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lunes, 29 de septiembre de 2008

Ànima càndida

Este es el título de un artículo de opinión firmado por Jordi Llovet en el Quadern de El País el 25 de setiembre del presente. No puedo enlazarlo porque El País no publica en su edición digital los artículos o noticias publicadas en otras lenguas diferentes al castellano.

El artículo de Jordi Llovet versa sobre el último libro de Daniel Pennac Mal de Escuela en el cual estoy sumergido habiendo leído tres cuartas partes del volumen. Jordi Llovet acusa a este libro de optimista, de aprovechar la figura del estudiante zoquete para reivindicar una pedagogía ilusa o inocente. Recordemos que Pennac escribe este libro dividido en dos secciones, una biográfica en la que se evoca como alumno fracasado en la escuela francesa de los años cincuenta. Se recuerda como el alumno que se sentaba en el último banco y acostumbraba a desconectar de las explicaciones del profesor que por otra parte no entendía en absoluto. De esta situación fue salvado por un viejo profesor que le pidió escribir una novela –sin faltas de ortografía a las que tan proclive era el Pennac de aquellos años- a cambio de de no hacer exámenes de lengua francesa.

 La segunda parte del libro, más interesante todavía que la primera, es cuando Pennac utiliza sus veinticinco años de docencia para extraer algunas reflexiones que me han parecido sumamente lúcidas e interesantes teniendo en cuenta el tipo de alumnos que tenemos en este momento. Discrepo totalmente de Llovet cuando achaca este libro a la grafomanía de un escritor de éxito que necesita publicar un libro cada año para estar en el candelero. Mal de escuela, igual que Como una novela está compuesto de reflexiones personales originales y muy sugerentes. La mayor acusación a este texto es de calificarlo de roussoniano, aquella tendencia de pensamiento que estima que los seres humanos somos buenos por naturaleza pero es la sociedad quien nos pervierte. En el fondo está el pensamiento de Hobbes que nos recuerda que el hombre es un lobo para el hombre. Llovet apunta críticamente también con agudeza, que nadie le niega, a películas como El club de los poetas muertos o Los niños del coro. Reconozco que son dos películas que he visto en múltiples veces y que me han emocionado. Era profesor en los años noventa cuando estrenaron El club de los poetas muertos y yo que no soy nada dado a los escalofríos o las emociones fáciles, aquella película consiguió conmoverme, igual que Los chicos del coro. Ambas acaban de forma semejante. El profesor, un alma cándida, que ha conseguido transformar a sus alumnos con sus enseñanzas, es despedido de la escuela. Sus alumnos parecen ignorarlo pero hay una sorpresa final en ambas películas cuando los muchachos del profesor Keating se suben a las mesas saludando emocionados a aquel profesor que tanto les ha enseñado acerca de la vida. En Los chicos del coro, son unos aviones de papel que son lanzados desde las ventanas del internado porque les han prohibido salir a despedirse del profesor.

 Hay muchas películas que recrean la figura del profesor. Hubo una cuyo nombre no recuerdo que contaba la historia de un profesor de matemáticas enfermo del corazón que cogía un curso en Nueva York que era un desastre y lograba elevar su autoestima y llevarlos a la olimpiada matemática de los Estados Unidos y quedar en un buen lugar. No recuerdo el nombre, si alguien lo hace, le ruego que me lo diga para poder volverla a ver. 

¿Qué seríamos los profesores sin ese componente roussoniano que ve en nuestros alumnos oportunidades abiertas, todavía no cerradas? El sistema educativo puede rozar la catástrofe, pero a mí este sistema educativo me deja frío. Lo que me preocupa es el encuentro personal con algunos alumnos a los que mis palabras puede que no sean indiferentes. Necesito ser optimista (aunque de naturaleza soy pesimista) para esperar. Esa dichosa esperanza que es la virtud más necesaria entre los docentes. Alguien podría añadir también la necesidad de realismo, de tener los pies en la tierra. Pero las grandes utopías educativas desde Platón a Summerhill o Walden o la vida en los bosques, se han nutrido de un componente teñido de una cierta inocencia. El profesor ha de saber quién es cuando entra en clase, pero en su fuero interno ha de estar contagiado de esperanza. Antes Rousseau que Hobbes. Y además considero que la memorización de textos literarios como recomienda Pennac es un excelente método de comprensión reflexiva si a los alumnos se les hace pensar sobre lo que están memorizando. El libro de Pennac es interesante, aunque lo dice alguien que en este momento está en la barrera contemplando el mundo educativo. 

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Buda explotó por vergüenza

Hace unos cuantos posts Juan Poz nos hablaba de la película dirigida por la iraní Hana Makhmalbaf Buda explotó por vergüenza. Recuerdo que fui a ver esta cinta en febrero de este año y salí profundamente conmocionado. La directora tenía dieciocho años cuando dirigió esta película ambientada en el Afganistán de los talibanes, en el espacio donde fueron dinamitadas las figuras de Buda. El guión es de su madre Marziyeh Meshkini, y la joven directora es hija de Moshen Makhmalbaf, director a su vez de películas notables como Gabbeh, El silencio y Kandahar.

 La protagonista, una niña de seis o siete años, Baktay, cuida de su hermano, pero oye a un niño vecino suyo una hermosa historia que le cautiva. Quiere ir a la escuela a aprender a escribir. Pero estamos en el Afganistán de los talibanes. No será fácil. Baktay habrá de conseguir un cuaderno para ir a la escuela. La búsqueda del cuaderno es épica, y cualquiera de los espectadores nos meteríamos en la película para ayudar a la protagonista de la película filmada con actores no profesionales. ¡Qué emociones tan intensas y puras sentimos los que contemplamos la película! Cuando lo consigue no tiene lápiz y ha de utilizar el carmín de labios de su madre. Quiere ir a la escuela, pero un grupo de muchachos talibanes la retienen y la amenazan. Es una auténtica película de horror cuando le ponen una capucha de papel en la cabeza igual que otras niñas castigadas por diferentes motivos. Esta imagen es magnética y roza la genialidad. Los muchachos de diez y once años imitan a los mayores en sus juegos bélicos y la amenazan con ramas a modo de fusiles y ametralladoras. Baktay logra huir y sigue buscando la escuela y es lo que confiere a esta cinta un tono homérico. No voy a contar el final. Si podéis, vedla. Quizás la hayáis visto ya y podáis compartir algún comentario acerca de ella. Pero pocas veces he visto algo tan intenso realizado con tan pocos medios.

 He querido traerla a colación a este blog por esa pasión de Baktay y su amigo por aprender en una sociedad que detesta el conocimiento. En aquel ambiente hostil crece el amor a las letras y a las historias divertidas. Es una película muy dura, pero que debería ser de visión altamente recomendada en los cursos de la ESO. Lo que vale el aprender en un mundo roto en que nada es sencillo. 

 Me gustaría saber si es posible hace cine en nuestras coordenadas con tan pocos medios y tan extraordinarios resultados. Estamos ante la esencia del cine. En cuanto pueda, veré con mis hijas está parábola altamente simbólica. Cada imagen está cargada de fuerza y significado. No es cine vacío y efectista, ni falsamente melodramático. Está construido con auténticas cargas de profundidad. 

jueves, 18 de septiembre de 2008

El grupo 15

                                             http://farm4.static.flickr.com/3227/2865440722_dcc432c1ff.jpg?v=0

El grupo 15 es una agrupación flexible con alumnos de primero de ESO, que he conocido hoy y que son de muchas partes del mundo. Era la primera clase. El grupo era muy vivo con dos alumnos, uno ecuatoriano y otro bereber, que llevaban la voz cantante. Eran alumnos que se conocían de los colegios de primaria del barrio. Hemos dedicado la clase a dar pautas de trabajo y a conocernos mejor. Quería saber su nombre, cuánto tiempo llevaban en España, si sentían añoranza de su país, el colegio en que estudiaron la primaria… Lo suficiente para saber un poco de ellos.

 La mayoría eran ecuatorianos y marroquíes. De estos algunos eran árabes de la región de Tánger y otros bereberes. Las relaciones entre ellos no suelen ser buenas. Ello unido a que en estos días se está celebrando el ramadán hace de ellos un colectivo especial porque no pueden comer ni beber durante las horas de luz.

 Entre los ecuatorianos los había que eran de la región de Guayaquil y de otras regiones que no sé localizar en el mapa. Hemos hablado con las chicas de esa fiesta en que a los quince años se visten de rosa y celebran su puesta de largo. Es una fiesta más importante que la primera comunión, según he podido saber. Hemos estado hablando sobre ella. Les produce a las chicas una enorme ilusión y sobre todo celebrarla en Ecuador.

 Había otras procedencias. Tengo algún alumno de Perú, dos gemelas de Argentina aunque pasaron toda la infancia en Bolivia, una alumna paquistaní que habla urdu, una alumna de Guinea Ecuatorial de la región de Malabo, la capital, que recuerda que los españoles trataban muy mal a los ecuatorianos, hasta que el presidente actual los echó y ahora se tienen que andar con mucho ojo cuando van allá. Guinea, según ella, es el séptimo productor mundial de petróleo.  

