezcolanza divertida de acentos americano, chileno e italiano.

Bienvenida, Mónica, igual que hace unas semanas se incorporaron Mohamed y Abdel aunque estos corren un cierto riesgo de marginarse en su grupo bereber. Nuestro curso que comenzó con pocos alumnos y corría el peligro de convertirse en una clase poco animada, se está transformando y llenando de color y acentos distintos. No puedo dejar de pensar que ésta es también una gran riqueza que afecta a la convivencia y a la variedad de la comunicación.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Prevención del acoso escolar


En nuestro centro existe una coordinación de Mediación escolar que fomenta el diálogo y los acuerdos firmados o pactados como modo de reconducir los conflictos interpersonales. El tema es complicado porque no abunda la concepción de resolución pacífica y consensuada de conflictos. Los alumnos son más partidarios de la acción directa, en la calle, bien en el plano individual o de grupo. Esto de la mediación se ve como “una blandura ineficaz” que no sirve para mucho. Veo a la coordinadora de mediación luchar contra la falta de fe en sus medios y la indiferencia.

Pero es otro el tema del que quiero hablar. Las noticias de los últimos años han puesto de relieve un problema candente que siempre ha existido en la escuela pero que con la aplicación de la Reforma educativa se ha acentuado: es el llamado “acoso escolar”, el célebre bullying que se ha hecho tristemente famoso a partir del suicidio de Jokin hace dos años en Hondarribia, o el caso más reciente de una muchacha de Ponferrada que fue acosada, perseguida y golpeada por compañeras suyas hasta que en una caída se rompió la pierna.

Para prevenir y conocer el estado de la cuestión, en mi centro se ha pasado una encuesta para responder anónimamente en la que se les interroga a los alumnos sobre múltiples ítems que se refieren a los malos tratos físicos y psíquicos. En los resultados de la encuesta se observan algunas constantes.

La mayor parte reconoce no recibir malos tratos físicos, pero sí que son observadores de malos tratos físicos a otros compañeros del instituto como “impedirles ir a algún lado”, “obligarles a hacer cosas que no quieren hacer”, “cogerles cosas” y “darles golpes”. Cuando se trata de señalar a quiénes son los agresores responden que no lo quieren decir, aunque sí que los conocen., o bien responden con algún genérico de que son chicos o chicas que, generalmente, van en grupo.

Sin embargo, el dato más sorprendente es cuando pasamos de la violencia física a la psíquica porque ahí la mayoría se reconocen víctimas. Entendemos por violencia psíquica los insultos, el uso de motes despectivos, burlas o comentarios que ponen en ridículo, humillaciones varias, hablar mal de uno por detrás o también la discriminación con palabras despectivas por ser de otro país, por el aspecto físico o la manera de ser. Sin embargo, nuevamente nos enfrentamos al pudor o prevención ante la denuncia de los agresores. No hay una cultura de la denuncia de la agresión quizás porque se considera ineficaz o contraproducente.

Los lugares de las agresiones son no tanto en clase que es cuando el profesor puede controlar la situación sino preferentemente en el patio, en los pasillos o en el aula cuando no está el profesor y, atención, a la salida del instituto.

Una parte significativa se reconoce como agresor psicológico sobre todo en asuntos como la discriminación por lugar de origen o reírse de alguien al que se considera diferente o inferior.

En todo caso, es aplastante la mayoría que se identifican como testigos de agresiones psíquicas como las que hemos citado arriba (insultos, motes, amenazas, discriminación racial o cultural). El lugar preferentemente es en el patio, en los pasillos o a la salida del instituto.

Como conclusiones podemos extraer, sin cuantificar porcentajes aunque sí tendencias, es que la realidad del acoso escolar es un hecho cotidiano y extendido con predominio en su gran mayoría de la agresión psicológica y en último extremo física.

La escuela es el reflejo de la sociedad en un estado más primario y elemental. Cuando nos hacemos mayores aprendemos en general a reconducir nuestros conflictos por vías más civilizadas (aunque cabría hablar de la violencia psicológica en las empresas o cuando nos ponemos al volante, en las relaciones domésticas o de vecindad…) Nuestros alumnos reproducen esquemas violentos como agresores o como víctimas propiciatorias -hay alumnos que atraen la violencia de modo generalizado-.

Es difícil actuar contra los agresores. Son hábiles o taimados y se saben escudar muy bien. Sólo cuando sucede algo muy llamativo como una agresión física o psíquica incontestable podemos intervenir y sancionar. Entre tanto, la escuela obligatoria es un territorio peligroso y claramente violento. Aprender a navegar en medio de tanta agresividad forma parte del aprendizaje de la vida. Un duro aprendizaje, al que quizás hoy estamos prestando una mayor atención que en otros tiempos, pero que siempre ha existido. La vida está marcada por la crueldad como decía Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia de Pío Baroja. Pero es difícil o imposible evitarla en su descarnada realidad. Lo más que podemos hacer es una tarea de prevención o concienciación en los estadios iniciales, y de denuncia y sanción cuando las pruebas son evidentes. También podemos encaminarnos a la búsqueda de un cierto equilibrio en las relaciones sociales mediante la educación y los valores humanos, pero su erradicación es un objetivo improbable de alcanzar. Lo que no significa que no luchemos por ello.

viernes, 3 de noviembre de 2006

¡Qué lástima!



¡Por fin han estrenado en Barcelona la película de Al Gore, Una verdad inconveniente o incómoda como lo han traducido al castellano! He ido a ver la primera sesión matinal a las 11.45 con el objetivo de llevar posteriormente a mis alumnos de cuarto de ESO a verla y pedirles algunas reflexiones ad hoc que serían posteriomente publicadas en el blog de la clase. Me hacía una enorme ilusión. Lo habrán visto por mis comentarios en varios posts que he publicado hasta la fecha.

La idea de la película surgió a partir de las charlas-espectáculo que Al Gore realiza a lo largo y ancho de Estados Unidos y el resto del mundo sobre las consecuencias y realidades del llamado “calentamiento global”. Según él, estamos en estado de “emergencia planetaria” pero las respuestas son demasiado tímidas y los gobiernos no acaban de estar implicados en la resolución de la crisis, la más grave que atraviesa la humanidad, mucho más preocupante que el terrorismo. No nos queda demasiado tiempo para intentar atajar la situación, quizás cinco o diez años. Luego será irreversible. La población se resiste, a pesar de que conoce los fundamentos del análisis, a actuar en consecuencia. Es una verdad incómoda porque si se reconoce que es una verdad, hay que cambiar. Y el cambio puede llegar a ser muy incómodo.

