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martes, 28 de junio de 2011

Break time

Mary White

Creo que ha llegado el momento de hacer un receso, un break time que dicen los ingleses, durante unos meses. Llevo publicando ininterrumpidamente desde septiembre de 2009, hace ahora casi dos años. Creo que me airearé y dejaré descansar a los que tenéis la amabilidad de seguirme desde la distancia. A veces le tienta a uno saber cómo sería de nuevo la vida sin esta aventura digital que entrará en octubre en su sexto año consecutivo. El blog se ha convertido en una segunda piel, pero me tienta en ocasiones saber de nuevo cómo es la vida en la intimidad del diario personal, en la lectura reposada de los libros que tengo tan abandonados, en las excursiones a la naturaleza, sin esta esclavitud que supone un blog. Me cansan mi voz,  los temas que abordo, las reiteraciones infinitas llenas de contradicciones, mi falta de sentido del humor tan ajeno al blog, el melodramatismo que impregnan mis reflexiones por otro lado tan convencionales. Me fatiga ir mirando el mundo y tener que extraer una perspectiva concreta, cuando son múltiples las perspectivas posibles; me fatiga seguir sin saber muy bien quién soy y tener que ir dando palos en la niebla de la identidad que se escabulle.

Me canso de ser yo mismo, pero lo que no me cansa es el encuentro que se produce entre algunas torpes propuestas mías y la lucidez que se descubre con alguna frecuencia en vuestros comentarios. Creo que escribo para recibir esas respuestas que me asombran. Creo que hay comentarios en que el que escribe se deja el alma, otros son más socorridos. Eso lo percibimos todos cuando leemos o hacemos los comentarios. Y la extensión no es lo decisivo, sino el hecho de acertar en la diana cordial. Comentar no es fácil porque significa entrar en el mundo del que ha escrito, no para elogiarlo, no para adularlo -eso no me atrae- sino para ir más allá de su propuesta -una vez cabalmente entendida- . Por eso comentar es entender. Y cuando el bloguero nota que alguien le ha entendido, se le enciende el corazón. No sólo le ha entendido sino que ha buscado derivaciones lógicas, en la misma estela de pensamiento, no sospechadas por el que escribió y que amplían su mundo. Esto es lo más valioso de escribir en un blog para mí: no el intercambio de sentimientos, no el intercambio frío de ideas... sino otra cosa que yo definiría como la puesta en contacto de universos distintos, tal vez paralelos.

Pues bien, ahora dejaré unos meses de estiaje sin publicar. Y luego cerca del otoño, ya veremos lo que hacemos. Ahora no tengo ni idea.

Buen verano, amigos. 

miércoles, 22 de junio de 2011

MIedo a la revolución digital


Hay muchos profesores que se sienten inquietos cuando ven una clase con alumnos que tienen cada uno un ordenador portátil. Temen -con razón- que sus alumnos se meterán en páginas ajenas a las oficiales, temen que sus alumnos se pongan a chatear o ver vídeos o a jugar a aplicaciones interactivas mientras se desarrolla la explicación del tema correspondiente. Entonces optan por limitar el uso del portátil a lo que llaman "una herramienta más" y continúan dando la clase como si no se hubiera introducido en el aula la más prodigiosa de las posibilidades tecnológicas.

Otra reacción frecuente, y que tiende a imponerse en los centros, es la de restringir el acceso a los alumnos a multitud de aplicaciones como facebook, messenger, youtube, blogs, wikis, plataformas interactivas... para que se limiten exclusivamente a los libros digitales vendidos por las editoriales y que no puedan navegar por páginas resbaladizas o potencialmente distractoras.

Jordi Adell ha sostenido que "un ordenador sin pedagogía es pura cacharrería", pero la formación de un docente en el área digital es larga y compleja. Muchos profesores sienten miedo al mayor dominio que tienen los alumnos de ese artilugio diminuto. Un docente digital ha de pasarse muchas horas aprendiendo a familiarizarse con los entornos digitales, conocer aplicaciones que van surgiendo continuamente, establecer vínculos en red con colegas de cualquier parte de la geografía del mundo que tengan problemas parecidos y aprendiendo de ellos. Algunos incluso asisten a congresos digitales sobre el uso de los blogs para compartir experiencias.

No es posible dar una clase convencional con un ordenador en la mesa del alumno. No es un instrumento más. Es el arranque de una pedagogía. Eso no quiere decir que los muchachos no compatibilicen su destreza digital con habilidades tradicionales como la escritura manual, el uso de libros físicos, realización de resúmenes y esquemas. Es más, son necesarios y no deben olvidarse. De la armonía en la interacción entre lo clásico y lo digital se desprenden el éxito o fracaso de una pedagogía. No hay que arrinconar a la escuela de siempre, ni  hay que olvidar que el objetivo de toda enseñanza es el conocimiento. No se trata de abandonar un modo de hacer que se ha confirmado eficaz. El docente ha de explorar el potencial creativo del ordenador y de la pizarra digital que permiten prodigiosas ventanas al mundo. Los alumnos aprenden de modo diferente y nosotros hemos de enseñar de modo diferente. La tendencia a la distracción es cada vez más intensa. Una clase tradicional, por mi experiencia, es tediosa. Las mentes de nuestros alumnos están conformadas por internet, no funcionan linealmente, funcionan estableciendo conexiones y dando saltos hipertextuales... Es tarea del profesor intentar aprovechar el modo inconstante de funcionar el cerebro buscando métodos que potencien la capacidad de la atención de los alumnos que tiende a la dispersión y al desorden. Algunas veces hemos hablado de las prácticas contemplativas que favorecen dicha atención.

No podemos funcionar como si el futuro no hubiera entrado por puertas y ventanas. Los profesores que enseñamos en la escuela pública y en entornos desfavorecidos, sabemos de la escasa predisposición que encontramos en nuestros alumnos al rendimiento académico. Sin embargo, hay que intentar hacer atractivo el conocimiento. A lo largo de mi vida como profesor he ido observando cambios fundamentales en el modo de ser y de estar de mis alumnos. Han cambiado profundamente, como yo también me he transformado. Hemos de hacer interesante los fundamentos clásicos del conocimiento sabiendo que estamos en tiempos nuevos, y que la tecnología alienta un modo distinto de hacer y de acercarnos al mundo.

En ningún caso deberían restringirse las potencialidades de la red. Un internet "capado" de peligros es un internet muerto. Hay aplicaciones muy atractivas, didácticas e interesantes, que permiten el aprendizaje en red. Pero el profesor ha de conocerlas y los alumnos tener acceso a ellas sin censura. La distracción es inevitable, pero en la enseñanza tradicional también los alumnos desconectaban al margen de nuestros deseos. El desafío es entender internet y conducir a nuestros alumnos al núcleo más denso del conocimiento y a sus aplicaciones más útiles. 

Hemos de ser nuevos argonautas pero en naves galácticas. Entre Escila y Caribdis, entre la tecnología hueca y los métodos periclitados, hemos de conducir la nave por el estrecho paso, inspirados por Tetis, aceptando el presente como radicalmente diferente y a la vez tomando el pensamiento clásico en la más profunda de sus interpretaciones.

lunes, 20 de junio de 2011

19-J en Barcelona



No sé cuántos éramos. En todo caso, muchos, pero no todos los que debían estar ahí. Faltaba la clase media catalana, tal vez asustada por los incidentes del Parlament o quizás confiada todavía en la taumaturgia de CIU, el partido transversal de Catalunya. Había muchos jóvenes. Este es el aspecto más estimulante de este movimiento que va a más. En algunos momentos he sentido escalofríos. Llevaba mucho tiempo esperando esto, y había llegado a pensar que no lo vería. La gente está saliendo a la calle a mostrar su malestar, su desacuerdo con un sistema político que no nos representa. Ya García Trevijano hacia 1979 sostuvo que la democracia española no era democracia. Las listas cerradas serían inadmisibles en países como Reino Unido o Estados Unidos. Estas listas favorecen una oligarquía de los partidos en que el ciudadano no cuenta para nada. Sería igual que los cinco cabezas de lista principales se presentaran, votáramos por ellos y luego eligieran arbitrariamente a quienes estarían en el Parlamento. No tenemos ningún control real sobre nuestros elegidos que están a sueldo de los partidos y no responden ante los votantes.

Además cada vez más somos conscientes de que la política no se decide en las instancias supuestamente elegidas por los ciudadanos. Vivimos en una dictadura del sistema financiero que es el que realmente gobierna el mundo. Todos los  partidos tienen fuertes créditos con la banca, todos los partidos están cogidos por la necesidad que tienen  de financiación para sus costosas campañas, y están en manos de los bancos. ¿Alguien se imagina que un gobernante presente iniciativas para coartar el poder del Banco de Santander, del BBVA o de La Caixa. Sabemos que es imposible. Vivimos en una fachada en que se nos hace creer que somos electores de nuestros destinos, pero es falso.

Es bueno que también empecemos a reflexionar sobre las estructuras de un mundo hecho a medida de los poderosos.. Somos un país en crisis, pero también debemos considerar que buena parte del mundo se hunde en el subdesarrollo, y en buena medida se debe a  las políticas económicas que benefician a los representantes del poder financiero de los países más poderosos. Los precios de los alimentos básicos cada vez son más caros, los mercados especulan sobre ellos aunque ello lleve a sociedades enteras a la pobreza más extrema y al hambre. Está bien que reivindiquemos la depuración de nuestro sistema político y una regeneración democrática, pero debemos aspirar a más y también ser conscientes del estado del mundo. No mirarnos el ombligo es esencial. Debemos empezar a recuperar la cultura del compartir, del redistribuir, del socializar... Y para ello es esencial el debate. El debate es el alma de esta regeneración democrática.