 La mayoría llevaban dos años en España, alguno hasta seis y se le veía totalmente adaptado a las costumbres del país. Alguna alumna marroquí llevaba velo, pero otras no. La alumna paquistaní no lo llevaba.

 Me pregunto si estas agrupaciones flexibles son un buen sistema para su integración. En algunas clases, en especial las de lengua, se les saca del grupo clase y se les introduce en un grupo lingüístico que pueda estar a su nivel. Tiene esto posibilidades interesantes. La convivencia entre culturas es intensa, pero no hay ningún alumno español. Sin duda se han dado cuenta de ello. Su nivel está por determinar. Muchos son latinos y su lengua predominante es el castellano, incluida la alumna de Guinea Ecuatorial. Todos son espabilados y el que más y el que menos domina varias lenguas.

 Sin duda es un grupo que me ha llamado  la atención respecto a los cinco a los que he dado hoy clase. Cada uno era un mundo diferente. Pero este grupo me ha atraído poderosamente por sus posibilidades humanas  si conseguimos encauzarlo bien. El clima humano es agradable y los alumnos son correctos y parecen educados. Me encanta ser su profesor. 

domingo, 14 de septiembre de 2008

Disney Channel


A veces me quedo embobado viendo escenas de la televisión, en especial las series dirigidas a adolescentes. Las hay muy numerosas en las franjas más accesibles. En los últimos días Disney Channel ha empezado a emitir en abierto para la TDT. Un aluvión de series que tienen como protagonistas a adolescentes arrasan entre sus destinatarios. Sin embargo, cuanto más las veo, más bobas me parecen. Me resultan de una simpleza total esas películas que han tenido un éxito enorme tales como High School Musical, 1 y 2; me parecen inanes la mayoría de los productos que se dirigen a los adolescentes, incluidos algunos libros de lectura que se ofrecen como muy adecuados para ellos. Su sentido del humor con risas enlatadas me subleva, sus conflictos graciosos no me producen ninguna gracia y su música me enerva. Se diría que se quisiera ver convertidos a los adolescentes en unos tontos de capirote y  permanentemente inmaduros. En este sentido no son muy diferentes de muchas series “bobas” dirigidas a los adultos en los que los seres humanos aparecen como unidimensionales, planos, carentes de ninguna dimensión misteriosa. Son series banales con un cierto ingenio plano que no estimulan lo más valioso que tienen las personas: su llamémosle espiritualidad. No soy creyente, aclaro, y no dedico en mi declaración de renta la asignación a la iglesia. Estoy en contra asimismo de que se imparta religión católica en los centros públicos. Pero también entiendo que hay dimensiones desconocidas en el ser humano que hacen de éste un ser misterioso en sus motivaciones y en su realidad. Esta realidad tiene otro lado. Hay otros mundos que quizás están en éste como sospechaban los surrealistas.  Cuando contemplamos la realidad podemos tener la sospecha de que existe un más allá, otro lado del espejo. Toda la gran literatura conecta este lado visible de las cosas con la intuición de que existe una dimensión desconocida.

 Así los hombres en la literatura artúrica buscaron el Grial, o salieron en persecución del honor o iniciaron viajes hacia países lejanos buscando algo que les faltaba, persiguieron sus sueños o estos se apoderaron de ellos penetrando la vida cotidiana. Pienso en Kafka, en sus alucinaciones o pesadillas entrando en la dimensión terrena de la realidad. Un día Gregorio Samsa se despertó convertido en una especie de escarabajo. ¿Qué oculta esta metamorfosis? ¿Qué oculta siempre esa dualidad de mundos entre los que nos movemos, los visibles y los invisibles? Probablemente nuestros deseos ocultos, nuestros terrores, nuestras ansias más misteriosas. Ulises hizo un largo viaje camino de Ïtaca, y todo aquel viaje era un símbolo de la existencia que aquellos hombres de hace dos mil quinientos años estaban preparados para recibir. En África, ese continente desconocido, la transmisión oral de los cuentos y leyendas prepara a los niños, a los jóvenes y los adultos para la relación con la otra dimensión, la de los dioses, la de los espíritus. El otro lado. Ese otro lado sin el que nuestra existencia no está completa.

 La vida es un viaje misterioso. Pero mucho me temo que la cultura de época tiende o ensombrecer esta idea. A veces también hay esoterismo de segunda fila, pero tampoco se trata de esto, aunque detrás de determinadas ceremonias vudú celebradas en Haiti, Cuba o el Caribe, también se encubra una cierta relación con el lado misterioso de las cosas.

 Leer Muerte en Venecia o La montaña mágica de Thomas Mann, o releer estos días las novelas grises de Robert Walser, o adentrarme en el universo poético de Rosalía de Castro, me reafirma en que los seres humanos necesitan símbolos más poderosos para desentrañar su vida, su pequeña vida, la única que se tiene, pero abierta a proyectos más enigmáticos. El universo es infinito, quizás; la naturaleza de la materia está por desentrañar; el cerebro está descubriendo quizás sus enigmas. La cultura de época, el mundo televisivo y literario que se ofrece a los adolescentes, objeto de nuestra enseñanza es tremendamente pobre y chato, aunque, ojo, esa unidimensionalidad frívola y lamentable es sumamente adictiva, como el kepchup, las hamburguesas del McDonalds, o los episodios de los Simpsons… Necesitamos adolescentes abiertos a otros mundos, a la idea de justicia, a la de solidaridad, a la literatura, a los sueños, a algo que está al alcance de nuestra imaginación, pero hay que hacer un esfuerzo o un salto que nos acerque al mundo de las islas lejanas o al espejo, a su otro lado. 

jueves, 11 de septiembre de 2008

Once de septiembre

                                         Símbolo de la semana de cultura africana

Una fecha con resonancias planetarias que nos lleva a evocar el ataque terrorista contra las torres Gemelas, el Pentágono y otro atentado abortado de setiembre de 2001. Hubo quien dijo que el mundo no sería igual después de aquello. Escribí en mi diario que había comenzado el siglo XXI. Bush sostuvo que aquel era el comienzo de una monumental lucha entre el bien y el mal. Al día siguiente las bolsas de todo el mundo se hundieron y se habló de peligro de una recesión mundial (que no se produjo). Alain Touraine se preguntaba ¿hemos entrado ya en un siglo XXI que va a reproducir la historia del siglo XX pero con un dramatismo aún mayor? Mi diario recoge titulares y reflexiones de aquellos días cargados de temores y miedo a la venganza. Todo se conmovió. Bin Laden había golpeado certeramente el corazón del mundo occidental.

 En aquellos días de setiembre de 2001 yo era todavía un profesor idealista y lleno de energía. Había llegado a mi nuevo instituto cargado de ilusiones y utopías. Tenía en mente desarrollar una semana dedicada a África como punto de reflexión teórica y vivencial. Durante meses había acumulado información sobre el mundo africano, su cosmovisión, su literatura y su arte. La cultura africana era una total desconocida que se menospreciaba e ignoraba. Mi inmersión en su cultura me llevó a pensar que había allí un caudal enorme de inspiraciones humanas y artísticas que podían servirnos a nosotros, orgullosos occidentales. Desarrollé durante el verano un programa revolucionario didácticamente pero que requería la complicidad de mis compañeros profesores a los que me dirigí en los claustros. África existía y tenía un potencial extraordinario. Eso pensaba y me dediqué tanteando a los distintos profesores a difundir la oportunidad de realizar unas jornadas dedicadas a la cultura africana, lo que requeriría la colaboración de buena parte del claustro y la implicación del área de visual y plástica, dado que nuestro instituto cuenta con el bachillerato artístico. Imaginaba en mi inocencia de 2001 a los alumnos del bachillerato artístico investigando el potencial de las máscaras africanas, sus combinaciones de color, sus danzas, su sentido social del arte, su ingenuidad y lo más hermoso, la risa africana. Imaginaba mi instituto transfigurado con los colores y el arte africano…

 Pero era setiembre de 2001, y nada de aquello caló en el conjunto del profesorado. Se temía a África, nadie estaba por utopías ni experimentos, cada uno estaba metido en su parcela y nadie ni dirección ni compañeros atendieron las razones que mostraban la oportunidad de aquello. O yo no supe llevarlo adelante. Recuerdo que a todas horas intentaba a la desesperada convencer a mis compañeros de que la idea contribuiría a formar una conciencia de instituto. Era un proyecto transversal que necesitaba la implicación de todas las áreas: historia, filosofía, arte, lengua, literatura, diseño, vídeo…

 Recuerdo el día en que un compañero muy querido procuró esquivarme para no hablar del tema. En aquel momento me sentí envejecer como Zazie dans le metro de Raymond Queneau. Me sentí envejecer y algo hizo crac dentro de mí. Me di cuenta de que los profesores son personas complejas y profundas pero terriblemente apegadas a la tierra. No valen los proyectos que apuntan a la luna. Ser profesor –aprendí- implica mucha burocracia y sueños terrenos. Todo aquello fracasó. Nadie se interesó demasiado por aquel sueño de una noche de verano. Sin duda, yo meaba fuera de tiesto en un momento poco propicio a la experimentación y a la duda.