A partir de su conferencia, se ha realizado la película que impresiona por la densidad científica de la misma. No se ha hecho una concesión gratuita al espectáculo. Al Gore conduce de principio a final la presentación de los hechos. Con sus palabras, va desgranando los efectos visibles del “calentamiento global” y el llamado “cambio climático” que está elevando la temperatura media del planeta, incluidos los mares. Los glaciares están desapareciendo y las grandes formaciones de hielo del Ártico, la Antártida y Groenlandia están fundiéndose a una velocidad crecientemente acelerada. Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera -una capa extraordinariamente fina y delicada- son la principal causa del calentamiento. Los rayos solares que deberían volver al espacio se quedan en la tierra provocando el efecto invernadero.

He visto la película –subtitulada- intentándola ver con los ojos de mis alumnos de dieciséis años, algunos miembros de las llamadas “aulas abiertas” que acogen eufemísticamente a estudiantes con graves dificultades en el aprendizaje. Algunos subtítulos no se veían bien lo que hacía difícil seguir el hilo del discurso de Al Gore. El tono profesoral del conferenciante era apasionante y apasionado, pero para mis alumnos sería demasiado pesado e insoportable. No entenderían la mayor parte de los análisis que allí se exponen, del mismo modo que no comprenderían las referencias a la política norteamericana ni a las elecciones en que Al Gore fue vencido –por maniobras de la familia Bush pero no por los votos-. No entenderían las referencias al protocolo de Kyoto no firmado por los Estados Unidos ni las que hacen alusión a la comunidad científica internacional. En muchas de las palabras de Al Gore se desliza la ironía, que es compartida por el público norteamericano que asiste a la charla, pero no sería captada por mis alumnos que se sentirían distanciados de la película.

Me temo que si no consigo colaboración por parte del seminario de Ciencias Experimentales –y no será fácil porque no hay tantas personas que se tomen este tema suficientemente en serio- sería prematuro e incluso contraproducente llevarles a ver una mañana de otoño una película tan rica en contenido como carente de acción y de espectáculo. Es una película densa de ideas y de razonamientos que fomentan una reflexión moral y que promueve una toma de conciencia no catastrofista, porque entre la negación y el sentirse derrotado aún hay espacio para la “acción eficaz”. Podemos reducir las emisiones de dióxido de carbono, cada uno en el plano individual con acciones adecuadas y podemos también presionar a los gobiernos (España es uno de los países que menos está cumpliendo los compromisos del protocolo de Kyoto de reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera) para que actúen de modo efectivo Son acciones políticas individuales y gubernamentales las que son necesarias.

Aquí entraría la necesidad de alertar a los jóvenes sobre el cambio que se está operando en la Tierra. De aquí mi pasión por despertarlos y hacerles tomar conciencia con esta película, pero mucho me temo que llevarles a verla traería más inconvenientes que éxitos. Podría obtener un resultado claramente adverso si lo que consigo es que se aburran soberanamente.

Sin embargo, habría un diez o veinte por ciento de los alumnos que se sentirían conmovidos por la película. Conmovidos y conmocionados. Pero el noventa por ciento la verían como un “rollo” inaguantable. Es una lástima que ese diez por ciento no pueda tener acceso a las grandes ideas de nuestro tiempo ni a destacadas obras de la literatura. Siempre hemos de pensar antes en el otro noventa por ciento que no está dispuesto a hacer esfuerzos por progresar y por comprometerse. Este es uno de los grandes problemas del sistema educativo actual. Que pesa mucho más ese noventa por ciento, que el diez por ciento que podría ser el fermento de un cambio considerable y que podría extender su radio a otros alumnos intermedios.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Entre los siglos XIX y XXI


Hoy una profesora de mi centro me ha preguntado cómo iba todo. Estábamos los dos cuidando a nuestros alumnos y nos hemos encontrado en el pasillo. Yo estaba con tres muchachos marroquíes, dos de los cuales acaban de aterrizar en España y apenas saben unas palabras de castellano o catalán. Son bereberes, lo que marca una importante diferencia con otros alumnos de origen árabe que se consideran, no sé muy bien por qué, superiores. Los tres alumnos trabajaban con ahínco: dos hacían caligrafía con frases sencillas como “El pájaro se puso una capucha preciosa” y el otro resolvía en un cuaderno multiplicaciones harto complicadas. Los tres conversaban amistosamente y sonreían mientras resolvían sus trabajos. Es esta sonrisa la que me ha cautivado y la que me ha hecho reflexionar cuando la profesora me ha preguntado cómo iba todo.

Me he sentido especialmente útil y me he dado cuenta de que me gusta ayudar a estos muchachos que acaban de llegar del Rif o la Cabilia. Hablan entre ellos uno de los treinta dialectos del Tamazight, y se sienten especialmente agradecidos cuando reciben unas palabras de apoyo. Habitualmente, en las clases normales, te puedes dedicar poco a ellos pero hoy estaban solos puesto que el resto del grupo había ido de excursión.

Otra noticia en mi centro es que acaban de incorporarse quince alumnos chinos recién llegados de la República Popular China. Se han añadido al primero de bachillerato científico-tecnológico. Han estudiado seis meses de castellano en su país, pero su dominio, de momento, es muy elemental. Asistirán a las clases con contenido más tecnológico y tendrán horas especiales de castellano y catalán por las tardes. El grupo de alumnos parecen muy atento y disciplinado y de ellos depende su aprendizaje rápido de los instrumentos lingüísticos básicos para cursar los estudios de bachillerato. Tienen tres años de estancia en España para realizarlos.

En mi clase de Literatura Universal de bachillerato, un grupo reducido de nueve alumnos, tengo alguna estudiante de origen ruso, otro argentino y otro paraguayo. Añaden un plus de internacionalidad, que me gusta, al curso. Estamos empezando a trabajar con wikis la realización de los temas. Algún día hablaremos de ello. Supone un nuevo desafío con la incorporación de las nuevas tecnologías pero en este caso en el ámbito cooperativo.

¿Cómo va todo? Razonablemente bien. Cada vez tiendo a pensar que la enseñanza es un terreno lleno de oportunidades y de desafíos en que no hay nada definitivamente escrito y sí mucho por escribir. Es un terreno gozosamente abierto a la innovación y a la experimentación. Puede ser que no obtengamos de entrada resultados óptimos. El alumnado es muy variado y complejo y está inserto en una sociedad también compleja y poco cohesionada. No hay que medir nuestra acción por el número de fracasos que obtengamos, que serán muchos y serán inevitables. No podemos pensar que nuestros alumnos nos vayan a tener como centro de sus vidas y que nuestras materias sean lo más importante para ellos. Sus carencias son muchas y sus ganas de aprender limitadas. Ello no impide que muchos días, o al menos algunos de ellos, miremos nuestra tarea con especial ilusión y que tengamos unos momentos de gozo esperando ver qué resultados tiene nuestra introducción de las nuevas tecnologías en las aulas, o cómo van adaptándose unos alumnos recién llegados del desierto, sin apenas intrucción previa pero con ganas de sentirse útiles y estimados, como queremos todos.