Impulsemos en las escuelas el ritual del debate. Es posible hablar de todo, y es interesante que en la escuela entren la sociedad, sus conflictos y sus contradicciones. Durante muchos años he visto a la escuela descolgada de los debates esenciales. Ahora tenemos de nuevo deseos de dialogar, de intercambiar. Llevémoslo a la escuela, que nuestros alumnos se sientan protagonistas de esta revolución silenciosa en la que nuestras únicas armas son nuestras manos y nuestras palabras---------------------------------------------------------------------

jueves, 16 de junio de 2011

Asamblea de barrio


Hace muchos años que no asistía a una asamblea vecinal. He ido a la iglesia del barrio donde había centenares de personas esperando la convocatoria de la Asociación de Vecinos. Nuestro barrio ha sido luchador y destacó en los años sesenta por su capacidad de resistencia en las luchas del Baix Llobregat. Esta vez nos congregaba la alarma de que nos van a suprimir el consultorio del barrio que incluye el servicio de medicina general y sobre todo el servicio de pediatría que atiende a 1205 niños. No es el único caso en la zona donde van a cerrar otros consultorios y se optará por la concentración de Servicios en centros que no podrán atender adecuadamente a los miles de pacientes que concurrirán.

Este consultorio fue fruto de la lucha en los años del franquismo y en los de recuperación de la democracia. Hoy nos volvíamos a reunir un conjunto de personas del barrio -la mayoría mayores- que queríamos un presente digno para nuestros vecinos. El representante de la Asociación nos ha contado escuetamente la situación que lleva a que se cierre nuestro centro de salud. No ha exagerado y se ha limitado a contar las conversaciones con responsables políticos, municipales y de sanidad de la Generalitat. La realidad es que vivimos una época de recortes en sanidad, en educación y en servicios sociales y de alguna manera tienen que llegar a los barrios esa disminución del estado de bienestar. El gobierno de CIU ha presupuestado un 6,8 % menos para sanidad y los responsables políticos han de meter la tijera. Un corte será en nuestro barrio. ¿Qué hacer? El ambiente era de excitación en la asamblea. La gente temía una reducción enorme en los servicios sanitarios en un barrio deficiente en equipamientos públicos. Todo lo que tenemos ha sido objeto de luchas vecinales. El representante de la Asociación nos ha dicho que somos herederos de la lucha de nuestros antepasados y somos responsables de lo que dejaremos a nuestros hijos. Un barrio es poca cosa en la mercadotecnia mundial. Pero nosotros nos sentimos protagonistas de nuestra realidad. Somos herederos de una potente tradición. Es normal que nos sintamos no sé si indignados pero al menos sí, alarmados.

La representante de CIU ha dicho que confiáramos en las instancias políticas que se iban a reunir en el ayuntamiento, que se pondrían a trabajar en el asunto. La Asociación del barrio, en cambio,  proponía seguir con las negociaciones -sin romperlas nunca- pero convocar el próximo martes una marcha-concentración de los vecinos que irían a mostrar su desacuerdo ante las autoridades municipales y administrativas. La gente estaba alterada e inquieta. Yo he permanecido callado mientras oía a distintas personas que planteaban ideas sobre la situación.

Me doy cuenta de que la sociedad se está calentando, lo noto a nivel de gente normal, en sus comentarios, en las barras de los bares o en el colmado. El nivel de indignación está subiendo y entre tanto los políticos intentan paliar ese estado de nerviosismo pidiéndonos que nos tranquilicemos y esperemos la acción de las instancias políticas. Sin embargo, se intuye que la realidad política ahora está muy lejos de los ciudadanos. Ayer cuando veía a los parlamentarios catalanes llegando en helicóptero al Parlament sentía por un lado que aquello era una equivocación, pero por otro lado creía que era bueno que los políticos tuvieran un baño de realidad. Iban a aprobar recortes en áreas básicas de la convivencia y se encontraron una resistencia que les ha llevado a sus responsables a desprestigiar al movimiento del 15-M al que de momento se había mirado con condescendencia y simpatía paternalista. Ese malestar de la gente está calando en amplias capas de la población. Siento una sociedad tensa y preocupada ante lo que se ve venir. Mi psicoterapeuta me decía ayer que teníamos que estar preparados ante un futuro muy incierto. En Estados Unidos ha habido pensionistas que han perdido la pensión de jubilación por la crisis económica y a los ochenta años están trabajando en hamburgueserías intentando ganar algo y enfrentándose al futuro con cierto optimismo.

Noto a la juventud más inquieta, noto a los mayores más reivindicativos... pero siento que hay una capa media de la sociedad que espera sencillamente la llegada de tiempos mejores que no llegarán en los próximos años. Los centro comerciales están llenos, los bares de tapas están repletos, pero doy fe que también las iglesias vuelven a llenarse de personas alejadas de cualquier radicalismo y  que se dan cuenta de que van a ser los paganos de la crisis en la que algunos se han enriquecido ferozmente, y a la vez son los que nos gobiernan. Se desconfía de la política y se mira a los políticos con poca simpatía. Hay alguien que ha calificado al asamblearismo como cutre y anticuado, pero en algún sentido pienso que significa la vuelta a la política de la gente común. No me basta votar listas cerradas cada cuatro años. Ahora me doy cuenta de que es importante estar ahí, con el barrio, sin demagogia pero con convicción.

La realidad es que estamos solos, y lo que no hagan los vecinos no lo hará nadie por ellos. No basta ya esperar. Inopinadamente nos hemos vuelto compelidos a la acción. Como si volviéramos a otros tiempos que algunos recordamos.

Preparados para todo significa también tomar partido, mancharnos y salir de nuestra torre de marfil y compartir con los vecinos unos momentos de alarma y preocupación.

Nos mostraron el jamón y ahora nos dicen que no era para nosotros. 

domingo, 12 de junio de 2011

¿Para qué escribo?


Una de las oportunidades más extraordinarias de tener un blog como éste, es que el autor toma una idea, unos hechos o una noticia  e intenta reflexionar sobre ello con mayor o menor fortuna. Expone su punto de vista y recibe unas cuantas respuestas que en muchas ocasiones sugieren otros enfoques distintos de la cuestión tratada. El autor entonces considera las nuevas aportaciones y en cierta medida modifica sus consideraciones. Es por esto que me gustan los comentarios discrepantes, no laudatorios, y que me hacen cambiar mis coordenadas que son ampliadas o matizadas por las nuevas aportaciones.

En el post anterior, Juan Poz, comentarista habitual en esta casa, me interpela sobre los nuevos y relevantes datos que aporta RFT sobre la actuación de Jorge Semprún en el campo nazi de Buchenwald. El comentarista RFT enlaza unas informaciones del blog Una temporada en el infierno de Juan Pedro Quiñonero, que también comenta María, en que se señala que el comunista Semprún formó parte de la organización del lager -cuya gestión administrativa fue delegada por los nazis a los comunistas-. Desde su puesto de intervención, Semprún -comisario político- habría confeccionado listas de hombres destinados a secciones de las que no se volvía vivo.  En dichas listas tuvo la posibilidad de salvar y condenar a seres humanos, y utilizó dicho inmenso poder en salvar a sus correligionarios comunistas y enviar, en cambio, a la muerte a personas anónimas  -o compañeros que no compartían sus ideas-, teniendo en cuenta la considerada superioridad moral y política de los comunistas que deberían salvarse para edificar después un mundo mejor.

Semprún, que utilizó abundantemente en sus libros y en su carrera política su estancia en Buchenwald como víctima que habría vuelto de la muerte, nunca hizo referencia a esta circunstancia. Su compañero  de célula -y amigo íntimo- Robert Antelme haría posteriormente una autocrítica en que saldrían a relucir sus reservas morales sobre la actuación de los comunistas estalinistas en Buchenwald, reservas a las que nunca hizo mención Jorge Semprún y por las que fue expulsado del partido Robert Antelme. 

¿Tendría que haberlo mencionado Semprún? ¿Fue una carga sobre su conciencia su participación en Buchenwald al servicio de los nazis? ¿Edificó su carrera política y personal sobre esta impostura? ¿Las leyes de guerra ayudan a entender dilemas que en otros contextos son inadmisibles? ¿Quién o qué era en realidad Jorge Semprún que ha sido enterrado con todos los honores políticos e intelectuales? ¿Lo que sabemos matiza su consistencia humana o intelectual, igual que el reconocimiento que hizo Gunter Grass de su alistamiento forzoso en las Waffen-SS a los 17 años, revelación que aparece en su libro Pelando la cebolla, cuestionó seriamente su coherencia ideológica? ¿Por qué no se ha dado relevancia a estos datos que sabemos fehacientemente sobre Semprún?

El otro día La Vanguardia (10-06-2011) publicaba una noticia en que se revelaba que una antigua heroína de la resistencia francesa -Atie Ridder-Visser- a sus 96 años ha confesado el crimen que cometió en marzo de 1946 contra Felix Guljé, ingeniero, al que se había considerado colaboracionista de los nazis. Ella disparó contra él en su casa. Posteriormente se supo que Guljé no sólo no era colaboracionista sino que había ayudado a cobijar y salvar a judíos a los que acogió en su casa, así como había protegido a otros perseguidos. Karin -el seudónimo de la que lo mató- no lo sabía, y entendió que merecía la muerte. El crimen nunca se esclareció pero Karin recibió hace veinte años la cruz al mérito de la resistencia en su ayuntamiento. Sin embargo, su conciencia no estaba en paz. Ha sido en el límite de sus días cuando ha confesado su crimen que explicó como lógico a la luz de las informaciones que entonces poseía su comando.