 Sin embargo, cómo añoro a aquel Joselu, apasionado y torrencial, que ideó aquello. La idea era magnífica, pero no sería capaz de repetirla. Sin quererlo me hice también gris. 

sábado, 6 de septiembre de 2008

Mal de escuela

Mal de escuela es un ensayo del escritor francés Daniel Pennac, autor de aquel otro ensayo memorable titulado Como una novela en la que reivindicaba la libertad gozosa del lector. Mal de escuela todavía no está en las estanterías de las librerías españolas, pero hoy El País (sábado) publica una amplia reseña que me ha puesto los dientes largos.

No me gusta cualquier discurso pedagógico. Los tratados tecnocráticos y la jerga educativa de los especialistas en educación producen en mí un sopor que se traduce en bostezos irreprimibles. Prefiero los libros que se meten en la sangre y en el hígado del hecho de enseñar o aprender. Y tengo la impresión de que Mal de escuela está escrito con el corazón y la inteligencia a partir del alumno torpe que no da ni una y que está aquejado de una profunda incomprensión de todo lo que oye en la escuela. En francés la figura del alumno torpe es el cancre, como lo fue Pennac hasta los quince años en que fue rescatado de su situación por la escritura y el amor.

La lectura de la reseña de El País me ha hecho evocar también mis años de alumno torpe en la escuela. Fueron años terribles entre los diez y los dieciséis años. En todas las clases había un alumno risible y fuera de lugar, que en este caso era yo. Suscitaba todos los sarcasmos de los profesores y las burlas de mis compañeros. Estaba incapacitado para las matemáticas (tuve que cursar bachillerato superior de ciencias), y la sintaxis tampoco me iba demasiado bien. En realidad no me gustaba nada. Sólo a los dieciséis años me sentí atraído por la filosofía, pero hasta entonces no había leído ningún libro serio. Sólo aventuras juveniles y noveluchas del oeste o de espías.

 Hay muchas razones para explicar al alumno torpe, la figura que recrea Pennac. El caso es que el muchacho se siente profundamente idiota porque no entiende nada. Pero esto le libera de cualquier esfuerzo. “Si soy tonto, no estoy obligado a nada, ni puedo aspirar a nada”, se dice el alumno torpe. Pero esto no es así, ningún alumno es idiota, el problema es cómo rescatarle de su situación, de su falta de amor a sí mismo. En mi caso fue una tremenda caminata que los curas de mi colegio organizaron. Era una caminata de cincuenta y cinco kilómetros por la noche hasta el santuario de Javier en Navarra. No estábamos preparados para hacer semejante trayecto, pero yo me apunté, como una tabla de salvación. Mis padres se opusieron. Me escapé de casa un día y sólo volví al día siguiente. Quería ir a Javier no por devoción o santificación, sino como una prueba personal de superación. El alumno torpe saca alguna vez su orgullo. Aquello me reivindicaba frente a mí mismo y ante el profesor que lo proponía. Pocos alumnos estaban dispuestos a hacerla. Tenía quince años y la hice, llegué con ampollas en los pies pero contento. La semana siguiente el cura y profesor de química me sacó a la pizarra delante de mis compañeros que esperaban reírse de mí como habitualmente pasaba. Me dictó fórmulas químicas de óxidos, hidruros, hidrácidos o hidróxidos y también sales. Empecé resolviéndolos bien y cada vez el profesor me los ponía más complicados. Así hasta unos treinta que solucioné correctamente. Ni un fallo donde todos habían errado. El alumno torpe por primera vez enseñaba sus garras ante el silencio absoluto de la clase. “Muy bien, siéntate” –me dijo el profesor, supongo que con orgullo porque yo también había sido uno de los pocos que había llegado a Javier.

El alumno torpe, el cancre, necesita que alguien crea en él. En el caso de Pennac, un profesor de lengua francesa le cambió los ejercicios de sintaxis y los exámenes a cambio de que escribiera una novela porque escribir le apasionaba. Posteriormente una muchacha hermosa e inteligente, de la que estaba enamorado, le eligió a él para representar una obra teatral. Por primera vez alguien no le citaba para reírse de él sino que le escogía y le sacaba de la condición de cretino totalmente asumida.

Mal de escuela es una reflexión profunda sobre el hecho de aprender y enseñar, así como de la superación personal.  Estaremos a la espera de su publicación y seguiremos hablando. 

martes, 2 de septiembre de 2008

Un nuevo compañero

El uno de setiembre es nuestra fecha de vuelta al trabajo, pero ayer el día me guardaba una sorpresa tras los saludos protocolarios a nuestros colegas del instituto. A mi seminario había llegado un nuevo compañero que venía en lugar de Rafa, que se jubiló a final del curso pasado. Lo estaba esperando desde que en julio vi en internet las nuevas adjudicaciones de plazas. Antonio sería mi compañero en la docencia de los cursos primeros y segundos de la ESO, un territorio nuevo para mí. El encuentro fue cordial y amable. Sin embargo, cuando fuimos charlando a lo largo de casi hora y media, descubrimos insólitas circunstancias. Los dos éramos blogueros entusiastas, pero además Antonio a su vocación añadía ser escritor y apasionado de la literatura. Nos mostramos nuestros respectivos blogs, abriendo esas ventanitas mágicas que nos conectan con el mundo. Mi sensación de maravilla creció cuando en casa rastreé su página web y conocí su producción literaria y periodística. Incluso pude asistir a la lectura de algún fragmento de su obra El solitario que aquí os dejo en el vídeo enlazado. Antonio Gálvez admira a los grandes de la literatura, a aquellos que han dejado historias pero también un estilo personal que  se ha insertado en una tradición literaria. Cervantes, San Juan de la Cruz, Quevedo, Valle-Inclán, Cela, Francisco Umbral son sellos personales que hacen del lenguaje algo más que un discurso informativo y denotativo que es el que hoy invade todos los libros de éxito.

Mi conversación con él y nuestras afinidades blogueras y literarias me hacen presentir que podemos, quizás, formar un buen equipo de trabajo para enfrentarnos con humor y amor a esas fierecillas que no saben que quieren aprender.

sábado, 30 de agosto de 2008

El regreso


Estos últimos días de agosto me siento como cuando don Quijote estuvo velando sus armas antes de ser investido caballero en la venta que él creía castillo. Me siento ansioso por regresar a mi profesión, la de enseñante, que ha vertebrado mi blog desde hace tres años. El regreso es el tema de la más espléndida aventura jamás contada en La Odisea en la que Ulises vuelve a su casa en Ítaca, arrostrando mil y un peligros. Es una historia que nunca me canso de releer. Y ahora me retorna cuando faltan muy pocas fechas para reencontrarme con mis nuevos alumnos.

La enseñanza es el reino de lo extraño, como la literatura. Me gusta dotar a este blog de una cierta dosis de extrañeza y de cierta oscuridad porque cada vez que inicio un curso es como enfrentarme a lo desconocido; es como iniciar una aventura fascinante y nueva.

Y me gusta contarlo desde dentro, desde la conciencia perpleja de un profesor que intenta explicar su desafío a todo tipo de lectores: a profesores sin duda, a los que atesoro entre mis amigos más directos; pero también deseo que mis reflexiones lleguen a personas ajenas al mundo de la enseñanza. Me siento especialmente estimulado en saber que los pensamientos de este profesor emotivo y secundario pueden ser leídos por lectores de las más variadas edades y condiciones profesionales alejadas de lo estríctamente académico...

Hasta allí, donde estéis, amigos, deseo que mi experiencia particular participe en alguna manera de lo universal, y que mis palabras se llenen de densidad para explicar una historia que es nueva cada año y que implica necesariamente esperanza. Si a ello se pudiera añadir un hálito poético, Profesor en la Secundaria, hincharía sus velas y su nave saldría al mar azul lleno de misterios y gigantes de un solo ojo o insólitas doncellas que me esperarían en su isla lejana.

lunes, 25 de agosto de 2008

Adolescencia dolorosa

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Una de los relatos más conmovedores que leí el curso pasado entre los presentados al ejercicio de narrativa fue el de una alumna llamada María titulado “Adolescencia dolorosa”. A lo largo de veinticinco páginas, María relataba con emoción y dolor la experiencia de vivir la vida y en especial su adolescencia en estos momentos aquejada de una terrible enfermedad diagnosticada como “osteogénesis imperfecta”, la popularmente conocida como la enfermedad de los huesos de cristal.