Y un blog es eso: la posibilidad de contarlo. Cómo un profesor alterna la tecnología del siglo XXI con instrumentos de aprendizaje del siglo XIX como puede ser la destreza de la caligrafía. ¿Cómo va todo? Pues razonablemente bien.

Proyectos: llevar a mis alumnos de cuarto de ESO a ver la película de Al Gore Una verdad molesta o inconveniente que va a ser estrenada por fin en España. Luego escribirán sobre el cambio climático en el blog educativo Lengua en movimiento (que les invito a visitar, especialmente en el área de Comentarios). Espero que mis alumnos se conciencien sobre el mundo que han de intentar conservar. A veces tiendo a pensar que viven todavía en la luna y que no son conscientes, como tantos adultos, de lo que está en juego y el poco tiempo que tenemos para intentar hacer algo al respecto.

Hay que procurar trabajar a gusto. Y pasarlo bien.

sábado, 28 de octubre de 2006

Bodas de sangre


Esta es la famosa tragedia de Federico García Lorca que le llevó a la fama y al reconocimiento en el mundo teatral. De hecho, es la obra que le permitirá por fin independizarse económicamente de sus padres, tras la vuelta de su periplo americano. En efecto, Bodas de sangre fue escrita en 1932 y estrenada el 8 de marzo de 1933 en el teatro Beatriz de Madrid con un éxito impresionante por doquier que fuera representada, sea en España o Hispanoamérica.

Lorca declaró en 1933: “Creo, sinceramente, que el teatro no es ni puede ser otra cosa que emoción y poesía, en la palabra, en la acción y el el gesto”. Esto es en definitiva esta tragedia rotunda que constituye Bodas de sangre: emoción y poesía que sigue llegando a los lectores y espectadores adolescentes de hoy en día.

Tengo por costumbre, en cuarto de ESO, leer colectivamente, dramatizando en la medida de lo posible, la obra de Lorca. Su lectura nos lleva unas tres semanas, a lo largo de tres sesiones o cuatro. La experiencia no puede ser más estimulante porque los alumnos, especialmente las chicas, quedan prendados y prendidos por este bellísimo texto dramático, de desnudez enteramente clásica.

En él se enfrentan las dos fuerzas antagónicas: las que ayudan a mantener el orden y las que oscuramente participan a su fracaso. Es un amor irreprimible y prohibido -la fatalidad- , el que hace que el héroe trágico, la novia, huya con su amante, después de la boda con el novio, el que ya es su marido.

Los chicos y las chicas escogen sus papeles preferidos. Las hay que quieren interpretar a la novia y los que quieren representar a Leonardo, o a la luna o a la mendiga. Lorca los consideraba el mejor momento de la obra como símbolos de fatalidad. El realismo desaparece de la obra para dar paso a la fantasía poética. Es emocionante el momento en que los dos amantes huidos se encuentran solos pero rodeados por los perseguidores que están a punto de darles alcance.

Se enfrentan a cuchillo Leonardo y el novio, pero esta escena es genialmente elidida por el poeta. Sólo oímos dos gritos desgarradores al final del segundo acto, y por la escena posterior en que aparecen las tres mujeres, todas víctimas ( la novia, la madre del novio y la mujer de Leonardo, embarazada y con un hijo) sabemos lo que ha pasado. Los dos ejes de la acción han muerto. La novia está en el centro, sola y hundida, esperando los golpes y los insultos de las otras dos mujeres, la madre del novio y la mujer de Leonardo.

El silencio durante la lectura es completo. Sólo hay algarabía cuando estamos repartiendo los papeles. El profesor lee las acotaciones escénicas e intenta explicar el sentido del texto en los fragmentos más destacados. Los alumnos están intensamente conmovidos por el texto dramático. Parece mentira que hayan pasado setenta y tres años desde que Bodas de sangre fue estrenada y que siga manteniendo tal capacidad de sugerencia y misterio entre alumnos tan alejados de sus coordenadas. Quizás lo que fascina es su sentido trágico, la elección de la novia de la libertad frente a las convenciones del mundo y del orden establecido.

Siempre, tras la lectura les hago reflexionar sobre el dilema de la novia: seguir su instinto, su tendencia y su amor prohibido o resignarse con el novio al que estará unida sin amor el resto de su vida. En esto hay importantes discrepancias: los hay que no perdonan a la novia y que la califican de lo peor o los hay que entienden sus razones para escaparse.

Para mí el momento mejor de la tragedia es cuando la novia explica a la madre los motivos que la llevaron a hacer lo que hizo:

NOVIA: ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua fría y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!; yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubieran agarrado de los cabellos!

Me han pedido insistemente que les pase la versión de la obra que hizo en 1981 Carlos Saura, una magnífica película con Antonio Gades y Cristina Hoyos en los papeles principales. Recuerdo que la vi por primera vez en París en una sesión subtitulada en francés y quedé profundamente emocionado, igual que todas las veces que la he visto y que han sido muchas. Espero que mis alumnos disfruten con ella igual que yo.

jueves, 26 de octubre de 2006

Creación de blogs


He abierto un blog educativo para mis alumnos. En él propondré actividades que pueden ser realizadas directamente a través de los comentarios como es el primer texto que les he ofrecido, propuesto por Antonio Solano en su blog Re(paso) de Lengua, al que le agradezco sus sugerentes ideas para desarrollar con los muchachos de la ESO.

En el blog, cuya URL es http://mac4rteso.wordpress.com/ con el titulo Lengua en Movimiento (lo que suscitó en seguida risas unánimes para ser veraces), he abierto una categoría titulada Taller de blogs para realizar enlaces a los blogs que ellos creen. De momento son sólo tres los que han abierto un blog en blogger, pero sé que otros, por mor de imitación y por propia iniciativa tienen la intención de crear otras bitácoras.

El blog Lengua en movimiento ha recibido en pocos días 330 visitas lo que es estimulante para ser una página recién abierta y teniendo en cuenta que cuento con sesenta alumnos de cuarto de ESO distribuidos en tres cursos.

Hay que señalar que sólo el cincuenta por ciento de mis alumnos tienen ordenador y acceso a internet. Ello hace que las actividades que les proponga pueden ser hechas según el sistema tradicional o a través de la red.

El sistema ha suscitado expectación y los he visto interesados en el proceso. Veo ventajas en el hecho de que así se sienten más motivados para escribir y verse publicados. Asimismo todos los alumnos pueden ver lo que los demás han escrito. No hay, a tenor de lo visto, un gran despliegue de originalidad. Sólo en algún comentario se vislumbra una perspectiva más creativa (Véase Ana Mª Gómez). Los demás reproducen las mismas características que se observaban en el sistema tradicional de entrega de composiciones escritas. La revolución tecnológica abre puertas pero no suscita grandes sorpresas hasta ahora.