Leí hace unos años un libro magnífico titulado La gorra o el precio de la vida. En él el autor, Roman Frister, judío superviviente de Starachowize, Auschwitz  y Mathausen confesaba, tras una larga vida, que a sus dieciséis años estaba internado en uno de los citados campos de exterminio. Allí había una norma inflexible. Todas las mañanas había que formar con gorra. Al que no llevaba gorra lo mataban allí mismo los nazis. Una noche fue sodomizado por un kapo en los barracones. Esto era castigado con la muerte. Lo peor fue que le arrebataron la gorra. Tenía unas horas antes del amanecer. ¿Sabéis lo que hizo? Él sólo sabía que quería vivir. Por la mañana en la formación él tenía gorra, y cuando oyó el disparo, miró a otro lado. Sin embargo, esto que pasó, y que todos podemos entender, no le abandonó ni un momento en su vida, hasta que, una vez retirado, escribió este libro en que confiesa lo que había sucedido en una obra espléndida en que no se evita la descripción de las maldades nazis pero también se muestra el colaboracionismo de tantos judíos en acciones no menos infames -tal vez como la suya y que necesitó revelar-.

¿Acaso hay un último libro inédito de Jorge Semprún en el que aborda lo que no se atrevió -o no quiso- hacer en vida? ¿Tuvo sobre su conciencia aquello o lo utilizó para ascender, él que fue expulsado del PCE por desviacionista, cuando se sabe que denunció a toda la célula de la rue Saint Benoit a la dirección del partido. Es conocido que Marguerite Duras lo calificó de chivato.

¿Cómo no va a modificarse mi punto de vista tras un post y los posteriores comentarios?

Escribo para entender.

miércoles, 8 de junio de 2011

A propósito de Jorge Semprún


Ha muerto el escritor, político e intelectual Jorge Semprún. Ha muerto en París, su segunda -o primera- patria. Escribió en francés, su lengua literaria y ensayística. No voy a añadir nada nuevo a todo lo que están exponiendo las necrológicas de los distintos medios de comunicación. Fue un hombre ilustre, que se exilió de España, luchó en la resistencia francesa y fue deportado a Buchenwald donde pasó dos años en poder de los nazis. Todo esto lo sabemos. También que regresó del exilio para incorporarse a la lucha del PCE contra la dictadura bajo el seudónimo de Federico Sánchez. Hoy escuchaba a Santiago Carrillo diciendo que el día de la expulsión de Jorge Semprún del Partido Comunista fue un día de los más tristes de su vida. Fue expulsado por disidente.

Me cae bien este hombre. Tengo pendiente la lectura hace muchos años de La escritura o la vida, libro que se amontona en mi torre de desidia lectora. No quiero contribuir a esa hagiografía funeraria que abruma cuando alguien muere. He sentido repulsión hacia las palabras de Santiago Carrillo elogiando su figura, y he tenido que escuchar multitud de testimonios laudatorios. No hubiera tenido el del elevado a los altares, como si fuera un santo,  Manuel Vázquez Montalbán, que lo detestaba. Dios te libre del día de las alabanzas, me decía mi padre.

Y me cae bien porque supo liberarse en buena parte de esa cadena que llevamos todos los que nacemos en este país: la españolidad, ya que, sin dejar de ser español, pudo sentirse francés y hacer de esta lengua su instrumento de reflexión y de creación literaria. En Francia ha sido reconocido como uno de los intelectuales más destacados en el análisis de la experiencia concentracionaria y la debelación posterior del totalitarismo. Pertenece a esa pléyade de exiliados españoles que han logrado insertarse en la vida francesa, sintiendo una mezcla de amor y distancia hacia su madrastra España. Pienso en el novelista Michel del Castillo que tendría igualmente una relación conflictiva con lo que representa lo español. No deja de sentirlo como herencia tal vez inevitable, pero respira hondamente liberado en territorio de la lengua y la cultura francesas.

No hay historia ni política más estéril que la española. Siempre estamos dando vueltas a los mismos mitos, a los mismos refritos, a las mismas batallas que giran inevitablemente en torno a las naciones. Ser español es hundirse en un  légamo proceloso de sentimientos contradictorios que ignoran lo fundamental de la historia de España, su propensión a la crueldad, a la envidia, o su profunda tragedia sin resolver y que no lleva visos de ser resuelta. Cuando escucho a los prohombres del Partido Popular perorando, siento la sacudida desagradable de un sueño del que creí estar ya liberado. Cuando escucho a las voces nacionalistas de Cataluña siento de nuevo el conflicto irresoluto entre una España descompuesta, fracasada, incapaz de aunarnos en un proyecto común y las voces que reproducen la misma historia y las mismas contiendas de siempre. En la acampada de Barcelona en Plaza Cataluña hubo un incidente poco conocido: el monumento dedicado a Francesc Macià fue encartelado por algunos acampados con referencias a Durruti, el líder anarquista que tuvo más influencia en Cataluña durante la guerra civil. La historia volvía y hubo un movimiento de indignación por el agravio cometido contra la figura sagrada de Macià. Aquello desencadenó una agria polémica. Al final, la acampada en Barcelona logró aprobar la reivindicación del irrenunciable derecho de autodeterminación por parte de la asamblea. Aquel punto había sido el eje de multitud de discusiones y vertebró una disidencia contra la línea internacionalista que había prevalecido y que tenía como objetivo el capital financiero y la banca sin distinción de naciones.  

Me agota España, me agota Cataluña, me agota Euskadi, me agota la peregrinación del Rocío que está siendo realizada estos días. Entiendo que el que pueda -para su fortuna- liberarse y respirar en otra lengua, en otra historia, en otros mitos, tiene mi simpatía. España es una madrastra. Cataluña es una hija digna de España. Quiere ser su reverso pero sólo es su corolario lógico y reproduce la misma corrupción -a lo fino-, su mismo clientelismo, su misma (aunque contradictoria) colección de mitomanía falsificadora.  

Cuando me enteré de la muerte de Jorge Semprún y revisé su historia y su distancia (o ironía)  con el hecho de ser español, me sentí reconocido en su trayectoria que nunca podré iniciar. Ya es tarde. Pero si pudiera, huiría de este país, de todas sus contiendas, de sus tapas de chorizo y de sus patatas bravas, de la barretina, de sus dictadores que no lo son según la Academia de la Historia, de su sentido de lo rancio que amenaza nuevamente con anegarnos a todos durante años y años... Huiría de este país de diecisiete parlamentos frecuentemente dominados por caciques, de los rosarios, de las plazas de toros, de la virgen del Rocío y de la Macarena, de la escudella, de su magnífica literatura realista incapaz del acceso a lo fantástico...

Bravo por Semprún. Logró lo que tal vez fuera mi sueño. Huir de esta patria en permanente conflicto, distanciarse, tomar lejanía para tal vez apreciar con algún rigor lo que tiene de bueno. Aquí, sumergidos en este nido de víboras y en este campo poco propenso al quiebro amable y al razonamiento, uno siente deseos de respirar, olvidarse de que se es español.

Pero escribiendo esto y escribiendo así, no dejo de confirmar que lo soy. Estamos imposibilitados para la ironía, para la distancia y nos sumergimos de cabeza en las cosas, a lo bruto, como el macho cabrío embiste, incapaces de relativizar y anegados en pasiones tan extremas como estériles.

Una desdicha como otra cualquiera. 

lunes, 6 de junio de 2011

Puertas que se abren y puertas que se cierran.


He escrito un comentario en el blog de un buen amigo. Lo transcribo y espero que me dé motivo para una reflexión con algún sentido.

Yo leí La montaña mágica en un par o tres semanas por la noche, absorbido totalmente. Su lectura, la intensidad de la misma, me recordó la pasión con que leía a Julio Verne a mis doce años. Uno tiene que verse en la tesitura de Hans Castorp, allí en las montañas, en la inacción, en la práctica contemplativa, dejándose atravesar por esas reflexiones o esos diálogos densos y dramáticos. Yo lo leí en uno de mis primeros tratamientos para la depresión y fue un momento total. Luego lo he querido volver a leer y no es lo mismo. Creo que los libros tienen momentos inequívocos para leerlos. Se acierta o no se acierta. No temas dejarlo si no te llama. Es grandioso pero nada es imprescindible. Para mí fue un momento cenital en mi vida, pero pienso que fue puro azar maravilloso. Los libros tienen que responder a preguntas que nos hacemos, y si no lo hacen, son insoportables.

He escrito esto que plantea que el encuentro entre un lector y un libro es puro azar o tal vez necesidad, pero en todo caso es un encuentro fortuito. Recuerdo hace unos años la lectura de ese texto de Thomas Mann en una situación bien nueva para mí por lo que he contado. Me acostaba temprano y me llevaba gozoso a la cama esa novela que por alguna extraña razón me cautivó. Leía un par de horas a veces subrayando el texto o anotándolo. No se me hizo pesado ni prolijo. Me identificaba extrañamente con las reflexiones y sensaciones del protagonista, y me imaginaba recostado en una chaise longue al atardecer frente a las gigantescas moles de los Alpes en un estado febril. Esa inacción, ese no poder hacer nada y dedicarme únicamente a explorar mi mundo interior y el que me rodeaba, me parecía fascinante, sobre todo si iba acompañado de febrícula, un estado que, aunque parezca raro, me atrae. Creo que me absorbía esa morbosidad de la narración, esa presencia de la enfermedad que ahonda la mirada y hace a los hombres más profundos.

