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martes, 5 de enero de 2016

El proyecto Kafka (no en la orilla)


El gato de Marina (Carlos Ruiz Zafón) el libro que leyeron en el primer trimestre mis alumnos de tercero, se llamaba Kafka. Este nombre les sorprendió pues carecían de conocimientos que lo identificaran literariamente. La novelita de esta segunda evaluación es Kafka y la muñeca viajera, una fantasía sobre una leyenda acerca del autor de Praga que desarrolla Jordi Sierra i Fabra, el popular autor juvenil. De tal modo que Kafka se ha introducido en sus vidas adolescentes. ¿Adónde nos llevará esto? Creo que entiendo que hay un desafío al hacerles partícipes del autor de La metamorfosis. He concebido un proyecto para que se introduzcan en su vida y obra. Les he preparado un vídeo para que lo vean en el sistema de Flipped Classroom sobre la personalidad de Kafka, su infancia, su relación con las mujeres (Felice, Milena, Dora), sus conflictos, su trabajo y la creación de un universo poético que tuvo una importancia capital en el siglo XX alumbrando un antihéroe impotente, aplastado por las circunstancias de naturaleza burocrática y absurda.

En el vídeo les he introducido en la extrañeza de su mundo y su literatura. No van a encontrar en él al autor propio de narraciones sencillas, biempensantes y moralizantes que se estilan. No, el mundo de Kafka es raro, oscuro y en alguna manera angustioso. Aunque no exento de un peculiar sentido del humor que se evidenciaba cuando Franz Kafka leía, partiéndose de risa, La Metamorfosis a sus amigos. Es un relato cruel cuyo sentido último se nos escapa por lo enigmático que es. Se le han dado interpretaciones plausibles como que representa al ser humano perdido en la existencia en la que se ve condenado y aplastado en medio de su impotencia para oponerse a la lógica burocrática que se le impone inexorablemente. Pero ninguna de estas fue dada por Kafka que quiso que se destruyeran todas sus obras, algo que no se llevó a cabo porque Max Brod y Dora Diamant se negaron a hacerlo.

La lectura de la tercera evaluación, lo están adivinando, será precisamente La metamorfosis pero precedida de una amplia introducción explicativa ante lo que se van a encontrar. Y que intentaremos contemplar con sentido del humor. Y ahí tendremos a Gregorio Samsa convertido en escarabajo o cucaracha enorme preocupándose en su habitación porque su jefe le reprende por llegar tarde al trabajo. Quiero ver cómo responden mis alumnos ante este relato, planteado humorísticamente. No hay en él nada de lo que a priori les pueda interesar, pero puede terminar interesándoles mucho.

Están en proceso de crear una novelita de veinte o veinticinco páginas que tienen que presentar en el mes de mayo. En ellas, según he leído otras veces, surgen visiones un tanto absurdas de las cosas. ¿Calará el mundo aparentemente absurdo de Kafka en su escritura?

Creo que la función de un profesor es la de llevar a sus alumnos de lo simple a lo complejo. El año pasado leyeron El guardián entre el centeno, este año Marina y luego La metamorfosis. Además de leer hace dos años a Richard Matheson en relatos altamente inquietantes. Sé que habrá alumnos que no entrarán en el juego, pero sé que habrá otros que sí entrarán. Se trata de satisfacer a todos de un modo u otro. Pero el profesor ha de elevar el listón que lleve de lo elemental a lo enigmático. Tal vez a alguno le despierte ecos que luego utilizará en su vida. No desaprovecharé ningún recurso explicativo por histriónico que pueda ser para acercarles la obra de este judío tan divertido. Y les leeré La metamorfosis con tono no angustioso sino cómico.


¿El resultado? Lo iré contando en este blog de delirios y proyectos inverosímiles.

sábado, 2 de enero de 2016

Trenes cargados de humanidad


Liberado por la escritura
de miasmas y angustias,
te abres al nuevo tiempo
que vendrá, insólito,
sorprendente, distinto,
un tiempo de sombras y navíos,
de esperas y de playas desnudas
en el atardecer del trópico
por que te pasearás
un otoño próximo
en tu viaje hacia el sur.
Volverás a ser viajero
-tu vocación hibernada-
y a subir en trenes cargados
de humanidad,  
o a autobuses en que alguien
dormirá con su cabeza en tu hombro,
a probar comidas exóticas,
perdido entre multitudes y flores,
junto al Ganges,
allí en el oriente.
Tu espíritu viajero
se reorientará en nuevos
paisajes y recónditas mareas,
te bañarás en mares índicos
y saltarás a islas prodigiosas ...
Viajando en soledad
con mochila, reafirmarás
el ansia de vivir,
reconquistarás la libertad
y la sorpresa de ser niño
con ojos abiertos
a la inmensidad y al océano
con los mismos que descubrías
el garaje lunático del patio,
o que mirabas tejados
con chimeneas y gatos grises
desde la buhardilla prodigiosa.
Todo lo demás,
un pequeño detalle
en la maraña divertida
de tu existencia
que pugna por ser literaria
en su nocturnidad y alevosía
de clown definitivamente
ido de la olla.