Observo con preocupación que en los comentarios y en los blogs abiertos abundan, como es habitual, las faltas de ortografía. Los correctores de Word no detectan todas las faltas en los casos de homonimia y dichas faltas estropean y afean, aunque ellos no se den cuenta, la presentación del ejercicio. Una pega es que si soy yo quien les corrijo el ejercicio directamente sobre el papel, puedo señalarles las faltas, aunque hagan poco caso. Presentado a través de internet las faltas quedan registradas pero no son corregibles. Un recurso es el de proponerles ejercicios subrayando las faltas más frecuentes de ellos.

Otra posible objeción al uso de blogs como herramienta educativa es la presencia de comentarios poco respetuosos hacia los que son diferentes: en uno de los blogs hay bromas acerca de los “sarasas” que hay en el instituto. Esto me disgusta y debería ser motivo de reflexión colectiva. Es lo que llamaríamos el libro de estilo de los blogs. Debe estar presente el respeto hacia los demás. El alumno, posteriormente, ha accedido a retirar sus comentarios irónicos.

Por supuesto, cuando les he propuesto que podían crear blogs que serían evaluados para la asignatura les he tenido que dar libertad de creación. No sé si habrá sorpresas, pero de momento hay uno dedicado al deporte y chistes varios, otro dedicado también al deporte (sin poner una mísera mayúscula) y a los juegos de Play Station; otro, por fin en que se realiza una semblanza de Bob Marley. Hoy he comprobado que uno de los alumnos ha publicado una especie de manual del cultivo de la marihuana, y se pregunta si la sustancia conocida como maría es una droga o una medicina convencional. No es de extrañar por parte de un alumno que nos ha salido “rasta” en el corazón.

Los blogs son ventanas abiertas a sus inquietudes e intereses. También a su libertad. Nos permiten conocerlos mejor y seguir su proceso educativo.

En fin, estoy dividido entre las ventajas y los inconvenientes de los blogs como instrumento de creación y de estímulo de la libertad y la personalidad. Se pueden decir muchas tonterías y banalidades, pero entre ellas podremos espigar alguna idea original.

El proceso está empezando y todavía no se puede hacer una valoración global. Sólo son tendencias que estoy observando. Probablemente el hecho de crear un blog es emocionante, tanto para ellos como para nosotros. Esperemos y demos un tiempo para que surjan los frutos.

Estamos en compás de espera. Pero el comienzo no ha sido malo.

domingo, 22 de octubre de 2006

La trilogía de Nueva York (Paul Auster)


Esta es la famosa y popular serie de Paul Auster titulada Trilogía de Nueva York, compuesta por tres novelas cortas: Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada, este último compartiendo titulo con un célebre relato de HP Lovecraft en su serie de cuentos sobre Dunwich y sus horrores.

Tuve ocasión este verano de disfrutar con la citada trilogía durante una semana ociosa de agosto. Era mi primer encuentro con Auster y he de decir que me sorprendió su mundo paranoico y cerrado en que deambulan sus personajes en busca de sentido porque eso es lo que inquieren sus criaturas intensamente dramáticas

Tras tramas de estructura policiaca negra tradicional sus personajes se enfrentan a dramas íntimos paradójicos. Siempre hay una relación de observador-observado, como se da en Ciudad de cristal y en Fantasmas. Un personaje busca u observa a otro para darse cuenta al final de que a quien se está observando es a sí mismo o termina advirtiendo de que está metido en un círculo infinito que carece de sentido pero al que ha sacrificado la totalidad de su existencia.

En Fantasmas, los personajes carecen de nombre. Se llaman Azul (el detective), Blanco (el que lo contrata) y Negro (el observado). Azul ha de observar cuidadosamente todo lo que hace Negro y enviar sistemáticamente informes a Blanco con el que no volverá a tener contacto excepto a través de los cheques que le irá remitiendo por su trabajo. Azul se instala en un apartamento en frente de Negro que se pasa la vida escribiendo o leyendo. La relación de hechos es anodina y la previsibilidad de las acciones de Negro terminan por aburrir a Azul que se dedica a elucubrar acerca del sentido de lo que está haciendo. Está tan harto pero a la vez tan subyugado con su tarea que cuando salga a la calle lo seguirá a pocos pasos. Se identifica totalmente con el perseguido u observado e incluso lo llegará a abordar y le contará su historia, la de que está observando a un tipo que sabe que lo están observando. Un día entrará en el apartamento de Negro y descubrirá sus informes encima de la mesa con lo que se cierra el círculo. Terminará por enfrentarse Negro y no sabemos si lo deja muerto en la habitación. Luego sale de allí y se marchará quizás a China, no sabemos. La incertidumbre es la de la propia existencia en la que la novela se convierte en un símbolo inquietante.

Más sorprendente, si cabe, es el título que remata la trilogía –La habitación cerrada- que mantiene una unidad de estructura y de sentido con los dos primeros. Tal vez los tres libros no sean más que uno solo. El protagonista, víctima del relato y a la vez su agonista, recibe un día una llamada de una tal Sophie Fanshawe. Está casada con un antiguo amigo del personaje del que no sabemos el nombre. Fanshawe ha desaparecido hace unos meses. Se habían conocido él y Sophie hacía tres años y su desaparición sólo puede significar que ha sucedido algo terrible. El desarrollo de la novela es altamente intrigante y no lo voy a revelar porque merece la pena leerla con la convicción de que el relato se reconducirá por situaciones inverosímiles pero profundamente reales. Nadie sabe muy bien por qué actúa y la vida es concebida como una especie de drama interesante cuyas claves desconocemos.

Las novela de la trilogía mantienen, como hemos dicho, una unidad de sentido pero no es menos relevante la intertextualidad con otras obras literarias a las que el autor muestra su admiración y reconocimiento. Así sucede con Don Quijote de la Mancha, al que se hace un espléndido homenaje en las reflexiones de Auster-personaje, ya que el autor Paul Auster se introduce, al modo cervantino, dentro de la narración primera, Ciudad de cristal. Admiración asimismo hacia John Milton y su Paraíso perdido, Melville y Mobby Dick, Henry David Thoreau y Walden o La vida en los bosques, Edgar Allan Poe

Nueva York es aparentemente el territorio de la novela, pero no lo es menos la propia existencia humana y la misma literatura sobre la que se dan agudas reflexiones. Son tres novelas de intriga policiaca y metaliterarias porque versan sobre la propia esencia de la literatura y la relación fascinante entre escritor y lector, la pieza sustancial que falta a la obra escrita por Paul Auster.