Fue un encuentro singular entre la novela y yo. He leído otras obras de Thomas Mann pero ninguna me ha creado un estado de expectación e identificación como aquel, quizás porque yo me reconocía en un estado enfermizo y me negaba también a la acción. Incluso posteriormente he intentado releerla, pero tras unas cuantas páginas de lectura, he visto que aquella obra se me había cerrado, ya no podía penetrar en ella. Sólo una vez había tenido acceso a su núcleo. Esto me lleva a pensar que toda recomendación literaria es incierta. Nunca sabemos si lo que a nosotros nos ha servido, lo hará a otros. Así en una mañana de primavera encontré una obra de teatro a mis dieciocho años. No conocía de nada al autor. La cogí de la biblioteca y me puse a leerla. Aquella obra era nada más y nada menos que Esperando a Godot de Samuel Beckett. Es una de las mañanas más luminosas de mi vida, sumergido en aquellas andanzas de esos personajes que no sé por qué se identificaban totalmente con mi sentimiento de la vida. Quizás yo también, como Vladimiro y Estragón, estaba esperando a Godot. Es una suposición. Recuerdo maravillado aquellas tres horas de lectura intensa, apasionada como una tarde de amor con cigarrillos y cerveza. He vuelto a esa obra en varias ocasiones, pero no me ha dicho nada especial. No entiendo qué encontré en ella aquella mañana. Así me ha pasado con numerosas obras literarias. Hubo un tiempo en que leí Rayuela de Cortázar y me imaginaba deambulando en Paris buscando a la Maga o asistiendo a aquel burdo concierto de Berthe Trepat. Era una concepción de la existencia la que estaba impregnando aquellas páginas que eran mías y volvía a ellas continuamente. He intentado releer Rayuela hace unos años y me ha parecido un peñazo. No me dice nada. Son ejemplos de lo que quiero decir y esas posteriores lecturas no me quitan un ápice de la pasión que siento por ellas. Para mí la lectura primera, iniciática, es la fundamental.  Luego ha pasado el tiempo. He cambiado yo y se han mutado el ambiente y la atmósfera en que vivimos.

Cada vez siento más pesar como profesor que lleva a sus alumnos a leer determinados libros. Lo considero una intromisión. Sospecho que la literatura ha dejado de ser actual, que responde a otro tiempo en que lo inmediato no era el modelo dominante. Pero este es nuestro tiempo. Y el tiempo de mis alumnos que, como yo, se ven rechazados por los textos escritos, porque ya no contestan a preguntas esenciales. Ahora los debates están en otros lados. La literatura se ha convertido en buena parte en opaca. Ha dejado de responder a cuestiones primordiales a los hombres de este tiempo.

Si pudiera me negaría a promover la lectura. Lo hago por imperativo legal. Hubo un tiempo en que la literatura y yo éramos amantes. Cuando hablaba de libros, mis ojos brillaban de excitación y entendía que mis alumnos recibirían esa pasión que sentía, como así solía ser. Durante muchos años me consideré profesor de literatura porque creía en ella, porque respondía a preguntas -a veces no formuladas-, a inquietudes íntimas, a estados de anticipación, a noches de insomnio... Esto ya no es así. Siento a la literatura como una antigua amante que me dio lo mejor, que me abrió universos inmensos, pero una amante lejana.

Ahora sólo pienso en términos de imágenes. Entiendo el rechazo o las enormes dificultades que sienten mis alumnos adolescentes en acercarse a leer Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, porque a mí me pasa lo mismo. No me interesan los conflictos matrimoniales de los años sesenta entre Carmen y Mario. Y si a mí no me interesa, ¿qué será a ellos? He dejado de creer que la literatura puede cambiar el mundo, y que los libros sean algo imprescindible.

Sé que no debería escribir esto, sé que alguien puede sentirse defraudado pero Profesor en la Secundaria es un proyecto vivo, abierto, contradictorio, que revela la interioridad de un profesor  que reflexiona y ofrece lo que siente en un momento dado. ¡Cómo me gustaría escribir en otro sentido! Es como si los libros se me hubieran cerrado, como si la puerta aquella maravillosa que se me abría con cierta frecuencia, se hubiera cerrado para siempre. ¡Cómo recuerdo la desazón de mi padre ante su hijo siempre con un libro en la mano! Me decía que la literatura era anacrónica, pero yo me sumergía  apasionadamente en aquel anacronismo.

Terrible. 

jueves, 2 de junio de 2011

Taller de lengua oral: el aula digital



Soy profesor de lengua castellana de un grupo de segundo de ESO con especiales dificultades en el aprendizaje por su escaso dominio de la lengua (inmigrantes que llevan poco tiempo en España), escasa predisposición escolar, déficit intelectual... Con ellos me he planteado hacer un curso motivador en que lo fundamental no fuera memorizar conceptos gramaticales sino poner en activo la competencia lingüística, sea oral o escrita. He promovido la cultura visual por medio de cortos que luego eran debatidos por las cuestiones que planteaban. A final de curso abrí varias sesiones de reflexión sobre el tema genérico Objetivos de la educación y un análisis de su realidad escolar contemplada desde su punto de vista. Así se crearon grupos de debate que discutían una serie de propuestas sobre su consideración y valoración del hecho educativo. Tuvieron especial resonancia las cuestiones relativas a la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de oportunidades entre pobres y ricos, el fomento del pensamiento crítico, la escuela como espacio de felicidad, la necesidad del esfuerzo y sacrificio, la incorporación de la tecnología a las aulas, etc.

El vídeo que encabeza el post es una selección realizada sobre los temas debatidos entre los elegidos portavoces de los grupos de discusión. Le he puesto por título El aula digital y tiene por eje la presencia de los ordenadores portátiles en el aula que este año se ha iniciado en 1º y 2º de ESO en Cataluña en algunos centros. La experiencia tiene aspectos positivos pero también los tiene negativos como estos muchachos se esfuerzan en explicar. Para varios la lengua es un instrumento muy difícil aunque sean nativos, y no lo es menos para los que intervienen proviniendo de culturas como la magrebí, la portuguesa u otras procedencias latinoamericanas. Sin embargo, se establece un debate muy vivo-dentro de sus dificultades- que cualquiera que quiera acercarse a la realidad de las aulas no dejará de ver con gran interés. Estos son nuestros muchachos. Esta es la realidad que late dentro de las aulas y que este profesor en la secundaria siente con orgullo personal a pesar de que varias de las intervenciones pueden cuestionar la metodología de la asignatura. Mis objetivos esenciales eran el desarrollo de la expresión oral y escrita, la reflexión sobre temas de actualidad a pesar de que implicaran gran complejidad, y la promoción del pensamiento abierto y crítico. Es posible que ignoren qué es una metonimia, pero le han dado muchas vueltas a las cosas, y han intentado expresarlo. No os perdáis el vídeo. Sólo es una larga secuencia de lo discutido en el taller de oralidad. 

lunes, 30 de mayo de 2011

Pedagogía, solipsismo y anonimato.



Recuerdo vívidamente el momento en que de niño -tal vez dos años- descubrí que el espejo reflejaba mi imagen, que aquel ser que se movía torpemente era yo. Tarde o temprano todos lo hacemos. Es un momento metafísico que también alcanzan algunos primates a los que se coloca frente a un espejo y son capaces de ir a por el lazo que les han puesto en la cabeza y que ven reflejado en el espejo. Borges pensaba que los espejos y el coito eran perversos porque multiplicaban a los seres humanos. A mí la idea del espejo me sigue resultando inquietante. Me enfrento, cuando me miro, a un yo que no soy yo, sólo es mi reflejo inverso, y me va dando cuenta de mis transformaciones vitales según sea la luz que me ilumina. El espejo en la oscuridad no refleja nada, necesita de la luz para construir esa imagen que pienso que soy yo pero que a veces me asusta y me llena de aprensión. Ha habido épocas de mi vida en que no he sido capaz de mirarme al espejo. Me producía un íntimo horror. Desviaba mi mirada de mi reflejo en el que era incapaz de mantener la mirada fija.