María va en silla de ruedas. Su cuerpo está desproporcionado respecto a sus pequeñas piernas, mínimamente desarrolladas respecto a sus musculosos brazos acostumbrados a impulsar su silla. María en su relato reflexiona acerca de su historia personal vertebrada por las veinticinco operaciones que ha tenido que sufrir en sus piernas, tan frágiles como el más delicado de los cristales. Cada vez que ha de entrar en el quirófano, no menos por frecuente, es una situación que la aflige y la atemoriza. Una de las operaciones se debió a los ejercicios a que la sometió una fisioterapeuta que, sin querer, le fracturó una de sus piernas. Por ello, desde entonces, siente pánico hacia la rehabilitación y hacia los fisioterapeutas.

En su relato detallaba sus recuerdos desde niñez, su historia familiar, haciendo un vívido retrato de sus relaciones familiares en las que destacaba la madre siempre positiva y animosa a pesar de vivir en circunstancias económicas muy delicadas y tener a otros hijos aquejados de esta enfermedad de origen genético; relataba también su experiencia escolar, sus miedos, sus relaciones de amistad, sus fracasos (el año pasado suspendió cuarto de la ESO y hubo de repetir por decisión de la Junta de Evaluación que estimó que un año de maduración sería positivo para ella); sus angustias en ese momento tan frágil como la adolescencia en que se viven unos cambios físicos y emocionales en los que se ansía con fuerza a la otra persona con la que compartir amistad y afectividad. María es consciente de sus circunstancias y en su pequeña novela analizó con extraordinaria minuciosidad psicológica su yo adolescente, inserto como su título expresaba, en una etapa dolorosa. Sin embargo, María, una excelente lectora –Fue la única que en segundo de la ESO se leyó El diario de Ana Frank- con magnífico aprovechamiento, de su complicada experiencia ha extraído oro. Quiere ayudar a los demás, quiere ayudar a aquellos que pueden vivir una historia como la suya. Quiere cursar bachillerato y estudiar Psicología. No quiere que sus circunstancias la limiten en sus aspiraciones a pesar de saber que cada vez que ella necesita trasladarse le es preciso que alguien la acompañe y disponer en muchas ocasiones de transporte adaptado para su movilidad. Esta fue la razón por la que no pudo de ir de viaje de estudios a Londres con sus compañeros la primera vez que cursó cuarto de la ESO. Fue un duro golpe para ella.

El proyecto de escribir una novela fue una de las propuestas más provechosas que he planteado en los últimos años, como pudieron seguir los lectores de mi blog. Eran muchachos de cuarto de la ESO. Este próximo curso imparto primeros y segundos de ESO y me pregunto si es posible una experiencia semejante con niños más pequeños. Nos nutrimos de historias, necesitamos intensamente de la ficción, o reflexionar sobre nuestra propia existencia. Necesitamos intentar comprender nuestra vida. Cada uno lo hace a su manera mediante este cerebro que se alimenta de cuentos desde su infancia, pasando por esa adolescencia vivida como un periodo extraordinariamente complejo y que María en un relato prodigioso, digno de publicarse si se cuidaran más los aspectos formales, retrató como “doloroso”. Yo añadiría también los calificativos para ella, para su relato, y para esos años, de apasionantes y luminosos.

martes, 19 de agosto de 2008

Incertidumbre

El nadador norteamericano Michael Phelps (Baltimore -1985) ha sido el triunfador más reconocido de los juegos olímpicos de Pekín 2008. Ha obtenido ocho medallas de oro en algunas finales épicas que han hecho de él, en el imaginario deportivo y popular, el mejor nadador de la historia superando al también mítico Mark Spitz que ganó siete medallas de oro en los JJ.OO de 1972. De todos son conocidos estos hechos. Lo es menos que Michael Phelps, tras su espectacular victoria en 4x100 estilos merecedora de su octava medalla, ha evocado la figura de una profesora de lengua y literatura inglesas que le dijo que él nunca triunfaría en la vida. Pareciera que el nadador ha aguardado este momento estelar en su carrera para recordar algo que en su momento le marcó profundamente. Aquella profesora anónima le auguró un fracaso vital y profesional, y él no ha dejado ni un momento de recordar aquello que le causó una honda herida que él ha querido desmentir con una carrera humana y profesional brillante e inigualable.

¿Qué densidad tienen nuestras palabras como profesores? ¿Podemos intuir el fracaso o el éxito en la vida de nuestros alumnos? La anécdota de Michael Phelps, por el hondo poso que ha dejado en él, me ha hecho reflexionar. Somos ocasionales orientadores de espíritus en desarrollo. Cuando miramos a nuestros alumnos durante todo un curso vemos algunas miradas encendidas, vivas, bondadosas, maliciosas, tiernas, turbias, inteligentes, otras confusas y ambiguas, así como dulces e indecisas. ¿Quién sabe adónde pueden ir a parar aquellos muchachos? Un fracaso en la escuela no implica un fracaso en la vida, del mismo modo que un éxito en la escuela no decide un éxito profesional, humano o sentimental. El cerebro humano es un músculo complejo y regenerable. Una falta de competencia en el área de lengua no es irremediable ni decisiva. Hay otras potencialidades que se van desarrollando en los años de aprendizaje.

Los profesores no somos profetas, nuestro papel es bastante más modesto, y, sin embargo, nuestra aportación es considerable. Unas palabra apresuradas de una profesora de lengua sobre el futuro de un alumno de secundaria le sirvieron de acicate a Michael Phelps en sus últimas brazadas para obtener el mayor éxito de la historia de la natación. Sin embargo, a otros, un comentario negativo o despectivo puede que les hunda anímica y moralmente el resto de sus vidas. Los seres humanos somos un misterio. Las mismas palabras pueden tener efectos totalmente diferentes. A unos los puede catapultar a la gloria y a otros les lleva a la falta de confianza en sí mismos y al fracaso.

Lo tendré en cuenta. Mis alumnos son seres enigmáticos. Sólo hay que ver fotografías individualizadas de ellos. Aislados del conjunto y de sus compañeros suscitan hondas simas de complejidad humana. Hay en ellos campeones olímpicos en potencia, escritores, actores, buenas personas...; también maltratadores, víctimas y verdugos, así como héroes que esperan su momento para la gloria o su pasaporte a la mediocridad. Por ello, necesitamos ser pequeños artistas que potencien lo mejor de ellos mismos, con prudencia, pero también con decisión. ¿Quién sabe si tendremos a Michael Phelps entre ellos? ¿O a ese anómimo panadero que cuece el pan con amor y ternura? ¿O a esa muchacha anónima que sabrá intuitivamente construir un mundo mejor con su bondad e inteligencia?

viernes, 20 de junio de 2008

Despedida

Imagen sacada de http://www.ifs.csic.es/Activida/
Había imaginado diversos posts para despedirme por esta temporada. Ninguno me ha convencido lo suficiente como para desarrollarlo. La llegada de este final de curso me ha dejado agotado y falto de inspiración bloguera. No sé si esto significa que bioblográficamente estoy en la fase final de mi periplo como bloguer o que sencillamente necesito unas vacaciones. Quiero pensar esto último. Dedico este último y breve post de la temporada a todos los que me habéis seguido a lo largo de todo el curso. Gracias por vuestra presencia. Es emocionante pensar que las palabras que uno escribe pueden llegar a lugares y personas jamás previstas que me infunden calor y compañía con su presencia invisible y sus comentarios. Gracias nuevamente. Quizás nos volvamos a leer. Espero. Como siempre, con afectuosa cordialidad.

jueves, 12 de junio de 2008

Orden y método


Una primavera lluviosa ha dejado abundantes precipitaciones en casi toda España. Incluso se han batido records en muchas capitales y regiones. El curso ha ido acabando y ahora estamos en los últimos días. Prácticamente las clases han acabado. En mi centro nos dedicamos estos días a los llamados Créditos de síntesis y a las clases de preparación de suficiencia para alumnos con asignaturas pendientes. El clima se ha relajado y todos nos preparamos para un receso veraniego que nos llevará a cargarnos de energía cara al curso que viene.

Quiero retener aquí algunas conversaciones captadas a nivel de pasillos en estos días finales. Varios profesores se estremecen con el alumnado que ha habido este año en primero de la ESO. Han sido cursos realmente conflictivos en que bastantes alumnos creaban un clima de difícil resolución académica. Algún profesor ha confesado que se ha despertado soñando con determinados alumnos. Se han hecho estimaciones que en primero de la ESO hay 26 familias que han perdido totalmente el control de sus hijos. En su casa no pueden con ellos y en el instituto tenemos graves problemas para contenerlos faltos de diques emocionales y de autoridad.

Curiosamente, hoy en hora de guardia, he tenido ocasión de conversar con una de las alumnas más famosas del centro por sus constantes amonestaciones y su permanente asalto a las normas de convivencia. Llamémosle Adriana. Parecía una muchacha razonable. Estaba expulsada. Quería ser derivada a la UE (Unidad Externa), especializada en alumnos conflictivos. Charlando con ella no parecía esa alumna terrible que retratan sus docenas de partes de expulsión.