Dejo constancia de una entrevista hecha por Lou Reed a Paul Auster que es muy interesante.

jueves, 19 de octubre de 2006

Estambul


Llevo cuarenta años devorando letra impresa. He leído, como Cervantes afirmaba en El Quijote, todo lo que caía en mis manos: veintinueve años leyendo el mismo periódico sin casi faltar un día, entre cincuenta y sesenta libros al año, amén de otros muchos que leo fragmentariamente: obras literarias, filosóficas, históricas y sociales; revistas literarias y técnicas, folletos varios, revistas del corazón, carteles publicitarios, catálogos de editoriales y resúmenes varios de otras mil obras dispersas, antologías, poemas sueltos, letras de canciones, panfletos políticos, escrituras y testamentos, códigos de leyes civiles y penales, actas de la comunidad de propietarios, contratos comerciales con su consiguiente lista de artículos y condiciones, recetas de cocina, prospectos médicos…

He leído obras maestras imprescindibles y obras secundarias pero igualmente necesarias; literaturas de todo el mundo recorridas sistemáticamente; géneros literarios de todo orden (horror, ciencia ficción, policíaco, realismo social y mágico, fantástico, teatro en todas sus vertientes desde el clásico griego hasta el más innovador y rompedor…). No he desdeñado los best sellers como Los pilares de la tierra u otras obras de Ken Follet; hasta he leído El código da Vinci, así como Ángeles y demonios, por citar algunas entre las que no olvido a Frederick Forshyte, a Dominique Lapierre o Larry Collins

He leído en casa novelas del mar cuando era niño y de mayor en antiguas y desvencijadas pensiones las obras completas de Shakespeare.

He leído sin descanso, sin cesar, con hambre de ideas y de estilos, con deseo de penetrar en los arcanos de las épocas que han conformado el mundo. He buscado claves para comprender el universo y mi vida, especialmente mi vida. He querido, para ello, escuchar a los pensadores más preclaros y lúcidos, he llegado al pensamiento oriental y he querido descubrir las claves de la concepción del mundo africana, eslava, francesa, italiana, norteamericana, inglesa, nórdica… He leído sobre las mitologías más conocidas y otras menos populares.

He sido, en resumidas cuentas, un lector disciplinado, cuidadoso, sistemático, curioso…

Pero llevo unos meses que detesto lo que está escrito. No soporto la lectura que se me revela como profundamente ineficaz y abstrusa. ¡Estoy sencillamente harto de leer! He llegado a un tal extremo de saturación de palabras y de ideas así como de obras, que han llegado a no decirme nada. ¿Cómo puedo leer con tal dejadez La montaña mágica de Thomas Mann que en un momento me subyugó? Me importan un pito las andanzas de Hans Kastorp en las alturas y su fascinación, que fue mía, por la enfermedad y la muerte. No me dice nada Cien años de soledad, ni Dostoievski que fue tan amado por mí. Me importa un rábano Julio Cortázar que nutrió fructíferamente mis años de juventud. No me dicen nada Krishnamurti, el filósofo hindú que tanto me influyó durante unos años, ni Taizen Deshimaru. Ni tampoco Herman Hesse ni Borges, ni Lawrence Durrell, ni Tolstoi… Me dejan frío Las memorias de Adriano de Margarita Youcernar, y el Orlando de Virginia Woolf que causaron auténtica conmoción en mí en otros tiempos…

Estoy apático e inapetente. Miro los libros que se han de leer mis alumnos y siento horror. Comprendo su espanto ante la letra impresa. Me uno a su tribu de desganados ante la lectura. Sólo algunos blogs, escritos por gente normalita como yo, logran atraer mi atención. Siento la pasión por la creación que late en ellos aunque quizás ninguno lleguemos a tener ningún éxito ni social ni literario. Es otra la cuestión. Suscita ternura nuestro empeño en seguir en la brecha, en intentar hacernos un hueco en este extenso mundo de la blogosfera.

Esta situación me preocupa, porque yo no sé subsistir sin los libros. Me han acompañado sus páginas desde que recuerdo que los descubrí. Me han hecho compañía sus palabras y sus historias… No puedo vivir sin ellos. Cada noche, como un amante apasionado pero falto de vigor, me llevo un libro distinto a mi cama, pero ninguno llega a interesarme. Sus palabras me parecen distantes y opacas. No logro desentrañar el sentido de lo que quieren decir porque sencillamente estoy cerrado para el mismo. Lo intento y lo intento con obras que fueron clave para mi historia, pero la literatura parece habérseme hecho incomprensible. Mi estado es de desolación y no hay comparación más apropiada que la del enamorado desencantado.

Descubro que sólo me atraen las autobiografías. De pronto he tenido un rapto de inspiración. Recuerdo el único libro que en las últimas fechas me ha llegado a interesar. Pienso en el último premio Nobel, el turco Orhan Pamuk sobre el que he dado una clase en mi curso de literatura Universal de bachillerato. Su figura nos ha llevado a Salman Rushdie que se solidarizó con él cuando el proceso que lo quiso enjuiciar por haber denunciado el genocidio turco contra kurdos y armenios. Pienso en Orhan Pamuk y siento deseos de leer su autobiografía: Estambul. Ciudad y recuerdos. Su infancia. Me atraen los libros que hablan de la infancia, éste en la ciudad decadente del hundido imperio otomano.

Bajo de mi casa a la librería de El Corte Inglés, próxima a mi casa. Busco en un estado próximo a la desesperación un signo, espero que algún libro me llame, que me diga algo. Busco y busco pero es inútil, hasta que en un estante lateral atisbo Estambul. Ciudad y recuerdos. Me estaba esperando. Orhan Pamuk.

Me sumerjo en su lectura. Su primer capítulo se titula El otro Orhan y comienza: Desde niño me he pasado largos años creyendo en un rincón de la mente que en algún lugar de las calles de Estambul, en una casa parecida a la nuestra, vivía otro Orhan que se me parecía en todo, que era mi gemelo, exactamente igual a mí.

Llueve. Me adentro en las calles de Estambul. Estoy excitado.

lunes, 16 de octubre de 2006

Los chicos del coro


He pensado que en hora de tutoría, una hora semanal, sería una buena idea pasarles a mis alumnos una buena película que sea esperanzadora y formativa. Desafortunadamente me falta labia para ocupar una hora entera con ellos hablando de asuntos varios. Se me acaban en seguida las cuestiones urgentes y oficiales. Soy escueto y no me gusta alargar las conversaciones fuera de su duración adecuada. Una buena película podía ser la solución para que nos diera motivo de reflexión y una posterior conversación tomando como base algo sólido.