Me pregunto si los demás, todos esos personajes con los que me encuentro cada día en el autobús, en el trabajo, en mi casa, en la terapia psicoanalítica, los que se comunican conmigo, sin conocer mi imagen, a través del blog y que persisten en seguirme en un deambular caótico y sin demasiado sentido, son también imágenes de un espejo en que me reflejo. Sé que todo esto me lleva a algo que tengo muy enraizado: el solipsismo, una palabra que me encanta y que aprendí de mis lecturas comprometidas de Lenin. El solipsismo consiste en pensar que todo lo que existe es en función de mi ego, que no tiene entidad propia sino como reflejo de mí mismo. Esta era una imagen que me perseguía cuando niño, cuando mis primeros delirios existenciales en que me hechizaban el reflejo del espejo y el mundo onírico en que me desdoblaba por las noches. Imaginaba, soñaba, en un mundo que sólo existía en la medida que yo lo veía, en que yo lo experimentaba. Cuando yo no estaba, dejaba de existir, quedaba en suspenso. No era. Esta sensación me invadió en Venecia esta primavera. ¿Existía Venecia antes de que yo llegara a ella? El entramado de callejones, la vetustez de sus canales, la antigüedad de sus palacios, el testimonio de viajeros, la historia que se respiraba parecían demostrar que sí existía. Pero ¿si todo hubiera sido porque un día llegaría yo y la vería en aquel momento y todo su pasado hubiera existido para que yo lo conociera en aquel instante? Me pregunto qué quedará del mundo, de la realidad, cuando yo me muera. ¿Seguirá existiendo? ¿O en la medida de que yo ya no exista deja de tener sentido si sigue existiendo o no? Esto me lo pregunto algunas mañanas cuando me como unos huevos fritos con chorizo, y pienso en algunas mujeres que veo cuando camino por la calle. Escribir en un blog en un asunto delicado. Todo lo que uno escribe deja constancia, pero el que esto suscribe piensa que cuando se escribe, no debe pensarse en quién lo puede terminar leyendo. Sería un error. No se puede escribir para nadie en concreto, no se puede escribir temiendo decepcionar a alguien. La escritura como los espejos son extraños. Nos revelan y nos ocultan, nos llevan a lugares no sospechados, igual que sé que este post anómalo de un profesor en la secundaria que piensa a veces en una concepción cósmica de la existencia, tal vez cuántica, llegará tal vez a alguien que lo necesite porque habrá tenido ensoñaciones parecidas. El espejo funcionará. Sólo lo escribo para que llegue a ese destinatario que se ha sentido desnudo en la noche pensando que el mundo sólo existe en función de su conciencia. No es asunto baladí. En mi práctica pedagógica lo tengo muy en cuenta. Siempre hay alguien que recibe el mensaje del espejo y multiplica su imagen en virtud del reflejo que yo le he enviado. Es extraño. Vivir es extraño, pero no lo cambio por no vivir. Es más, cuando deje de existir sentiré antes de despedirme, un aleteo de eternidad pensando que mi imagen seguirá proyectándose  en un fenómeno de refracción como en un túnel, tal como sucede en dos espejos que se reflejan uno a otro. No sé en que dimensión me iré transformando y si mi eco dejará de existir.

Esto pienso algunas mañanas cuando acabo de tener un sueño sensual, tremendamente sensual, y me levanto ufano para hablar de los niveles de realidad a mis alumnos que no acaban de comprender nada, pero siempre hay alguno que tal vez sí comprende. Y algún día me lo hace saber.

Entiendo que esto es lo suficientemente raro y anómalo como para mandarme a escaparrar nabos. Hacedlo. Si alguno de los que leen esto tiene la voluntad de contestarme, hacedlo de forma anónima y sentíos con libertad de decir todo lo que deseéis. Lo he escrito exactamente para eso, para disfrutar de esa libertad y experimentar el efecto espejo, si es que existe.

Dadme caña, no os cortéis. Poneos una máscara anónima, a ver si os descubro. 

jueves, 26 de mayo de 2011

PurposedES # 500 palabras sobre el propósito de la educación


Ignoro cuál es el propósito general de la educación. Mi intervención no va a resolver la cuestión. Sólo sé por qué enseño yo, cómo enseño yo. No sé si esto puede servir a alguien. Lo dudo. Todo lo esencial ha sido dicho ya y mejor. Por si acaso redacto estas quinientas palabras.

Me atrae penetrar en el universo emocional, sentimental y existencial de mis alumnos. No siempre da tiempo o hay ocasión. Lo encuentro en sus trabajos, en sus exámenes, en su forma de estar en el aula, en sus intervenciones en clase, en sus dificultades, en su modo de relacionarse con los demás... A veces se intuye un gran potencial intelectual y/o humano. Otras veces no, o tal vez su momento todavía no ha llegado. Es entonces cuando yo como profesor siento que me debo acercar a él con delicadeza, no invasivamente,  y ofrecerle, sin que se dé casi cuenta, los instrumentos que harán avanzar su mundo, sus inquietudes, sus preguntas, orientar sus miedos e inseguridades, entendiendo que en ese encuentro hay una doble dirección. Algo le ofrezco yo y algo recibo yo. Me interesa su modo de entender la realidad: su humor, su tenacidad, su alegría, su ternura, sus historias, sus recuerdos, su capacidad para entender y empatizar... Me gusta crear condiciones para que las distintas cosmovisiones estén presentes en el aula, que se consideren unas frente a otras como enriquecedoras, como parte de un diálogo importante en que muchos tienen cosas que decir.

Creo en una enseñanza dialógica en que el profesor propone problemas motivadores ante los que es necesario pensar. No me interesan las respuestas definitivas. Yo desde luego no las tengo y no las voy a dar. Es como este blog. Lo que más me interesa no es lo que yo escribo, sino lo que vosotros escribís a propósito de lo que yo escribo (con lo que no suelo estar de acuerdo mucho tiempo). Pienso que la clase debe ser en esencia motivadora. Soy profesor de lenguaje y me apasiona dar clase a muchachos con necesidades educativas especiales a los que hay que estimular para que hablen, para que escriban, para que razonen, analicen, descubran su mundo interior y su reacción ante la realidad.

Creo que la escuela tal como la concibo yo tiene un fuerte contenido existencial. Se encuentran distintas interpretaciones de la realidad sin que ninguna sea verdadera o única. En esa escuela de encuentro, debate y  reflexión, me interesa más que nada escuchar, que sepan que les escucho, que me interesa lo que tienen que decir. Yo habré de poner gotitas de dinamita, hábilmente camuflada, para que alguna vez  estalle creativamente. Una dosis de explosivo puede tardar varios años en estallar, o tal vez no lo haga nunca. Lo importante es que esté ahí, y que yo, buscando entender  lo que pasa ante mí, pueda ayudarles a ser dueños de sus vidas ofreciéndoles las herramientas intelectuales y de conocimiento necesarias para que sepan descubrir su conciencia de un modo lúcido, generoso y autónomo. 


Este artículo forma  parte de la campaña de reflexión sobre el propósito de la escuela y la educación coordinado por PurposedES

lunes, 23 de mayo de 2011

Plaza Tahrir



El viernes 20 de mayo visité la acampada de plaza Catalunya a mediodía. No había una gran afluencia de gente  pero sí significativa. El vídeo que inicia este post es una versión personal de lo que allí encontré. Tiene sonido original. Mi impresión fue contradictoria: al lado de impulsos generosos y serios en discusiones abiertas, había charlatanes y chamarileros de feria que se entusiasmaban por tener a veinte  personas que por fin les escuchaban en discursos antisistema. En la concentración –fijaos- abundan las personas de edad avanzada junto a los jóvenes. Plaza Tahrir fue una experiencia única por recibir un importante núcleo ideológico que llegó a las portadas de los principales diarios de todo el mundo. Era la rebelión de la izquierda no integrada frente a la dominación del capital, ese entramado financiero bancario que controla a los gobiernos de todo el mundo y que nos ha llevado a la crisis. Mirado en perspectiva, el que esto suscribe piensa en su enorme dosis de idealismo, en su ingenuidad… frente a una realidad que sí es un peso pesado. El resultado de las elecciones del domingo han sido un baño de realidad frente al pensamiento mágico que nos embargaba. El pensamiento mágico es el que cree que algo es real porque uno lo desee con fuerza… Había razones importantes para estar allí y pensamos que porque teníamos razones el mundo se transformaría a la medida de nuestros deseos. Es la base del llamado pensamiento utópico que piensa que el mundo se puede transformar. Obama lanzó el conocido eslogan We can, que aquí fue transformado en We camp

El mundo y la realidad son profundamente contradictorios y complejos. No bastan nuestros deseos bienintencionados para transformarlos. Detrás de ese idealismo había un amplio deseo de llegar a acuerdos de base que permitieran mantener las acampadas, que fueron consentidas, no como en Siria o Egipto donde ha habido centenares de muertos. Transportamos el universo simbólico de Tahrir a nuestras plazas y nos lo creímos en una amalgama extraordinariamente productiva durante unos días. Aquello, pese a mi impresión negativa, alentó mi pensamiento utópico, pero no fui el único. Muchas personas en este país se sintieron representadas en esa rebelión. Los comentarios de Iñaki Gabilondo en algún caso llevaban a pensar que los partidos tendrían que ser reformulados tras esta revuelta cívica espontánea. Quisimos creer que otro mundo era posible. Pidamos lo imposible nos decíamos. Pero en aquel mínimo común múltiplo de reivindicaciones y manifiestos contra los banqueros y el pérfido sistema capitalista, se orillaban las cuestiones que en realidad nos dividen y enfrentan: la distribución del poder territorial, por ejemplo. Surgió mágicamente un hashtag #spanishrevolution del que se burlaba en La Vanguardia Quim Monzó. Pero era el que estaba presente en la plaza Catalunya de Barcelona como podéis ver. Hoy me he enterado que hay en la red un manifiesto que se titula #catalanrevolution y que reivindica la autodeterminación de los pueblos sometidos, véase Catalunya. Ya el mínimo común múltiplo tiende a fragmentarse igual que en alguna asamblea en Alicante convertida en mitin en que se reivindicaba el valencianismo catalanista y la inmersión en  valenciano.

No hemos hablado y se ha orillado el tema de la inmigración. Todos somos víctimas de un sistema capitalista inicuo, pero no todos recibimos el golpe del mismo modo. Y no está tan claro qué postura tenemos frente a la realidad de la inmigración. En Catalunya en las elecciones han subido opciones próximas a la xenofobia en diversas poblaciones. El pensamiento mágico que nos ha dominado en un éxtasis de idealismo tiende a romperse. ¿Qué queremos? ¿Instalar el anarquismo? ¿El socialismo? ¿El comunismo? ¿Reformar el capitalismo? ¿Introducir factores de racionalidad en el sistema dominante? ¿Cuál es nuestro modelo? Al parecer Islandia que ha encarcelado a algunos banqueros culpables del entramado financiero que ha desencadenado la crisis, pero Islandia tiene menos habitantes que Hospitalet de Llobregat, es una isla y no hay factores exógenos que sean demasiado complejos.