Hay otros casos de alumnas descaradas que gritan a algún profesor comentarios obscenos y desafiantes. En este blog en la anterior entrada se daban interesantes claves para controlar el aula. He leído todas con sumo interés aunque no las haya comentado en el post. Ser un buen profesor es un don como ser buen artista o un buen arquitecto o un buen actor. No todo el mundo posee esas cualidades casi mágicas que convierten la entropía en orden y equilibrio. Hay un desafío palmario a la autoridad. Hay quien lo resuelve con el carácter justo y equilibrado, hay quien lo hace con autoritarismo y el juego de miradas, hay quien con la presencia sólida en la clase. Ser profesor es un ejercicio difícil del uso de la autoridad. Y es como el caso de los buenos y malos toreros. A veces se sale a hombros y otras nos cae encima una lluvia de almohadillas y silbidos. Este año que acaba he salido con una sensación compleja. Por un lado me doy cuenta de que ha habido aciertos, pero también salgo con una sensación de cierta desolación por la que me digo que podría haberlo hecho mucho mejor. Mi carácter desordenado y caótico no contribuye a la ordenación de alumnos faltos de método y de hábitos. Y es un problema difícil de resolver. Sin embargo esta carencia de orden en mi constitución personal –que es un grave problema- es un buen aliciente para alumnos con ciertas estructuras organizadas porque les anima a crear.

Por eso pienso que el orden mental es un potente organizador del aula. Nadie lo había citado salvo Cariátides en su magnífico comentario. Lamentablemente quien esto escribe es enormemente deficitario en todo lo referente al método. No sé hacer dos veces la misma operación del mismo modo. Ello es un factor de creatividad en ciertos niveles pero también de desconcierto y desbarajuste en los niveles que más necesitados están de rigor, método y reglas fijas. De ahí mi desconsuelo y pesadumbre.

domingo, 8 de junio de 2008

Teatralidad


El otro día hacía mi guardia, iba recorriendo los pasillos del centro cuando me encontré una clase abierta y un barullo de alumnos en la puerta. Me dirigí a ellos y entré en en el aula. La profesora, enmedio de un caos espectacular, con gritos generalizados, intentaba ponerles un vídeo. El desorden era mayúsculo. Aquel curso de primero de la ESO es uno de los más sancionados y conflictivos del instituto. La profesora estaba desbordada. Intenté ayudarla a poner la película de Billy Elliot pero todo se rebelaba en nuestra contra.

Me puse a reflexionar sobre el problema del orden en clase. Hay profesores que atraen el desorden y que no logran controlar a veinticinco alumnos que se rebelan ostentosamente contra cualquier intento de ordenación. Los mismos alumnos que luego en presencia de otro profesor se muestran razonables y atentos. ¿Qué hace que un profesor puede controlar su clase y que esta no se convierta en un guirigay caótico? ¿Qué fuerzas orientan el orden académico?

He conocido magníficos especialistas en literatura cuyas clases eran un desastre de confusión y alteración de las normas más elementales de la convivencia. Nadie callaba y nadie escuchaba al extraordinario profesional que tenían enfrente y que amaba hablar de literatura. He conocido, en cambio, a profesores hastiados de su profesión y totalmente quemados, que impartían sus clases en medio de un silencio sagrado en los cursos más difíciles y terribles.

También he visto a buenos profesionales que eran capaces de controlar sus clases y estas discurrían en el orden más excepcional, que era inmediatamente alterado cuando llegaba otro profesor cuya presencia no predisponía a esa armonía. Y es que los chavales, si se les permite, tienden a la entropía. ¿Qué fomenta el desorden en un profesor?

No es la profesionalidad. Hay buenos profesionales que tienen graves problemas de disciplina. Recuerdo el caso de Antonio Machado, profesor de bachillerato, que tenía serios problemas en clase para mantener el orden. Solía aprobar a todo los alumnos con notas magníficas pero eso no evitaba que sus clases fueran inestables y caóticas. Posteriormente inventó un profesor, Juan de Mairena, hablando a sus alumnos, para compensar los malos momentos que pasó en el aula. En sus diálogos con sus alumnos imaginarios, él añadió todo aquello que le hubiera gustado vivir en realidad.

Es como este blog, salvando las distancias, con el Juan de Mairena. Uno piensa que el problema es el afecto que se puede poner en juego, que los alumnos aprecien que son queridos, pero esto en principio no es decisivo. Los alumnos son astutos y saben de quién pueden aprovecharse. Un profesor puede poner mucho afecto y profesionalidad pero no hace ello que funcione la clase. El profesor ha de exhibir una cualidad esencialmente teatral que le lleve a dominar el aula. Sus palabras han de ser profundamente teatrales, interesantes, en algún sentido. Pobre del profesor cuyo discurso sea monótono o poco atractivo. Dará igual que sea buen profesor o que ame la asignatura o que quiera a sus alumnos. Es una cualidad que se tiene o no se tiene, la de ser centro de un grupo humano que tiende a la dispersión y al desorden. Es una cualidad que se puede tener y luego perder dramáticamente incluso.

Con dolor algunos profesores que aman su profesión se lamentan de que su autoridad es próxima a cero. La experiencia algo ayuda, pero no es decisiva. La clave es la teatralidad, saber conseguir el silencio y ser capaces de explicar el complemento predicativo haciendo de esa cuestión gramatical el asunto más apasionante del siglo veintiuno También serviría hacer trucos de magia. El profesor es un mago que saca conejos de la chistera, o que debe crear la ilusión de que puede hacerlo. Pobre del que no sea capaz de sugerir tal sensación.

jueves, 5 de junio de 2008

El hit parade de la crítica


En estos días he pedido a mis alumnos de cuarto de ESO que me hicieran una valoración de los libros que más les habían gustado a lo largo del curso. Los que me han seguido sabrán que a principios de setiembre formulé la hipótesis de que a los adolescentes de quince o dieciséis años podría interesarles la literatura adulta frente a otras fórmulas de la llamada literatura juvenil, que este bloguero no consideraba demasiado nutritivas.

Mis alumnos han estado leyendo a lo largo de este curso, y en el blog de la clase han resaltado las siguientes lecturas como especialmente interesantes. Resumo sus citas, sobre todo porque luego veremos aquellos libros que iniciaron el periplo lector y luego nadie ha recordado:

- Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian.
- El juego de Ender de Orson Scott Card.
- El camino invisible de Rafael Ábalos (libro no recomendado por el profesor).
- Como agua para chocolate de Laura Esquivel.
- El guardian entre el centeno de J.D. Salinger.
- Soy leyenda de Richard Matheson, aunque el alumno recordaba más la película reciente que la novela.
- La traidora de Gudrun Pausewang (obra leída en lengua catalana).
- Bartleby el escribiente de Hermann Melville.
- Entrevista con el vampiro de Anne Rice.
- Crónica de una muerta anunciada de García Márquez.
- Flores en el ático y Pétalos al viento de V.C. Andrews.
- El diario de Ana Frank.
- Rebeldes de Susan Hinton.
- La dama de las camelias de Alexandre Dumas.
- El asesinato en el Oriente Express de Agatha Christie.
- Los miserables de Víctor Hugo.
- Corazones en la Atlántida de Stephen King.
- La historia interminable de Michael Ende.
- Harry Potter y las reliquias de la muerte de J.K. Rowling.
- 97 formas de decir te quiero de Jordi Sierra i Fabra.
- El niño con el pijama de rayas de John Boyne.
- Las uvas de la ira de John Steinbeck.
- Carrie de Stephen King.
- Misery de Stephen King.
- El perfume de Patrick Süskind.
- Crimen y castigo de Fedor Dostoievski.
- Drácula de Bram Stocker.
- Hombres y ratones de John Steimbeck (libro leído en lengua catalana).
- El ladrón de días de Clive Barker (cómic).
- Los amores lunáticos de Lorenzo Silva.

Han dejado fuera de la lista libros iniciales como:

- La espuma de los días de Boris Vian.
- La metamorfosis de Franz Kafka.
- Estupor y temblores de Amelie Nothomb.
- La habitación cerrada de H. P. Lovecraft.
- Historias del Kronen de José Ángel Mañas.
- Carta al padre de Franz Kafka.
- Pesadillas y alucinaciones de Stephen King.
- El señor Ibrahim y las flores del Corán de Erich Emmanuel Schmitt.
- Oscar y mamie Rose de Erich Emmanuel Schmitt.
- Factotum de Charles Bukowski.
- Viaje alucinante de Isaac Asimov.

Ignoro las razones por que estos libros han sido olvidados. El sistema de distribución no era lo suficientemente eficaz. Alumnos se quedaban los libros en casa y no los hacían circular. Sin duda ha habido algunos que han triunfado en sus comentarios y han sido sobre todo Flores en el ático y El niño con el pijama de rayas. Yo los calificaría como los triunfadores este año.

lunes, 2 de junio de 2008

Balance provisional


Es difícil escribir en lunes cuando todo se ha apagado y han de pasar todavía unas horas para que comience de nuevo el tráfago diario en las clases. Ese tráfago que implica tensión, ilusión y ansiedad. Estos días los alumnos ya intuyen el cierre del negocio. Las notas finales están llegando a ellos y sólo quedan los últimos ajustes, aunque las clases oficialmente llegan hasta el día veintitantos.