Inmediatamente me ha venido a la cabeza la película franco suiza Los chicos de coro, una película dirigida por Christophe Barratier en el año 2004 que vi con mis hijas y les encantó. Es una película que reúne todos los ingredientes para dar tema largo de conversación

He pasado la película en dos días. Lo primero que les ha llamado la atención ha sido la época de la película. Han advertido inmediatamente que los tiempos que refleja no son los actuales. ¿Nos vas a poner una peli de vuestros tiempos, aquellos en que os pegaban en la escuela? Es lo primero que me espetaron, pero no sé por qué la película consigue metérselos en el bolsillo a las pocas escenas, que si mis lectores recuerdan consisten en en el encuentro de dos antiguos compañeros de reformatorio: uno – Pierre Morhange- que ha llegado a ser un prestigioso director de orquesta y Pepinot que tiene el diario de su antiguo profesor que cambió sus vidas porque les dio una oportunidad. Un largo flashback nos lleva a la llegada de Clement Mathieu –cincuenta años atrás- al correccional que dirige con una fuerte carga de amargura el director Rachin. Mathieu es un músico que se ha visto obligado a trabajar como vigilante en el “culo del mundo”, la escuela correccional El fondo del estanque. Los alumnos son rebeldes y su comportamiento deja mucho que desear. Él, sin embargo, logra ganarse a los díscolos internos con su actitud leal y con su afecto. Ellos para él no son simple escoria ni material de disección psicológica mediante la que se encasillaba a los delincuentes en la Francia de 1949 cuando se ambienta la película. Él se preocupa por sus vidas y decide enseñarles aquello que mejor sabe: la música. ¡Cómo sacar oro del plomo es el viejo mito de la alquimia! Y de ciertas películas que tienen como eje a profesores que saben sacar lo mejor de sí mismos de alumnos condenados al fracaso por una escuela todo menos humanizadora que es la que se nos presenta.

Lo cierto es que con la música consigue transformar sus vidas. Nosotros como espectadores recibimos una fuerte emoción al identificarnos con ese impulso del ser humano de intentar ser mejor, de superarse a sí mismo, de convertir lo malo en notable o sobresaliente. La película es una avalancha de emociones, aderezada con la música bellísima del coro de la escuela en el que resalta la figura de Pierre Morhange que tiene un voz angelical. La película no está exenta de conflictos y de dramas internos: el enamoramiento -no correspondido- de Mathieu de la madre de Morhange, el enfrentamiento con su hijo por los celos que siente este por la simpatía que se profesan su madre y su profesor de música, la irrupción de un interno violento –el único barítono del coro y al que quiere integrar Mathieu- que es acusado erróneamente de haber robado doscientos mil francos, la posterior venganza de éste cuando quema el correccional.

Al final, Mathieu es despedido de la escuela por el director que odia a sus alumnos. Rachin llama al vigilante “músico fracasado” pero nosotros sabemos que Mathieu tiene el corazón de artista, y el corazón de un artista nunca es pobre, mientra que el director sí que es un ejemplo de fracaso existencial. Sus alumnos se despiden de él lanzándole mensajes de afecto y de despedida, a pesar de la prohibición, desde las ventanas. Le cantan también una bella canción del repertorio que Mathieu les enseñó. .

Mis alumnos, varios de ellos marroquíes, asistían maravillados al pase de la película que tiene el mérito de ser rabiosamente actual y llena de esperanza. La proyección les ha mantenido fascinados y se han identificado plenamente con lo que allí se les proponía que no era ningún mensaje maniqueo ni simplista. Sencillamente allí se hablaba de afecto, de música, de transformación íntima, de esperanza, de camaradería… de cantar juntos. Probablemente y lo han dicho en sus comentarios la película refleja otros tiempos y los alumnos de ahora no son como los que aparecen en Los chicos del coro. Ignoro si es así, pero constato la intensidad de la atención con que han visto la película que ilustra un viejo sueño del ser humano: el de ser mejor. Esto y la importancia de la música en nuestras vidas.

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viernes, 13 de octubre de 2006

Otros mundos, otras miradas

Malick Sidibé

He ido a ver una exposición de fotografía en una mañana lluviosa del día del Pilar. Me acompañaba mi hija pequeña Lucía de siete años. Junto a ella, a veces cansada de ver imágenes, he tenido ocasión de contemplar la exposición Bamako’05 Otro mundo en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. La muestra recoge fotografías de doce fotógrafos africanos que han formado parte de la exposición VI Encuentros africanos de la fotografía que se celebró en el año 2005.

África ha formado parte desde hace tiempo de mi imaginario personal. Me gusta leer literatura africana y asistir a charlas o exposiciones sobre tema africano. El comisario de la muestra, Pep Subirós, reflexiona sobre los fundamentos de esta exposición que tiene como subtítulo Otro mundo tomando como base la frase de Paul Eluard de que “Existen otros mundos pero están en éste”. La muestra no es la realidad total sino una propuesta que revela la rica vida del continente africano lejos de los estereotipos y las miradas exóticas. La tarea de los fotógrafos es la de revelar ese otro mundo a partir del instante único y mágico que es la mirada del artista. “El otro mundo no está muy lejos, a poco que nos dignemos buscarlo” sostiene en el catálogo el intelectual africano Simon Njami.

África es vista siempre por la prensa desde un punto de vista fatalista y negro. Es el continente de los desastres, del Sida, de las hambrunas, de las dictaduras, de la emigración masiva a occidente, de las guerras… Sin embargo, siendo todo esto cierto, en África, que forma parte del planeta global, se da toda suerte de modernidad artística y las calles caóticas de sus ciudades probablemente nos dan pistas sobre cómo será el futuro y las contradicciones que habremos de asumir en el llamado primer mundo. En África está todo el mundo y Africa está en todo el mundo.

Los fotógrafos africanos que forman parte de la muestra han tenido que deshacerse de la función de ser propagandistas y tranquilizadores de la conciencia occidental. Sus fotografías están lejos de ser convencionales y esperadas. Recuerdo por ejemplo las fotos inquietantes de Michael Subotzky, sudafricano, tomadas en la prisión de máxima seguridad de Pollsmoor en que decenas y decenas de presos se hacinaban en sus literas posando para la cámara o las de dos cuerpos negros desnudos duchándose en un cuarto de baño… James Iroha Uchechukwu, nigeriano, toma fotos espeluznantes de un matadero de reses entre densas humaredas y fuego fuertemente dramático.

En otro orden de temas están las esperanzadoras imágenes de Malick Sidibé, malinés y en la línea del también malinés Seydou Keita. Son fotografías en blanco y negro, no recientes, de un pasado que refleja también la esperanza y la alegría de vivir. Son fotos de estudio en que posan los personajes en actitudes propias de la vida cotidiana.