viernes, 1 de enero de 2016

En el aire


Una rama en el aire, embelesada,
exacta, enhiesta, en el aire.
Hoy he soñado con la muerte,
sueños oscuros, no podía
escapar de ellos. Me agitaba
en la cama, abrazándome
a quien me consuela cada día
de mi existencia.
Una rama en el aire,
el vértigo del espacio vacío
y el renacer de botones
que restallarán de vida
en poco tiempo.
El invierno pasa
acompañándome el latir
desbocado del corazón.  
Como el funambulista que cruza
entre las torres Gemelas
y seguirá toda su vida
evocando esos instantes en el vacío,
en el aire, así estuve
hace muchos años cruzando
el abismo, como él,
en la montaña de Ordesa,  
sin cuerpo, libre, puro ... 
Sentir la liviandad, la levedad
del alma en el aire, en el vacío,
como esa rama que apunta
hacia el cielo de la tarde
no pudiendo anhelar
otra cosa 
que ser ella misma.
En el aire.



jueves, 31 de diciembre de 2015

El patio de mi casa



Niñez.
Solo en la cocina
que da a un patio
muy pequeño y gris
sin perspectiva.
Encerramiento.
Fascinación contemplativa,
abro la ventana, miro
los desconchados de la pared
del patio. Paso muchas horas
embebido en esas formas
quebradas. Las siento mías.
Muchos años después
vuelvo a ellas,
¿cómo describirlas?
¿cómo comprender la escritura
que hay en ellas y que llega
hasta mí en la noche de fin de año
en que habrá euforia,
cava, uvas, campanadas,
abrazos, todo eso, pero yo
me voy con la imaginación
y la memoria a ese patio
de mi infancia en que no había
un limonero lánguido,
ni una fuente limpia,
ni una buena madre que tuviera
albahaca en sus macetas.
Mis ojos, asombrados,
miraban ese patio grisáceo
y creían distinguir formas
en las corcovas que se plegaban
como un garaje lunático.
No sé por qué doy importancia
a este recuerdo
pero me acompaña,
es mi huerto íntimo
que yo llenaba, en su aridez,
de mares y gaviotas,
de navíos piratas,
de aventuras asombrosas
para dominar
la angustia que ya llenaba,
como un pecio negro,
el fondo de mi alma.
Era mi huerto oscuro
que yo henchía de luz
en la tarde de los domingos
para comprender
a un niño extraño,
inmerso en lo invisible,
perdido en la duermevela
de otra vida distinta...
            ...
Me asomé una mañana
de primavera a la ventana
y metí mis manos puras
en el ensueño de mi patio
encantado en busca
de los navíos hundidos...
            ...
Y hoy estoy aquí,
con uno de esos bajeles
fantásticos en mis manos.
Escribiendo, advierto
que estaba allí en medio
de la angustia y el miedo
en un mar de lodo,
cubierto de grisura.
Pero tenía luz.
Este soy yo.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

El espejo prodigioso


Fueron en aquella buhardilla,
iluminada por la luz del atardecer,
frente a un tejado de chimeneas
y gatos grises que nos miraban,
atónitos por nuestra felicidad,
mis horas más hermosas.

El resto: grisura y vacío.
Estrépitos, chirridos, gritos,
cuchillos en el alma,
miedo y termes corroyendo
mi corazón ya cansado de vivir.

Sin embargo, ¡qué poderosas
visiones de aquel tiempo
de infancia que vuelven
cada hora de mi vida,
paseando por aquellas calles
junto al río y la gran plaza
en la que tañían cada mañana
las campanas y yo, desnortado,
como un perro sin dueño,
vagaba enloquecido de dolor
y soledad aturdida!

La Cruz, el verdín
de la fuente, las arrugas
de los viejos,
la gran basílica,
las grises palomas
revoloteando en círculo
siniestro sobre la plaza
de los cipreses,  
siempre solitario como
un faro de luz
aniquilada.

Solo ella me daba consuelo
Me miraba con dulzura
y veía mis ojos de marino
sin estrella ni navío.

A veces cruzaba el río
turbulento y sentía deseos
de tirar cubos y palas
por lo alto de la pasarela.

Mi ser más íntimo
era herido cada día,
traspasado
por mil flechas de angustia
y tormento inenarrables.

Sentía que era un monstruo,
nada aliviaba mi dolor
de ser culpable y deforme
a los ojos de Dios.

Aprendí a vivir
en las tinieblas, a observar
los instantes en su eternidad,
a cruzar bajo el agua
de los hombres que regaban la plaza
cada día en que yo lloraba
por el hecho de haber nacido,
y anhelaba morir cada instante
de mi vida de niño.

Solo aquella niña de ojos negros
estaba junto a mí, dándome la mano,
en aquella buhardilla que se abría
a un tejado, que era un espejo 
prodigioso que algún día yo
-estaba seguro-
convertiría en literatura.






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