Es el momento de hacer un balance. Ante este objetivo mi imaginación se queda exhausta. Ha habido sin duda muchos errores. Las cosas se podían haber hecho mejor en lucha contra la entropía o la tendencia al caos. Ha habido momentos buenos. Recuerdo los siete polvos que echó el marqués de Bradomín a la niña Chole, los paseos de Juan Ramón Jiménez recorriendo las tumbas de los niños muertos, el dadaísmo literario, las relaciones extrañas de Antonio Machado con Leonor y más adelante con Guiomar. Para despertar el interés de los alumnos por figuras literarias recurrías a los trucos más manidos: el morbo y la vida personal… Están demasiado influidos por los programas de televisión para apreciar intrínsecamente la obra literaria. Cuando abordaste a Miguel Hernández les pusiste como ejercicio una octava real en que se describía crípticamente una masturbación. Eres un tramposo, Joselu. Un tramposo que espera ver en los ojos de los alumnos un brillo que te anime a seguir.

Planteaste el programa de intercambio de lecturas a partir de un viaje a Barcelona a conseguir una serie de libros aconsejados por el profesor. Algunos de ellos –magníficos- han caído en tierra estéril y se han olvidado; otros han caído en terreno más fértil y han dejado una estela de idas y venidas. Tienes la impresión de que el sistema no ha sido muy productivo. Tu tesis de que los chavales de cuarto de ESO se sienten atraídos por lecturas adultas no ha sido contrastado por la realidad. Haría falta una labor de seguimiento de sus experiencias lectoras. Quizás lo hagas en el blog de la clase. Pero tienes la impresión de que grandes obras han pasado por ellos sin pena ni gloria.

Tu experiencia más positiva ha sido la escritura de una novela. Ahí te han desbordado y sorprendido como has dejado plasmado en un post anterior. Ha habido mucha creatividad e intuición literaria. ¿De dónde sacan sus modelos literarios? ¿De la televisión? ¿De los videojuegos? ¿De libros leídos?

Otra aportación al curso ha sido la cultura bloguera a la que se han apuntado con la participación en el blog de la clase y el mantenimiento de blogs personales que han subsistido contra viento y marea.

El paisaje cuando acaba un curso no tiene nada que ver con lo que habías imaginado. Ha funcionado lo que no pensabas que lo hiciera y no ha funcionado aquello en que depositabas grandes esperanzas.

Ser profesor es una profesión llena de incertidumbre, abierta a la creación artística y a profundos desalientos. No obstante, en tu fuero interno estás satisfecho. Se ha cerrado otro ciclo y tus alumnos y tú, aunque no quieran o no lo piensen, algo han aprendido. Y ahí has estado tú. Aprendiendo también.

jueves, 29 de mayo de 2008

Epitafios


¿Quién no ha imaginado alguna vez escribir su propio epitafio? Es todo un género literario, que permite multiplicidad de enfoques desde el religioso, el solemne, el existencial, pero también el irónico y humorístico. Quizás sea éste el que más nos atrae. Convertir a la innombrable en un personaje de comedia nos sale muy de adentro. No hay nada más refrescante que reírse de la propia muerte y del día después en que alguien leerá aquello que escribimos para el propósito de recordar nuestro paso por el mundo de los vivos.

Recuerdo todavía la profunda impresión que me produjo hace veinte años la visita al pueblecito de Montclar en el Berguedà catalán. El cementerio está en la misma plaza del pueblo y a su entrada en la verja de hierro hay una inscripción que dice: Avui jo, demà tu (Hoy yo, mañana tú). Me pareció genial el sentido existencial y humorístico de la historia en cuatro palabras allí plasmada.

En esta línea he propuesto a mis alumnos de cuarto de ESO que escribieran propuestas de epitafios que les gustaría que aparecieran en sus tumbas, o, en su defecto, aquellos que propondrían para alguien estimado. El ejercicio ha sido un éxito. Los chavales se han lanzado con entusiasmo a escribir epitafios en el blog de la clase Lengua en movimiento. Cada uno ha plasmado varias propuestas a cada cual mejor. Aconsejo visitar el blog de la clase cuyo enlace queda aquí.

He pensado que este tipo de frases mínimas bien pueden ser consideradas un buen ejercicio de lengua en el área de microrrelatos. Hacen falta imaginación, buen sentido del lenguaje y saber puntuar correctamente. Cuando se juega con pocas palabras para expresar un sentido, es imprescindible una correcta puntuación para transmitir el sentido recto. Ha habido un exhaustivo trabajo de corrección de los textos propuestos y de los cuales, entre otros muchos, recojo lo siguientes.

EPITAFIOS

- Espero que esto me sirva de excusa para no presentarme a los exámenes.
- A ver si la Conchi me aprueba ahora.
- Me siento un parado.
- Cinco anuncios y vuelvo.
- No me esperéis levantados.
- ¡Por fin ya no tendré que madrugar!
- Por fin he dejado de suspender mates.
- Echando una siesta, no molestar.
- Por fin voy a saber la respuesta a si hay una segunda vida.
- Como me levante…
- Te estaré esperando impacientemente.
- Me está entrando claustrofobia.
- Quiero mear y no me puedo levantar.
- ¿Alguien sabe qué hago aquí?
- Llegué sin papeles y aún sigo sin ellos.
- Quiero salir del armario.
- Ahora sí que he adelgazado. Estoy en los huesos.
- Esto está oscuro.
- Ahora por lo menos podré ser egoísta, esto es sólo para mí.
- Banco, lo siento pero no podré pagar mis deudas.
- ¿Alguno que me rasque?
- Por fin tengo cama propia.
- No he muerto, lo que pasa es que soy perezoso.
- Gusanos, ahhhhhhhhhhhhhhh!!!!!
- Salgo un momento, luego vuelvo.
- Mi amor, me acosté con tu hermana.
- Mi amor, en mi lecho siempre habrá un sitio para ti.
- Mamá, hoy no cenaré en casa.
- Mamá, por fin me he independizado.
- Miremos el lado positivo, mañana tengo fiesta.
- Poned a mi bonsái encima, que se alimente de mí.
- Por fin conoceré a Supermán.
- Para qué dormir tanto en vida, si ahora me voy a pasar la vida vagueando.

Si alguno de los lectores quiere dejar su epitafio, lo aceptamos encantados.

domingo, 25 de mayo de 2008

Narraciones extraordinarias


Estos días apenas leo blogs y escribo poco en el mío. Estoy totalmente absorbido por las narraciones de mis alumnos que leo a todas horas. Cuando les propuse escribir una novela corta o relato de unas veinte páginas sabía dónde me estaba metiendo e intuía que el trabajo de corrección iba a ser extenuante. Han llegado hasta mí una treintena larga de narraciones cuidadosamente encuadernadas y con portadas atractivas. Lo que primero llama la atención es este cuidado en la presentación y en la elección de los títulos de los relatos. Son muy buenos. Pongo unos ejemplos: Amor y desamor, Crónicas de una aldea, Viviendo de tus recuerdos, Isla mortal, La huida de los héroes, Manos, Hacia la verdad, Amanda, la quinta hermana, La niña del cuarto, Niño cannabis, Adolescencia dolorosa, Un dulce sueño con triste despertar, Tercera planta, Imágenes, Una vida con sabor a triunfo

En los relatos se abordan géneros distintos: abundan las historias de misterio a veces sorprendentes y sobrecogedoras; las realistas e intimistas, expuestas con un nivel de sinceridad y de verdad que maravillan (descripción de procesos de enamoramiento con una extraordinaria sutileza de análisis de los sentimientos); autorreflexiones sobre la vida experimentada bajo circunstancias dificilísimas (una de ellas es especialmente emocionante y conmovedora. Me refiero a una narración titulada Adolescencia dolorosa de la que no voy a dar detalles pero puedo asegurar que pocos novelistas alcanzan una intensidad narrativa semejante); relatos inspirados en videojuegos como World of Warcraft, Resident Evil…; intentos de relato policíaco, género gore, narraciones fantásticas…

Me he quedado gratamente sorprendido por el nivel de implicación de mis alumnos en la tarea de construir un artefacto narrativo en el que han proyectado sus intereses e inquietudes. Por un lado les ha exigido una cuidadosa planificación, una distribución episódica a través de los capítulos, una localización en un espacio y tiempos narrativos, y un uso adecuado del punto de vista narrativo en primera o tercera persona. Me ha maravillado su intuición literaria en general en los relatos de misterio en los que se mezclan varios niveles de realidad o la simetría circular, así como su autoanálisis en relatos de carácter personal.

Hay mucha intuición literaria detrás de estos relatos lo que me lleva a confirmar que la adolescencia es una edad especialmente abierta a la experimentación narrativa. Puede ser que no sean muy lectores estos jóvenes, pero extraen del cine y la televisión modelos narrativos que ahora han podido proyectar en sus novelas. Pero también de su propia existencia, de su entorno vital, de su realidad cotidiana que aparecen magníficamente desarrollados.