En África las fronteras se deshacen con cierta facilidad. La fronteras físicas entre estados, la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos, el mundo físico y el mundo inmaterial. Hay muchos mundos en África y no existe una sola África ancestral anclada en el pasado. África es un continente vivo y lleno de esperanza a pesar de las apariencias en el sentido opuesto. Hoy los fotógrafos de la muestra me han mostrado una serie de imágenes lejos de la mirada cansada de occidente. Son fotos llenas de dinamismo y vida interior. África necesita abrirse al mundo y a la modernidad y para sorpresa de muchos, en algunos sentidos África está en el centro de dicha modernidad.

martes, 10 de octubre de 2006

A la búsqueda del grial (o del estilo)



En el ángulo superior izquierdo, junto al contador de entradas, aparece un nuevo logotipo que dice "Soy un blogfesor". Animo a los amables visitantes del blog a clicar sobre él. Si lo hacen, entrarán en la declaración de principios del profesor navegante por la blogosfera que entiende que los blogs son un poderoso instrumento de comunicación e intercambio de ideas y sentimientos. Asimismo se propone su difusión, como mecanismo de motivación, aprendizaje y estímulo de la curiosidad, así como de alternativa a otros medios de comunicación tradicionales.

El blogger ha conocido los beneficios terapéuticos de participar en esta actividad que desarrolla la creatividad y la interconexión de ideas; que fomenta las relaciones humanas en un ambiente generoso y cordial; que aporta variedad, color, y un importante aliciente a la vida rutinaria que tendemos a llevar; favorece, por último, el conocimiento de otros puntos de vista con los que se entra en debate respetuoso, lo que exige ordenar las ideas, y a la vez, necesariamente, se procura una cierta confluencia de pareceres.

Nada hay comparable al hecho de redactar un post. Se pone ánimo y pasión. Y sólo la experiencia del artista o del actor es equiparable al momento en que uno clica en el botón de "publicar entrada". Es como lanzarte al vacío intuyendo que tarde o temprano el paracaídas se abrirá.

Por primera vez en la historia, el ciudadano anónimo y común puede publicar y expresar, sin coste económico, sus opiniones o reflexiones, o dar a conocer sus humildes o geniales creaciones en el convencimiento de que habrá alguien al otro lado en quien encontrarán un eco si se perseverá en el intento.

Me gusta el apartado que declara que la participación en el mundo de los blogs es una actividad espiritual. Así lo entiendo yo, y me convence este adjetivo que define certeramente la esencia de bloguear, que no es sino la continuación de la búsqueda del Grial por otros medios.

Dentro de la banalidad (o no) de la vida cotidiana, que a fuerza de repetitiva se convierte frecuentemente en insustancial, nos encontramos con algunos instantes de intensa excitación y de resquicios de eternidad, cuando publicamos, cuando leemos y comentamos, cuando sentimos que alguien nos lee e intenta acercarse a nosotros.

¿Cómo no dar a conocer a nuestros alumnos algo que puede transformar positivamente sus vidas o en todo caso ampliar notablemente su modo de percepción del universo? Probablemente hay más espíritus inquietos de lo que parece. Sólo falta el blog adecuado. Luego serán necesarios el estilo y la redacción precisos.

domingo, 8 de octubre de 2006

Sangre, sentimientos y tecnología


Los profesores de lengua que llevamos cierto tiempo en el ejercicio de la profesión hemos observado un creciente descuido y empobrecimiento del lenguaje oral y escrito entre nuestros alumnos. Es muy raro el alumno que estructura adecuadamente una serie de ideas escritas, que cuida la ortografía y que intenta enriquecer el léxico. Lo habitual es que se escriba y hable con lo que llamaríamos una espontaneidad absoluta. Se escribe igual que se habla, y se habla mal. Este es el panorama que vemos diariamente en la escuela.

Cuando un adolescente escribe, suele amontonar lo que son diferentes impresiones, sin orden ni concierto. Fallan los signos de puntuación y fallan los distintos conectores que ayudan a organizar el lenguaje. El resultado es un caos magmático de una enervante pobreza discursiva. Y es, en efecto, el discurso el gran perdedor de todo este proceso.

La Academia da varias definiciones de este concepto del discurso. La primera es “facultad racional con que se infieren unas cosas de otras, sacándolas por consecuencia de sus principios o conociéndolas por principios o señales”. Otra segunda definición es “cadena hablada o escrita”. La primera hace hincapié en el proceso causal, estableciendo las relaciones de causa y consecuencia, algo que es esencial en la construcción de una argumentación o exposición. La segunda me es especialmente útil porque el discurso es una cadena formada por eslabones que son las palabras y las oraciones, que a su vez son la expresión de las ideas expuestas con un objetivo que es el sentido de la cadena: enseñar, persuadir, deleitar, entretener…

Lo primero que falla, a mi juicio, es el ánimo del redactado. Les falta motivación para escribir sobre los temas que les proponemos. Quizás aquí fallamos nosotros proponiéndoles asuntos que no les dicen nada. Tenemos aquí un elemento de reflexión porque no les atraen los temas que tengan un enfoque anticuado. Nuestros alumnos están seducidos por la modernidad y el mundo de la actualidad.

Luego falla su tendencia a la espontaneidad, a no darse cuenta de que lo escrito no se rige por las mismas normas que el lenguaje oral, el lenguaje de registro familiar que hablan con sus compañeros, amigos o sus padres. Para ello, han de filtrar sus impresiones primeras y convertirlas en ideas organizadas, correctamente expuestas, lo que exige el uso del borrador inicial y luego posteriormente un segundo borrador, lo que es, a todas luces, un esfuerzo que les resulta agotador, y para el que no están preparados. Hay que tener un prurito muy especial para dedicarse a enriquecer el lenguaje. Lo sé por los alumnos, escasísimos y generalmente chicas, que cuidan su expresión, y alguna de ellas une a todo ello la capacidad imaginativa, el siguiente elemento que falla en el proceso.

La imaginación consiste en la facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos…, es decir, sacar del caletre nuevos enfoques, que se salgan de los tópicos o estereotipos, lo que se supone que se debe decir o escribir. Esto ya no es tan fácil porque la imaginación literaria es la gran perdedora en el mundo tecnológico que estamos viviendo. El ámbito informático y tecnológico pueden suponer también elementos imaginativos pero de otro orden. La imaginación tecnológica es diferente y no responde al mismo sentido del juego narrativo o discursivo. El mundo informático está basado en saltos sin hilación, en la presencia continua de imágenes sucesivas e inmediatas, en la navegación sin esfuerzo o a lo sumo con un clic del ratón. El mundo entero está a nuestro alcance sin tener que sudar la camiseta. El poder de la pantalla es superior a cualquier medio de expresión tradicional, su interactividad es más que atractiva. Es una condición sine qua non para estimular su imaginación ya definitivamente contaminada por el lenguaje de la contemporaneidad.