El pensamiento utópico o el pensamiento mágico es hermoso. Nos lleva a nutrirnos de nuestros propios sueños. El despertar es amargo. Y ayer y hoy he estado dominado por la tristeza de la realidad electoral. No basta tener razones importantes, y las teníamos, seguimos teniéndolas… Sabemos que el mundo camina hacia el desastre ecológico y medioambiental, sabemos que una minoría financiera dicta las leyes de los estados y gobiernos que no tienen en realidad poder efectivo, sabemos que los mecanismos económicos condenan a la pobreza a multitud de países que no tienen ninguna opción, sabemos que el idealismo del We can de Obama ha tenido que batirse con la realidad del granjero de Arkansas que no quiere una reforma de la seguridad social y con los eslóganes de la Fox así como con los intereses de la Asociación del Rifle. Obama, para intentar ser reelegido, ha tenido que renunciar a su revolución ética y a sus sueños, y ahora lucha solamente por sobrevivir políticamente. Los sueños alimentan a algunos ciudadanos, pero la realidad profunda de la inmensa mayoría de ellos es mucho más concreta y tangible. Está bien cuando nos juntamos y cantamos canciones de John Lennon que hablan de la paz, pero es mucho más difícil o imposible cuando intentamos cambiar el mundo a la medida de nuestros deseos. Y más cuando estas conversaciones descienden a temas más concretos que el deseo de Paz Universal.

domingo, 22 de mayo de 2011

España en marcha



En estos días apasionantes, llenos de política activa en el sentido más gozoso, sigo casi minuto a minuto las noticias de la prensa digital, los diferentes hashtags que agrupan la participación en la campaña de #spanishrevolution, #nolesvotes, #acampadasol… Leo blogs para conocer la posición de mis compañeros de blogroll, leo sobre la participación de intelectuales en el debate de ideas, pasé incluso algunas horas en la concentración de Plaza Catalunya en Barcelona, converso con amigos a través de la red o en persona… Siento que hay una alta intensidad en el flujo de interpretaciones sobre lo que está pasando, mucho más alta que en una campaña habitual donde nadie debate acerca de nada y que se limita a una serie de mensajes estereotipados, de diseño, como esas fotos que sacan a los candidatos a la alcaldía de Barcelona desde el castillo de Montjuich, la Sagrada Familia… Me parece tan inane la campaña oficial que siento que no va conmigo. El verdadero debate, por fin, está en las plazas públicas, en esas Tharir situadas en el corazón de España, en ese hermoso Sol que parece alumbrar esa vida política anodina y mortecina que se ha instalado como paradigma.

Me ha entusiamado Agustín García Calvo en su intervención junto a los concentrados en Madrid en la que se adhiere al movimiento y formula sus conocidos argumentos libertarios. No coincido totalmente con él, pero agradezco que haya hecho lo que se supone que debe hacer un pensador: ir al meollo donde se está cociendo el pensamiento. Me ha defraudado profundamente Fernando Savater, que no ha ido a Sol, y ha reprochado a los manifestantes que pongan cara de enfadados cuando lo que tendrían que hacer ese fundar un partido político defendiendo sus ideas para transformar la sociedad y dejarse de monsergas indignadas. He admirado a Savater pero estimo que su pensamiento se ha esclerotizado, se ha hecho sistémico, definitivamente conservador y falto de audacia intelectual. Una pena para alguien que escribió libros tan hermosos como Nihilismo y acción, Ensayo sobre Cioran, La infancia recuperada… He advertido que Savater ha dejado de entender el mundo en que está viviendo, y que estos días ha estallado en las plazas promoviéndose la discusión compartida sobre la tasa Tobin, el sistema electoral español, el valor de las distintas modalidades de voto, el poder de los poderes financieros sobre la vida política que anula cualquier veleidad de primacía de la ciudadanía sobre su realidad… Estas elecciones municipales se han cargado de densidad narrativa y lo que dicen los candidatos parece ser de la menor relevancia. Me gusta este asalto del ciudadano común, esta emergencia de un sector de la juventud reivindicando su derecho a opinar sobre lo que está pasando en el mundo con una mirada abierta. Sé que es muy difícil articular propuestas muy definidas pero lo que se está debatiendo en las plazas es infinitamente más interesante que lo que se habla en los mitines electorales con eslóganes, banderitas y gestos impostados de victoria…

Lo formidable de esta experiencia pacífica y utópica es que no tiene líderes, no emite manifiestos, es una revuelta sin jerarquías al modo de las redes sociales que han servido para dinamizar extraordinariamente la organización y difusión de imágenes, de ideas, de sentimientos… Los que somos usuarios de Twitter hemos sabido de la potente arma de propagación ideológica que supone. Ayer conocí un vídeo que es el que inicia este post y con mi iPad lo reenvié a docenas de contactos en todo el mundo y algunos se hicieron eco y lo redistribuyeron. Me pregunto si tiene viabilidad una revuelta sin líderes, sin banderas –ha sido hermoso que no hubiera banderas de ningún tipo-, sin imposiciones de nadie, organizando esas plazas en las que se concentra una multitud de gentes de todas las edades, con suma coherencia y respeto hacia todos los asistentes. El otro día en plaza Catalunya pude ver admirado como varias personas pasaban la fregona por el suelo de la plaza que está estos días más limpia que cualquier otra jornada.

Sé que los hay escépticos, que hay quienes ven en esto un simulacro del mayo francés, que se ríen del pensamiento mágico de la izquierda (esto me interesó por lo que tiene de realidad de una forma de sentir el mundo desde la óptica transformadora), sé que hay quienes se burlan de la gente a la que no consideran con conocimientos válidos para debatir temas complejos, sé que hay quienes piensan que esto deriva en populismo antipolítico, sé que hay ácratas extraños que piensan que esto lo ha montado Rubalcaba, sé que hay multitud de cínicos en el PP que ven en esto algo que llevará al abismo al PSOE para propiciar por fin la victoria de la derecha que espera ansiosa para disfrutar de todo el poder…

Pero todo esto me resulta irrelevante cuando veo en El País a una antigua alumna en las fotos de los coordinadores del movimiento Democracia Real Ya en Barcelona. Sé que Klaudia Álvarez, profesora, es un miembro destacado de la revuelta, y sé que en mi último encuentro con ella hace casi un año, recordó las clases y los debates que se organizaban hace casi veinte años y me pidió –exigió- que no me rindiera a lo dado, que siguiera apostando por la utopía, que no me hiciera conformista, que no abrazara el pensamiento de Azorín y sí el de Valle Inclán, el que no me cabe duda de dónde estaría estos días con su larga barba y su poncho mejicano. En alguna medida me siento reconocido en estas revueltas pacíficas y cívicas, y admiro que haya alumnos míos que hayan llevado hasta las últimas consecuencias los debates que tenían lugar en las aulas y que propugnaban un pensamiento dinámico, crítico y utópico, como era el de Savater hacia los años setenta.

Pobres de los que miren con altanería o menosprecio lo que está pasando. Me temo que no entenderán nada del mundo que está naciendo. Y sé que Saramago, Benedetti, Sábato, José María Valverde, Joan Brossa… desde donde estén, mirarán con un gesto divertido lo que está estallando y se unirán a la concentración. 

* Vídeo de Agustín García Calvo en la #acampadazamora

jueves, 19 de mayo de 2011

#spanishrevolution


Yo me pregunto si los hombres saben reconocer cuando la historia pasa a su lado, si los europeos de 1914 se dieron cuenta de que la muerte del archiduque austriaco en un atentado en Sarajevo iba a cambiar el destino de Europa. Me temo que no. La historia es extraña. A veces parece que se remansa y que no pasa nada, hasta que un día  estalla en función de fuerzas telúricas del subsuelo. 

Hemos vivido en las últimas dos décadas años bobos. Lo he constatado en mi relación con mis alumnos. Se nos dice que la democracia es importantísima pero aburrida. Así ha sido. Tras los años burbujeantes de la transición vino la década prodigiosa de los años ochenta, pero los noventa avanzados produjeron una sociedad boba, que se acentuó con la llegada del nuevo milenio. La estulticia general no es percibida por la generalidad de la población. Vive a gusto en ella, piensa que es la normalidad sobre todo si se puede consumir alegremente y la economía parece discurrir entre pequeñas crisis pasajeras que no impiden el tren de vida desenfadado. Sin embargo, en madrigueras subterráneas, debajo del bienestar y la imbecilidad generalizada, el mundo sigue transformándose y tienden a aflorar las tensiones que amenazan la estabilidad de un modo de vida. Para el que haya estado al corriente de la prensa en los últimos veinte años no hace falta que le dé datos concretos. Esto es para los que han vivido intensamente el tiempo que les ha tocado vivir. No podía ser que nosotros viviéramos tan bien y el mundo que nos rodeaba se cayera a pedazos en la miseria. Pero nosotros vivíamos en los mundos de Yupi y nuestros estudiantes pedían más cerveza y menos policía, y los profesores se adecuaban al modelo dominante renunciando a sus ideales. Esto era imprescindible: renunciar a los ideales. Los ideales son dañinos, son una trampa, son un simulacro, sólo llevan a catástrofes sociales. Pero sin ideales nos morimos de asco en la caverna. Así he visto durante quince años morirse de asco a mis alumnos, sin ansiar nada, sin esperar nada salvo saberse colocar, tener coche y tener fines de semana de juerga placentera. Yo suspiraba para mis adentros que aquello no era posible. Un día lo charlé con el poeta Joan Brossa antes de morir. Él auguró que esos años bobos, de imbecilidad pura, llegarían a su fin. Hemos vivido en ellos sin inquietarnos. La inquietud existencial ya parecía haber pasado con la muerte de los existencialistas del pasado. Y el sentido de nuestro mundo parecía revelarse en forma de tarjeta rectangular VISA o MASTERCARD. Guardamos y archivamos los ideales en un cajón del pasado, escondimos las utopías y nuestros deseos de cambiar el mundo. ¿Para qué cambiar el mundo si en él nos va tan bien? Mejor no moverse.