Ha sido una experiencia de creación literaria de altísimo interés para ellos y para el profesor que la ha propuesto. Los resultados han desbordado ampliamente mis expectativas. Alumnos aparentemente discretos han construidos mundos de ficción espléndidamente bien diseñados.

Algunas narraciones han sido agudas y afiladas como hojas de afeitar, otras han sido sobrecogedoras o intrigantes o extrañas; otras han sido asombrosas por su capacidad de análisis sentimental y personal.

Estoy sencillamente emocionado. Gracias por vuestros relatos.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Joan Brossa


Esta imagen es mi escogida en el meme planteado por Serenus Zeitbloom, que recoge otro de Passion Quilt. Nos ha propuesto a seis bloguers que elijamos una imagen que nos represente. Escojo un poema visual de Joan Brossa, poeta al que llegué a conocer y admirar. Este poema visual nos muestra que un huevo frito siempre se superpondrá a cualquier concepción de lo sagrado. Me parece revulsivo y provocador en una época en que las religiones quieren volver por sus fueros. Nos quedamos -yo al menos- con el huevo frito. En el campo educativo también me quedo con el huevo frito frente a los teorizadores de burocracias y oficialidades.

Dejo este meme en manos de aquellos que quieran continuarlo.

domingo, 18 de mayo de 2008

Filmoteca


Los miércoles a las ocho de la mañana tengo dos horas seguidas con un curso de tercero de ESO de adaptación curricular. Son muchachos inquietos, mayoritariamente varones, a los que les cuesta concentrarse en las tareas escolares. No les atrae para nada la morfología ni la sintaxis y tienen serios problemas expresivos. Son casi treinta y las clases son movidas porque son muy sensibles a ese factor terrible que es el aburrimiento con el que llevo luchando todo el curso. He aprendido a apreciarlos y a sentirme cómodo con ellos aunque las clases no sean un modelo de orden en el sentido habitual.

Sin embargo, llevo varias semanas dedicando la mañana de los miércoles a una actividad que no se me ocurre llamarle de otra manera que el que da título a este post: filmoteca. ¿Es posible hacerles tomar interés por mensajes complejos y luego reflexionar sobre ellos? ¿Es posible pasarles películas interesantes que les sirvan de acicate para su curiosidad? Me di cuenta que la primera película que les pasé, La lengua de las mariposas, absorbió totalmente su atención y luego dio lugar a un debate apasionante que conté en un post. La siguiente película que nos sirvió de base para la discusión fue Los chicos de coro. La atención fue total y absoluta. Aquellos chavales, traviesos y bulliciosos, se vieron totalmente captados por la película que tenía como eje también a muchachos del mismo tipo. Les encantan las películas que tienen como protagonistas a chicos como ellos. La figura del profesor o del vigilante en este caso es atractiva, igual que las peripecias de los alumnos que sufren un proceso de maduración a través de la música. Lo maravilloso del caso es que luego me los encuentro a la hora del patio y siguen dándole vueltas a la película que han visto y me dicen sorprendentemente que les ha gustado mucho. Pienso que no es inútil que un profesor de lengua decida dedicar un día a la semana al lenguaje cinematográfico, un medio que aúna el lenguaje oral, el lenguaje de las imágenes y la música, además del arte interpretativo.

La próxima película que les voy a pasar es Ibrahim y las flores del Corán, relato que les he leído integramente y del que les gustó el personaje central. Quiero observar su sorpresa cuando vean que la historia les es conocida. Es una película espléndida en que el protagonista también es un adolescente que se va de putas pero tiene un maestro –figura esencial- que le enseña acerca de la vida.

Pienso en películas posteriores y acepto sugerencias de mis lectores. He pensado en El gran dictador de Charles Chaplin y Los cuatrocientos golpes de François Truffaut. Películas impactantes, complejas, amenas, emotivas, humanas… que nos den después motivo para una hermosa conversación.

martes, 13 de mayo de 2008

Tormenta emocional


El 13 de setiembre del pasado año publicaba un post titulado Narradores en ciernes en el que planteaba el proyecto para mis alumnos de cuarto de ESO de escribir una novela de entre quince y veinte páginas. Partía de la idea de que nuestro cerebro es una máquina narrativa y que goza igualmente del placer de escuchar historias y de contarlas.

Sé que esta idea es dinamita pura. Alentar a escribir a un adolescente de quince o dieciséis años una novela es un ejercicio de alto riesgo porque, si lo hace, será un producto difícilmente repetible en el resto de su vida. Cómo se lee y se escribe a esta edad es un ejercicio extraordinario del mundo emocional. Pocas etapas de nuestra vida están tan abiertas a las emociones desatadas, al marasmo sentimental, a las tormentas dramáticas y a las cataratas de situaciones inesperadas.

Nuestro mundo sentimental se hace en la adolescencia. Luego vamos rehaciendo. El mundo de la infancia comienza por primera vez a ser lejano. Se le añora, pero se tiene conciencia de que debe ser ya definitivamente apartado. Comienzan las historias amorosas apasionadas, las inseguridades físicas, el mundo de los sueños y del deseo, se confrontan lo posible y lo inalcanzable, arrecian las tormentas anímicas en las que el adolescente se ve solitario y desprotegido. Y como telón de fondo la muerte y el sentimiento de lo trágico como realidad real. Se tiene miedo, profundo miedo a lo inesperado, a los avatares de la vida, se presiente la muerte. Es una etapa esencialmente pura en la que el adolescente se siente solo y acompañado por los amigos. Grandes narradores han tenido en su obra como eje la adolescencia: pienso en Mark Twain y en su Huckleberry Finn. El río, la muerte figurada y la aventura en estado puro junto al negro Jim. ¿Quién a los quince años no ha imaginado una huida por el río Mississipi?

He planteado a cincuenta adolescentes que plasmen una historia en quince o veinte páginas teniendo en cuenta unos elementos narrativos tales como el tipo de narrador, partes de la narración, el espacio narrativo, el tiempo… El resultado, tras varios meses de preparación, he comenzado a degustarlo hoy. Me he propuesto leer cuatro novelas diariamente. Cada una es una aventura que deja mucho que desear en cuanto a la forma, pero puedo asegurar que cada una de las que llevo leídas es sorprendente a su manera. Todas las leídas me inyectan adrenalina pura. El desafío de escribir una novela ha sido aceptado y el profesor de lengua, que se niega a que su blog sea considerado un mérito académico, disfruta de la teatralidad, del mundo inevitablemente trágico que resulta de estos relatos inimitables.

El mundo es una hamburguesa, comételo. Esta es la filosofía oculta en estos relatos en que la línea de la sombra comienza a ser real y palpable.

sábado, 10 de mayo de 2008

Con el alma


El viernes pasado tuve que participar como Jefe de Seminario en la evaluación de los candidatos a catedrático que se presentaban en mi departamento. Eran tres. Me entrevistó la inspectora. ¿Qué opinaba de ellos? –me preguntó. Sin duda era una situación incómoda por lo que suponía juzgar a mis compañeros, teniendo en cuenta además que yo he desistido de aspirar a ser catedrático por razones que ya he expuesto aquí en otro post. Mi opinión fue netamente favorable a mis colegas como no podía ser de otra forma. Me entrevistaba alguien que ha huido de las aulas hace ya mucho tiempo y me exigía un juicio profesional. La inspectora entró en sus aulas y contempló una clase impartida por cada uno de ellos. Yo quería mantenerme al margen pero tuve que intervenir…

Seguidamente una coordinadora del centro se dirigió a mí y me espetó que como Cap de Departament tenía que formar parte de una comisión para organizar un homenaje a tres profesores que se jubilan este año. Había que comprarles un regalo, etc, etc. Uno de ellos es de mi departamento. Ante esta propuesta me rebelé. Argumenté que me parecía muy triste que tuviera que ser una instancia oficial –otros y yo como jefes de departamento- la que tuviera que organizar algo que más bien entendía yo que debía ser fruto del afecto y el compañerismo. Comprendía que había que hacerles un acto de despedida y quizás un regalo, pero no que fuera una imposición burocrática a los jefes de departamento. Detesto el oficialismo. Todo lo que me viene marcado por la administración me llega cargado de repulsión. No lo puedo evitar. Aprecio las iniciativas individuales y los esfuerzos personales pero no puedo soportar lo que es fruto de esa administración carente de alma y sí abrumadoramente burocrática. No expliqué que me encantaría ser organizador de ese merecido homenaje a esos tres compañeros que se jubilan, pero en calidad de amigo de los mismos, como José Luis al que se le pide que participe en esa hermosa tarea. Me horroriza hacerlo por ser Jefe de Departamento. Temo que en el caso de que algún día me tengan que hacer algo semejante sea fruto del oficialismo. Prefiero que no me hicieran nada, mil veces sin duda. Cuando he participado en la organización de un homenaje de despedida lo he hecho a título personal y lleno de entusiasmo. No sé si entienden mi distinción.