Para trabajar la motivación, leo con interés sobre las propuestas de compañeros profesores que están ensayando la aplicación del mundo de los blogs a la enseñanza. Tengo la impresión de que cualquier mejora en la calidad de la atención y motivación de nuestros alumnos pasa por la innovación tecnológica, la única que ellos están dispuestos a experimentar. Todo lo que pase por una pantalla tiene un atractivo estimulante, todo lo que implique una capacidad electiva es especialmente fascinante para ellos.

Habríamos de saber combinar los elementos tradicionales de una clase, que son imprescindibles, con las nuevas aportaciones que nos proporciona el mundo de la tecnología. En ello estamos, intentando evolucionar en nuestro discurso pedagógico para abrirnos a su forma de concebir el mundo y el universo.

Un comentarista adolescente intervenía hace unos días en un post sobre “La imaginación adolescente”. Defendía como base de esa imaginación la mezcla de sangre y sentimientos. En este tándem tenemos la base de nuestro quehacer para acercarnos a ellos. Sangre y sentimientos. Pura pasión en definitiva. Pero ordenación del pensamiento y tecnología son a veces incompatibles porque la tendencia al escribir en un soporte informático es la de intensificar el nivel de espontaneidad. Tengo mis dudas. Pero también curiosidad por ver el resultado.

miércoles, 4 de octubre de 2006

Un viejo maestro

Dimas es un singular profesor de mi centro. Hay muchos profesores en mi instituto -que están o que han pasado por él- pero sin embargo si tuviera que realizar una semblanza personal me quedaría con él. Su figura, su palabra, su actitud ante los alumnos y ante el hecho de enseñar me atraen poderosamente. Es uno de los profesores más valorados por el alumnado del primer ciclo de la ESO donde es maestro, porque Dimas ejerce de maestro, aunque ha cursado la carrera de Historias.

¿Por dónde comenzar su pequeña historia? Ha cumplido ya ampliamente la cincuentena pero sigue siendo un enamorado de su trabajo y de sus alumnos. Le quedan escasos años de ejercicio profesional y él lo lamenta. No entiende la vida sin sus conflictivos discípulos de primero y segundo de la ESO. Es un monstruo de la profesión por su dedicación, por su entrega y su actitud generosa y abierta a las novedades pedagógicas. Su vida es su trabajo. Éste es una poderosa droga que le mantiene vivo y alerta.

Sabe pautar el trabajo de sus alumnos. Cree que el trabajo del profesor se sustenta sobre una meditada planificación; sostiene que una serie de actividades sencillas secuenciadas y progresivas supone un cierto nivel de aprendizaje. Los demás nos debatimos entre las dudas y damos palos de ciego, mientras él desarrolla un método científico de enseñanza. Todos sus alumnos le aprecian. Con él no hay fracaso, nadie o prácticamente nadie se queda descolgado de la asignatura. Con él todos trabajan a gusto: ilustran las imágenes de sus dossieres y responden a sus preguntas hábil y sabiamente estructuradas. Todos aprueban con Dimas porque sabe ponerles el caramelo de un aprendizaje ameno y sencillo. Sin darse cuenta aprenden más de lo que con cualquier otro método hubieran logrado.

Le veo andar ágilmente por los pasillos. Tiene una personalidad enérgica y poderosa dedicada en cuerpo y alma a sus chicos. Son la sal de su vida. Padece del corazón y ha sufrido varias crisis cardiacas, pero él sigue entregándose a la enseñanza con la misma fuerza y entusiasmo de siempre. Algunos pensamos que corre un serio peligro con las dosis de medicamentos estimulantes que toma para lograr mantener su actividad docente. Entiendo su aceleración, su vigor, su energía… Le vienen también de la convicción de que se puede hacer algo seriamente por los alumnos. Él fue un alumno con problemas de aprendizaje y hubo de sufrir un amargo calvario en sus años de estudiante. Al final se quedó solo con el profesor que venía a enseñarle a casa. Se dijo que el se dedicaría a la enseñanza de un modo integrador y no segregador.

El fracaso no forma parte de su sistema de educar. Aprender exige un esfuerzo y él conoce el sistema de que todos sus alumnos, incluso los más desmotivados, trabajen y cumplan con ese esfuerzo necesario. Sus resultados son casi milagrosos. Los alumnos acuden entusiasmados a sus clases impartidas con Power Point, entre otros métodos de enseñanza, y completan con dedicación absoluta los dossieres que él les va proporcionando. Para mí es un misterio ver como lo consigue, pero lo hace con un enorme derroche personal de energías que no sé cuánto tiempo lograra mantener.

Me ha supuesto muchas horas de reflexión la figura de Dimas. Yo no querría ser como él, pero le admiro. En cierta manera envidio la geometría de su sistema integrador, progresivo y experimental. Yo no puedo dejar de ser anárquico y de cometer errores de principiante. Me falta el método y quizás su convicción absoluta y prioritaria de que lo que está haciendo es fundamental. Quizás yo relativizo mi influencia sobre mis alumnos y me sé sumamente imperfecto. Junto a grandes fallos, de vez en cuando sé encontrar algún camino certero y vuelvo a casa satisfecho. No obstante, mi labor, a mi juicio, está llena de luces y sombras. No he encontrado el sistema definitivo. Busco y busco y no dejo de poner en tela de juicio mis hallazgos anteriores. Soy un caos hecho carne, pero a veces, en el devenir de los días tengo alguna pequeña satisfacción en medio de otros sinsabores.

Sin embargo, hoy he visto a Dimas casi desbordado. El clima de clase con treinta alumnos por curso, muchos de los cuales no saben escribir y son sumamente inquietos, es cada vez más complicado y agotador. Son muchos cursos y mucha faena para casa. Organizar y planificar llevan un montón de horas añadidas al trabajo habitual. No le he visto cansado pero sí al límite de la resistencia física y psíquica. No es bueno para su corazón tomar sustancias estimulantes para mantener el ritmo de trabajo. Entregarse en cuerpo y alma a una profesión tiene sus costes; entregarse por entero a los alumnos es dejarse devorar por un animal mitológico. Hay que encontrar, me digo, zonas de reserva, de higiene mental, de distancia personal y de relativización de la tarea.

En todo caso, quede como ejemplo de honradez profesional, de entrega sin límites, de sabiduría en el ejercicio de su labor de maestro siempre promoviendo e integrando a sus alumnos, siempre dándoles un ejemplo positivo y humano. Siempre haciéndoles ver que son mejores de lo que ellos se creen que son, siempre orientándoles hacia caminos rectos y comprometidos, siempre extrayendo de ellos lo mejor de ellos mismos. Siempre con ellos hasta el final. Un hermoso ejemplo de lo que es ser maestro hasta la frontera de las fuerzas personales.

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