Pero, amigos, todo ha cambiado, y las fuerzas ocultas han emergido en una secuencia sorprendente. La crisis es un estado más profundo del que hubiéramos llegado a pensar. Es el estado espiritual de nuestro ser tras décadas de impotencia y frustración aunque sobradamente colmado de todo lo material. Pero la poesía y la utopía en estos días vuelve a emerger en la Puerta del Sol de Madrid con una fuerza inusitada. ¿Un nuevo Tahrir? Los jóvenes se reúnen con los viejos y quieren darle una patada al sistema depredador. Se juntan José Luis Sampedro y Stephane Hessel con los veinteañeros sin futuro. Y la combinación es letal. El mundo no podrá volver a ser el mismo. Es como si hubiéramos despertado. No se trata sólo de conseguir volver de nuevo al consumismo. No, hace falta toda una revisión de nuestra forma de estar en el mundo y entender a las fuerzas del capital que se articulan en los anónimos mercados. La guerra es económica y espiritual porque implica valores éticos profundos. En el mundo somos siete mil millones. No puede ser que una minoría especuladora y financiera maneje los destinos de miles de millones jugando con el precio de los alimentos básicos, echando a la calle a los desahuciados del sistema. Alguien ingenuo llama antisistema a los que se manifiestan en Madrid y otras ciudades españolas, pero es que no podemos ser de otra manera. Toda época ha tenido su revolución. Tal vez ha llegado el tiempo de la nuestra. Que los jóvenes se reúnan en Tahrir, perdón en la Puerta del Sol, a discutir en asambleas sobre el presente o el futuro puede ser visto como un vulgar remedo del mayo del 68, pero la mayoría que participan allí no tienen la más mínima relación con lo que fue aquello. Yo tampoco. Pero viejas consignas vuelven a ser coreadas. Sólo los tontos como Vicente Verdú y Quim Monzó piensan que esto es una tontería. Los más intuitivos se dan cuenta de que algo está pasando, que era imposible que no pasara, y que para bien y para mal, ha llegado la hora. Las cosas no volverán a ser como antes. No sé qué respuesta dará el sistema político pero lo tendrá mal si esta #spanishrevolution logra sobrepasar fronteras y se convierte en una #europeanrevolution. Tal vez la historia esté llamando a nuestra puerta y sigamos ensimismados en nuestra manzana o en el espejo de los sueños.

Lo que es necesario tarde o temprano se hace realidad. Y puede que con una potencia inimaginable.

Salud. Aquí tenéis un vídeo en que aparece José Luis Sampedro. Da gusto oírle. 

http://youtu.be/LOmh3jcV28g

martes, 17 de mayo de 2011

Más dura será la caída


¿Puede ser el sexo un impulso tan fuerte que obnubile la inteligencia y que lleve a un hombre brillante a convertirse en un violador tirando su carrera humana y política por la borda? ¿Puede un hombre convertirse en una máquina de follar en virtud de una fuerza tan intensa que no se puede reprimir? ¿Puede un hombre de una trayectoria política extraordinaria, que ocupa el más alto cargo de la economía mundial y que es un virtual candidato a la presidencia de la República francesa, ser tan necio como para abalanzarse, en una escena patética, sobre una camarera africana con intención de poseerla sexualmente en un país extremadamente severo en estos asuntos?

La respuesta a todas estas preguntas son conocidas. Sí, es posible. Y ha sucedido. Uno de los hombres más poderosos del mundo ha caído en la humillación más extrema por su carácter rijoso e incontrolable. No sé qué me inquieta más, si la mezcla extraña entre inteligencia y estupidez o el poder incontrolable del deseo. No quiero entrar en argumentos moralistas o políticamente correctos. Sé que lo que hizo no está bien, pero no quiero juzgar a este hombre cuya carrera ha terminado y es posible que sus huesos terminen por varios años en la cárcel. Ha cometido algo peor que un error sin retorno. Ha perdido todo empezando por la dignidad. Su rostro ha pasado de la soberbia a la más extrema desolación en una fracción de segundos. Me interesa esto. Ver a Dominique Strauss-Kahn esposado entre varios policías ante el juez y recluido en una de las peores cárceles de Nueva York es altamente significativo acerca de los azares humanos. Nunca este hombre ha sido más humano que lo es ahora. Muestra cómo la vida nos arrumba en milésimas de segundo de la cumbre a la sima más profunda. Ha perdido todo.

Otros mandatarios poderosos también tuvieron sus adicciones al sexo. Recuérdese a JFK, a Mao Tse Tung, a Sukarno… y recientemente a Bill Clinton o a Berlusconi. Son elementos de una larga tradición que proviene de la antigüedad. El poder genera tal vez una sensación de potencia infinita. Muchos de los reyes, papas y emperadores, que son hitos en la historia europea y mundial, tienen detrás una larga tradición de abusos sexuales en unos tiempos en que esto no pasaba de las alcobas regias. Nadie se hubiera atrevido a censurarlo. Formaba parte de las prerrogativas del poder poseer a doncellas vírgenes o a mujeres casadas.

¿Qué hay en la mente de un hombre? Hay un clásico dibujo de cariz freudiano en que se ve que lo único que hay en la mente de un hombre es sexo, sexo, y sexo. En mis clases de bachillerato acabamos de leer una obra de Enrique Jardiel Poncela, hombre complicado y contradictorio que definía su concepción del mundo en SEXO+SEXO+SEXO. Mis alumnos apenas repararon en esto y yo no le di mayor relevancia pero la tiene. No sé si el EROS es lo que nos mantiene en pie en la vida oponiéndose al impulso de muerte. Otras veces he hablado de esto y no tengo una respuesta concluyente. La mente de un hombre se ha convertido en el territorio más desconocido en los tiempos modernos. Se le reprocha su obsesión sexual y a la vez se constata que va progresando un creciente desinterés por el sexo en muchas parejas en que el hombre va apagando su deseo. El territorio femenino ha crecido y se ha extendido en profundidad y complejidad (o al menos ha salido a la luz más allá de tabúes). El hombre se hunde en un impulso fallido. Es necesario su deseo pero hasta cierto punto. Una mujer puede excitarlo y en el momento de máxima tensión decirle que no y rechazarlo. Esto lo respaldarían las legislaciones más extendidas en el mundo especialmente en los países nórdicos y en Norteamérica. Es conocida la demanda de extradición del fundador de Wikileaks, Julian Assange,  a Suecia por un presunto delito de querer realizar unas relaciones sexuales sin condón lo que allí es delito si la mujer en algún momento se opone. Es razonable. La identidad del hombre es conflictiva y frágil y está expuesta a que si se deja llevar por los impulsos, que en otro orden se le exigen y estimulan, acabe en drama total.

¿Qué había en la mente de Dominique Strauss-Kahn? ¿En esa mente brillante y poderosa? Alguien en un twitter ha afirmado que tal vez quiso hacer con la gente lo que el FMI hace con los países, pero en este caso el testimonio de una humilde mujer africana, camarera, lo ha llevado a la ruina. Se lo tiene merecido por cretino. ¿O es un enfermo que padece un impulso incontrolable de sexualidad como cualquier violador que se hacina en una prisión como parece que va a pasarle a él? Da igual. Su poder se ha esfumado, y no ha sido ningún rival político quien lo ha hundido. Ha sido él mismo quien se ha llevado al desastre más completo. No merece demasiada compasión. En el fondo hay una cierta satisfacción que surge de nuestro inconsciente de ver caer a uno de los hombres más poderosos del mundo y no por no pagar impuestos, sino por no saber o no poderse controlar sexualmente. Ya casi el mundo lo ha olvidado. En pocos días desaparecerá de las noticias. Sic transit gloria mundi.
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Seguimos las acciones de la sociedad, y en especial los jóvenes en sus acampadas en distintos lugares de España. La impresión es que la clase política no sabe qué decir y que empezara a tener miedo. No dejéis de oír este audio de una emisora de radio. Habla Cristina que calla a los tertulianos que despotricaban de las acampadas en la Puerta del Sol. 


http://www.xpress.es/radiocable/cristina-rne.mp3

domingo, 15 de mayo de 2011

Un dilema no existencial



Me ha seducido este vídeo. He visto auténtico al protagonista que va diciendo verdades como puños en estos días en que las imágenes edulcoradas de los políticos quieren convencernos de nuevo para que les demos el voto. Paco va por el metro con toda su humanidad estableciendo comunicación con la gente, porque les dice lo que ellos sienten acerca de los políticos y esa casta de banqueros y financieros sin escrúpulos. No sé si ya es hora de decir que ya está bien en estos momentos en que organismos financieros internacionales reconocen que hay una generación -la de los jóvenes de 18-30 años- que está condenada aplicando las medidas del gobierno, y otras mucho más duras que vendrán en cuanto gobiernen los de la gaviota en una ola imparable de privatizaciones.