Igual que detestaría que alguna vez este blog anárquico y existencial pudiera ser considerado un merito oficial en mi carrera académica. Escribo porque me sale de dentro, a veces lleno de tristeza y otras con emoción. El encuentro con mis alumnos es estrictamente personal. A veces acierto y otras veces me equivoco. Me produce hastío que todo lo que haga yo tenga que ser evaluado y burocratizado. Lo hermoso de esta profesión es lo que tiene de iniciativa individual, lo de entrega apasionada que ningún inspector puede valorar. Mi blog es antioficial y antiburocrático, no quiere entre sus lectores a inspectores ni cargos de la administración que han abandonado el estar a pie de aula. Sé que puedo ser injusto pero me da exactamente igual. Lo siento así.

miércoles, 7 de mayo de 2008

La lengua de las mariposas


Mi aguerrido curso de tercero D ha tenido ocasión de ver en dos sesiones la película La lengua de las mariposas, un hermoso homenaje a un maestro republicano, dirigido por José Luis Cuerda, guión de Rafael Azcona, basada en una novela del escritor gallego Manuel Rivas. Pero esto es entre nosotros. Mis alumnos de tercero D desconocían los detalles técnicos y el contexto político y social de la película que como mis lectores saben tiene como trasfondo la segunda República española y la guerra civil.

El maestro –don Gregorio- es un veterano enseñante que lleva a sus alumnos el amor por la cultura y la naturaleza. MonchoGorrión- llega un día a su clase lleno de miedo porque piensa que los maestros pegan y tal es su pánico que se hace pis encima ante la irrisión de sus compañeros. Pero don Gregorio no pega, es un hombre comprensivo y bondadoso, que participa de los ideales republicanos y liberales, igual que el padre de Moncho y piensa que la escuela es el camino de la libertad. Sólo será necesaria una generación educada en libertad para que nuestro pueblo español sea imparable. Entre el niño y el maestro se produce una estrecha relación llena de afecto y simpatía mutua. Don Gregorio le presta un libro de aventuras para iniciarlo en la lectura: La isla del tesoro, una de las mejores novelas de acción jamás escritas.

Esta escena es terrible. Cuando el niño acaba de leer la novela y comienzan los hechos de la guerra Civil. El pueblo es ocupado por los golpista falangistas. Reconocidos republicanos son detenidos en un clima de miedo generalizado. La familia de Moncho puede estar entre los sospechosos de simpatizar con la república, como en efecto era cierto. La película acaba con una escena sobrecogedora: los detenidos, entre ellos don Gregorio, son llevados en un camión a fusilar. La muchedumbre se agolpa insultándolos. Entre ellos, la familia del niño y éste que comienza a insultar a su maestro cuando sale de la prisión, llamándolo ateo y espiritrompa así como a tirarle piedras junto a otros niños del pueblo. Las miradas de Moncho y don Gregorio se cruzan en unos instantes atroces. ¿Cómo recuperar la inocencia después de esto? Es la pregunta que nos queda a los espectadores. ¿Cómo el niño puede traicionar así a su querido maestro?

Pero hoy los espectadores de la película no participaban de tan intelectuales reflexiones. Sólo era una película que les ha gustado, pero de la que desconocían su fondo político y social. Además el noventa por ciento de los chavales eran marroquíes o latinoamericanos a los que el tema de la guerra Civil les cae totalmente alejado. No entendían por qué se los llevaban a fusilar, no entendían por qué el niño le tiraba piedras y le insultaba. Me han acribillado a preguntas: ¿qué guerra era esa a la que yo había aludido? ¿Quién ganó? ¿Qué pensaba yo sobre ella? ¿Quién tenía razón? ¿Era malo ser republicano? ¿Por qué los mataban?

Les he explicado que don Gregorio era un maestro republicano que no pegaba a los niños, pero que en la escuela en que estudié yo era frecuente que nos pegaran en clase. Para mi sorpresa todos los niños y niñas marroquíes, algo así como una decena, reconocían que en la escuela de su país se pega a los niños, aunque no lo veían como algo negativo. Yo les he contado que cuando era niño en el colegio de curas me golpeaban con una dura regla mis dedos apiñados; que esa era la escuela que se impuso por causa de los vencedores de la guerra civil y que otros países tenían otras escuelas más liberales en la que se respetaba a los niños. Les he dicho que la guerra civil fue cruenta y que ganaron los enemigos de la libertad y la democracia.

Pero si don Gregorio era ateo significa que no creía en Dios –me decía un alumno bereber- . He recordado para mis adentros entonces la importancia que tuvieron las tropas bereberes en la victoria de Franco y que causaban el pánico entre los republicanos. Me he dado cuenta de lo difícil que es contextualizar el conflicto bélico español con alumnos de otras coordenadas culturales. Lo que hemos logrado consensuar y aceptar como una versión liberal de los hechos, no queda tan claro entre mis alumnos que tenían problemas para entender lo que había pasado. No paraban de hacerme preguntas sobre si se sabía dónde estaban enterrados los fusilados. Les he hablado de Federico García Lorca, del que sabían que era gay y que fue fusilado por eso, les he hablado de la ley de Memoria histórica para recuperar la memoria de los fusilados en aquellos días.

Dos cosas me han quedado claras: la película les ha conmocionado y les ha gustado; por otro lado, les ha abierto interrogantes difíciles de satisfacer por su desconocimiento del contexto histórico. En ellos luchan concepciones distintas de la vida y la sociedad, así como del papel de la escuela en el proceso de la educación. Me ha conmovido esa presencia de los palos en la escuela que vivieron de pequeños en su país. No es de extrañar el choque que supone para ellos la escuela española. Sed bienvenidos, y que vuestra presencia nos haga ser más comprensivos. Los rostros fascinados, las risas y las preguntas de mis alumnos han sido lo mejor de este curso con ellos, fuera de la ortografía y morfología a que los tengo habituados.

domingo, 4 de mayo de 2008

Una historia en sólo seis palabras


Me gusta el mundo de los blogs porque unos se nutren de otros. La idea que alguien lanza al otro lado del mundo, llega a ser fructífera en este lado cuando llega a unos destinatarios predispuestos a seguirla. Me atrae esta interrelación que existe en la blogosfera. Desde que estoy en ella, tengo la impresión de estar íntimamente conectado a muchas mentes pensantes que me proyectan ideas sugerentes. Así sucedió cuando leí el blog de Antonio, que hacía referencia a su vez al blog de Leonor Quintana, que a su vez apuntaba al blog de Lidia. La idea sensacional era la de escribir una historia en seis palabras o como Leonor escribía: La vida en seis palabras. Era una versión de los microrrelatos que tanto juego han dado. Era una propuesta altamente interesante para lanzar a los alumnos de cuarto de ESO.

Propuse la idea e inmediatamente se creó un clima predispuesto a la creación. Los muchachos en el aula se sintieron motivados para concentrar una idea vital en seis palabras. Normalmente se les pide diez líneas para argumentar una idea, pero esta vez el ejercicio era justo el contrario. Se trataba de condensar, sintetizar, hacer densa una idea en seis palabras. El clima en la clase fue de gran concentración, y así surgieron historias como estas que ahora transcribo y que fueron publicadas en el blog de la clase donde se puede seguir en su integridad a través de los comentarios.

Velocidad, adrenalina, y la muerte acechándoles.
Mucha gente intenta cambiar, yo no.
Aprendí a soñar, y me desperté.
Ella, que siempre parecía estar feliz.
No sabía nadar; aprendió a volar.
Despertó: el león se lo comió.
Si soñaras conmigo, no habría mañanas.
Me siento feliz cuando me miras.
Olvida todo lo que has aprendido.
Cuando salgas por la puerta, morirás.
¿Volar? Si me robaste mis alas.
Princesa sacada de un cuento mágico.
Ganas de volar, de gritar, actuar.
Aunque quería sonreír, sólo lloré.
Tómalo, guárdalo, cuídalo, es mi corazón.
Yo quiero hablar, pero no puedo.
Los que se pelean, se desean.
Soy sólo una triste niña enamorada.
Sólo existen dos palabras: te quiero.
¿De qué sirve vivir sin ti?
Quiero existir desde que existes tú.
Fui, volví, y no había nadie.
Tú siempre me haces sentir perdida.
Quiero que amanezcas junto a mí.
Al verte, me faltó la respiración.
La vida es una hamburguesa: cométela.

He seleccionado algunas de sus historias. Abundan los sentimientos que podríamos llamar existenciales como el amor, el deseo, la soledad, la incomunicación, los sueños, la parodia de la vida, la necesidad del tú, el desgarro vital… Esos sentimientos adolescentes tan intensos que hacen que la vida se contemple con una pureza y fuerza que luego es difícil que se reproduzcan en otras etapas de la vida.

Si quieres dejar un comentario, hazlo también en seis palabras.

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