¿Es hora de salir o seguimos quedándonos en el sofá viendo como cae la tijera? ¿Despertará la sociedad? ¿Despertaremos?------------------------------------------

miércoles, 11 de mayo de 2011

Nuevas fronteras

Henning Mankell
Cuando empezaba mi carrera docente, estuve contratado en un colegio privado en Barcelona. Mi jornada era agotadora. Tenía siete COUs de Lengua castellana y dos cursos de tercero de BUP de literatura. Uno de los COUs era especialmente complicado. Entre sus alumnos había varios superdotados, una capa intermedia de alumnos superinteligentes, otros inteligentes y un grupo reducido de alumnos normales. Entrar en aquel curso, yo que me sé no demasiado inteligente, era un desafío tremendo. Y a veces lo pasé muy mal. Uno es consciente de los límites de su inteligencia que no necesariamente compensa con su saber o preparación de clases. Me viene a la memoria esta experiencia lejana porque en estos tiempos estoy dando clase a un curso diametralmente opuesto. Sus componentes son muchachos de circunstancias muy alejadas. Hijos de inmigrantes llegados en patera, muchachos que lo están pasando mal en la crisis, muchachos limitados por diversas circunstancias sociales o humanas… pero en los que late un profundo deseo de saber a pesar de sus limitaciones. Con ellos he realizado el vídeo que habéis visto en el anterior post. Estoy orgulloso de ellos y ellos están orgullosos de sí mismos. Su imagen se ha difundido por  el mundo. No siento que esté en un nivel inferior respecto a aquel curso de alumnos sobredotados. Casi al contrario.

¿Cuál es la nueva frontera educativa? El cerebro humano está mutando. Yo no soy el mismo que era hace diez años. Mi imaginación y mi modo de estar en el mundo se han modificado profundamente. Para bien y para mal. Mi capacidad de concentración se ha diversificado. No soy capaz de leer textos largos o complejos. Lejos quedan mis lecturas entusiastas, a las que no renuncio, de Guerra y paz, de Ana Karenina, de Los hermanos Karamazov, de Moby Dick, de Sobre héroes y tumbas, de La montaña mágica, de Los novios de Manzoni… Todas estas lecturas forman parte de mi entraña íntima junto a miles de otros libros que me han conformado. Pero mi cerebro es distinto. Internet lo ha hecho modificarse. Mi atención es diferente y mis problemas existenciales son distintos a los que me planteaba hace veinticinco años. Me ha costado mucho entrar en esta nueva dimensión. Los que han seguido la evolución del blog (unos pocos) han podido ser consciente de mis contradicciones.

Mi cerebro ha mutado, y, en lógica consecuencia, el de mis alumnos también. Yo tengo una mayor perspectiva, pero no dejo de asombrarme de dicha transformación. Lo que entendemos por conocimiento no es exactamente lo mismo y pienso cuando digo esto que me meto en un territorio complicado e incierto. Sigo apreciando a Thomas Man, a Cervantes, a Goethe, a Valle Inclán… pero me doy cuenta de que me muevo en un universo distinto en que las cosas no valen del mismo modo ni aquellos hombres nos hablan igual.  Ha cambiado nuestra forma de percibir el presente… que se ha hecho absorbente. Hubo un tiempo en que el pasado era la clave de nuestro mundo. Hoy no. Lo que opinaba Platón no es relevante necesariamente, el mundo de Petrarca es lejano… La inmediatez devora todo. Uno siente miedo de sumergirse en este nuevo paradigma en que no se sabe cuáles son las claves. No obstante pienso que una de ellas, si no la principal, es que es un momento extraordinariamente moral. Me inquieta emplear un término como “moral”, pero es imprescindible. El presente frenético en que nos movemos necesita de anclajes morales, de discernimiento entre lo que está bien y lo que está mal, de empatía, de solidaridad, de reconocimiento de los sentimientos ajenos…

Vivimos en una atmósfera diferente cuyos niveles de realidad nos desconciertan.  Henning Mankell ha afirmado que Europa pasa hoy por hoy por Lampedusa adonde llegan miles y miles de huidos de la Libia de Gadafi. Muchos mueren en el mar. Y otros no llegan a un mundo que los acoja. La tierra es, por otra parte, un mar de campos de refugiados. El ciudadano del siglo XXI ha de enfrentarse a un mundo y a un cerebro notoriamente distinto, ello  supone un desafío intelectual, moral y humano. Hemos de incorporar el cerebro -que está adaptándose-  de nuestros adolescentes a este proceso dinámico y abierto, en que hemos de mostrarles el camino a ser no dogmáticos, generosos y solidarios. No hay un nosotros cerrado, ni un ellos distinto a nosotros. Quizás algunos nos llamen ingenuos, pero es el riesgo que corremos, sumergidos en una realidad mucho más permeable y diversa que el ciudadano común que vive en la inopia y se siente amenazado por un mundo que se le derrumba. Y es cierto: se derrumba sobre todas nuestra certezas. Más vale que nos demos cuenta y empecemos a debatir sobre todo lo que creemos saber. Pero es más bien de lo que ignoramos. No hay certezas. El héroe contemporáneo, lo anunció Robert Musil, es un hombre sin atributos, pero debería estar imbuido de conciencia moral para discernir, o atreverse a pensarlo al menos, lo que está bien y lo que está mal, lo que es justo y lo que es injusto en un planeta cuyas reglas tienen como norma el atropello y el privilegio de unos sobre los otros. En esto está la clave de nuestro mundo. Esta es nuestra nueva frontera educativa: acercarnos a esos muchachos y hacerles partícipes de la complejidad del mundo con una mirada libre de estereotipos, crítica y analítica, aprovechando el cambio de cilindrada de nuestro cerebro, que hemos de intentar entender, viviendo nuestro tiempo en toda su dimensión y dificultad.  

domingo, 8 de mayo de 2011

Las palabras hieren más que los palos y las piedras.



Hace un par de meses una muchacha americana, Alye Polack, estudiante de trece años, publicó, sin saberlo sus padres, un vídeo de 2.58 minutos en Youtube. Sin decir una palabra y mostrando únicamente unos carteles escritos por ella, mostró al mundo el acoso al que estaba siendo sometida en la escuela. El título del vídeo era “Las palabras hieren más que los palos y las piedras”. Cada día tenía que oírse crueles insultos que pretendían herirla en lo más hondo de su ser. Me abstengo de reproducirlos. El que quiera ver el vídeo de Alye, dejo aquí el enlace al mismo.

Este vídeo se difundió inmediatamente por internet y recibió centenares de miles de visitas y miles de mensajes en los que se expresaban apoyo a Alye por el infierno vivido en su colegio. Alguien ha definido este mensaje de la muchacha americana como un ejemplo de “sentido y sensibilidad” que ha hecho que muchos otros escolares le hayan contestado de igual modo, también con sensibilidad e inteligencia.

En nuestro blog de aula Vamos a meternos en la boca del lobo publicamos el vídeo, lo vimos en clase y abrimos un debate posterior. Los alumnos de segundo de ESO se mostraron todos sensibilizados con la situación de Alye a la que –sugerí- podíamos darle una respuesta del curso. La mayor parte decidieron participar en un vídeo que grabaríamos y publicaríamos en Youtube contestando con nuestras palabras a la situación de Alye. Si las palabras pueden herir, también pueden acariciar, dar afecto, apoyo y solidaridad. El idioma no sería un obstáculo. Nosotros habíamos podido entender sus mensajes en inglés y podríamos enviarle los nuestros en castellano. Si ella quería, podría también entenderlos teniendo en cuenta que nuestros gestos y actitudes serían igualmente expresivas de nuestro apoyo.

Words are worse than sticks and stones era el título de su vídeo y también del nuestro. En esta actividad hemos promovido el debate y la reflexión sobre el acoso escolar, sobre el daño que pueden hacer las palabras y la agresión verbal directa y virtual. Algunos de ellos reconocieron también que habían sido testigos de insultos parecidos. El siguiente aspecto a considerar era escribir nuestros mensajes de solidaridad y grabar el vídeo poniéndole una música adecuada. Este es el resultado de las dos sesiones que hicimos. Podía haber quedado mejor, pero es nuestro primer intento de elaborar un vídeo entre todos. Han colaborado todos los alumnos, pero algunos no quisieron aparecer en Youtube y no están presentes en la grabación. Después de la publicación del vídeo hemos recibido mensajes desde Estados Unidos haciéndose eco del nuestro vídeo creado en Cornellà de Llobregat y que ha cruzado el océano para hacer llegar a Alye nuestras palabras de aliento. Ojalá hayan llegado hasta ella. Con ellas va la convicción de estos muchachos de no querer convertirse en matones ni agresores de nadie. Sabemos que las palabras hacen daño y hemos de ser extremadamente cuidadosos con ellas.

Aprovecho para presentaros la alegría de mis alumnos de segundo de ESO, los protagonistas de Vamos a meternos en la boca del lobo. No están todos pero es una buena representación. Para mí es un lujo ser profesor de estos muchachos. Aparece también mi compañera Silvia con la que trabajo en equipo con estos muchachos de adaptación curricular. El año que viene con los recortes que están anunciados, esta docencia compartida dejará de ser posible así como –probablemente- los desdoblamientos y las atenciones individualizadas.

En todo caso, dejamos constancia de nuestra ilusión y solidaridad activa. 

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